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La patronal española es la más insensible de toda Europa ante el empobrecimiento de los trabajadores

La ministra Yolanda Díaz pide acabar con la crispación y volver a la mesa de negociación con los agentes sociales

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análisis

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Los españoles han perdido un 5% de poder adquisitivo en lo que va de año. La devaluación de los salarios es una de las guillotinas que amenazan con cortarle la cabeza políticamente a Pedro Sánchez. El presidente francés Macron ya ha experimentado en sus propias carnes los efectos secundarios que tiene para cualquier gobernante una grave erosión de los sueldos como consecuencia de la inflación y la crisis, ya que, en las pasadas elecciones, la líder ultraderechista, Marine Le Pen, estuvo cerca de arrebatarle el poder tras desplegar una virulenta campaña con el fin de convencer a los franceses de que, por culpa de las políticas macronianas, se están convirtiendo en los más pobres de todos los europeos.

Sánchez es consciente de que puede correr la misma suerte que Macron. Si de aquí a las próximas elecciones a celebrar el próximo año el Gobierno de coalición no consigue frenar la destrucción paulatina de la renta per cápita y el empobrecimiento de los españoles, el Ejecutivo de izquierdas está condenado a caer. Eso lo sabe Alberto Núñez Feijóo, que ha puesto a trabajar a sus muchachos de la patronal CEOE para que, día sí y día también, boicoteen cualquier intento de la ministra Yolanda Díaz por mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. El propio Garamendi, patrón de patronos, ha dado a sus subordinados de los diferentes sectores empresariales orden de atrincherarse en el no a cualquier mínima revisión salarial, de obstruir cualquier iniciativa en ese sentido y de oponerse a una mejora económica de las clases medias y trabajadoras.

Para encontrar una caída superior de los salarios a la registrada en España hay que irse hasta Grecia, que es donde los sueldos en términos reales han sufrido una devaluación mayor, con un descenso del 7%. Es lo que se desprende de los datos del último Economic outlook que presentó recientemente la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, en París.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha apelado al sentido común para dejar a un lado las “declaraciones que favorezcan la crispación”. Y tiene razón la ministra, lo que tensiona a la sociedad española es no solo no llegar a fin de mes, sino tener una pérdida de poder adquisitivo, como hoy 17 millones de asalariados están teniendo.

La refriega entre Yolanda Díaz y la patronal se ha agudizado con el inicio del curso político, a finales de agosto, cuando la vicepresidenta segunda reclamó a Garamendi un mayor compromiso con su país y más disponibilidad para subir los salarios. Díaz también respaldó las movilizaciones que los sindicatos CCOO y UGT han anunciado de cara a un otoño que se prevé caliente. Este apoyo de la ministra a las protestas de los trabajadores ha causado un gran malestar en el seno de la patronal, que inspirada por los mensajes catastrofistas de Feijóo, ha redoblado su estrategia de boicot a cualquier iniciativa que salga de Moncloa. Los cruces de declaraciones se han mantenido hasta la fecha, aunque con una rebaja del tono por parte de Díaz, que ha tenido que dar marcha atrás y reconocer la capacidad de la CEOE para estar a la altura en otros momentos de la historia.

No obstante, tras conocerse los datos del paro, la cúpula directiva de la patronal ha publicado un comunicado en el que solicita a las instituciones que generen un entorno favorable para alcanzar acuerdos, y explica sus posiciones sobre las subidas salariales y el SMI.

Fin de las negociaciones

La CEOE aclara que “nunca se han levantado de ninguna mesa”, después de que Díaz apuntara que las conversaciones sobre el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) se suspendieran por la postura de la patronal. La mesa de la AENC se dio por cerrada el pasado 5 de mayo, ante la “diferencia insalvable con la cláusula de revisión salarial que pedían los representantes de los trabajadores. Desde entonces, la patronal siempre se ha enrocado y se ha opuesto, no solo a la subida del Salario Mínimo Interprofesional, sino también a cualquier cláusula de revisión salarial según IPC que vaya más allá de sus conservadoras previsiones.

“Vuelvo a pedir, con total animosidad a la CEOE, que vuelva a la mesa y que se sienten, como les compete a ellos, a negociar, por el bien del país (…). Siempre han estado a la altura de las circunstancias, tengamos altura de miras”, insiste la ministra de Trabajo.

Las mejoras salariales que plantean los sindicatos son perfectamente asumibles en un contexto de crisis y para hacer frente a los estragos de la inflación. Los sindicatos exigen a los empresarios una subida salarial del 3,5% para este año, con cláusulas de revisión, de manera que los trabajadores mantengan su poder adquisitivo.

Por su parte, la propuesta de la CEOE contempla una subida salarial del 8% repartida entre 2022 y 2024, que excluya la cláusula de revisión salarial. El planteamiento de la patronal recoge una actualización del 3,5% para 2022, del 2,5% para 2023 y del 2% para 2024. Ese es el escenario diabólico en el que se mueve Pedro Sánchez. Si consigue un pacto de rentas que satisfaga a ambas partes, podría revalidar la presidencia, en caso contrario, la conflictividad en las calles y la inestabilidad social llegarán hasta la misma Moncloa.

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1 COMENTARIO

  1. La cosas es bastante sencilla, a corto plazo lo que no se paga en salarios se añade a beneficios. Al final de mes todo lo que se reduce del pago de la nomina se incrementa en beneficios. Se llama antagonismo social al perjuicio de unos es beneficio de los otros. Aunque a largo plazo el resultado sería otro y todos saldrían relativamente favorecidos de un mundo mejor repartido, la pelea actual es la que ocupa la creencia del egoísmo individualista del pragmatismo insolidario que reconoce esta maquinaria como motor. Que recurran, cual almas bellas, a investiduras “de bien común” arrogándose n el papel de creadores de trabajo y de riqueza no es sino un intento de decorarse con una moral que rechazan como son compradores de aquel, al menor precio posible, con que transformar en capital los bienes que este produce. Les daría igual si en lugar de “bienes” el valor lo portara el estiércol, lo que cuenta para esta mentalidad no son aquellos sino su valor. Bombas, basura, contaminantes, o venenos, o muerte, todos sabemos que el pragmatismo dogmatico que habla de “buenismo” en nombre de la eficacia, si de dinero se trata está dispuesto a encontrar justificaciones; el movimiento del capital se reivindica a sí mismo en su propia reproducción. Todos estos marcos sobre el futuro, la estabilidad, la paz, y la creación no son más que meras investiduras con que encubrir la diferencia y a marginación que les es necesaria.

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