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El desconcertante y peligroso juego de Pedro Sánchez con la Constitución

Ayer el presidente del Gobierno afirmó que hay que cuidar a la Carta Magna cuando en su proyecto político se encontraba la una reforma de la Constitución basada en 4 ejes principales

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Ayer se celebró la conmemoración del 43 aniversario de la Constitución española y los mensajes desde todos los ámbitos políticos fueron una constante. Nada nuevo, todos los años ocurre lo mismo. Loas y críticas a la Carta Magna pero ninguna evolución hacia la más que necesaria reforma de la misma para adaptarla a los tiempos actuales.

No podía faltar la declaración de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y lo que afirmó desconcertó a la izquierda y no contentó a la derecha. En concreto, el presidente del Gobierno llamó a cuidar la Constitución porque costó mucho conseguirla y señaló que el mejor modo de hacerlo es cumpliendo «de pe a pa» todos sus artículos, porque consideró que las generaciones que ahora cogen el testigo de todo aquel esfuerzo que fructificó en la Carta Magna tienen que dedicar el suyo a cuidarla.

Al igual que hizo durante el 40 Congreso del PSOE, Sánchez reivindicó el pasado sin hacer mención al presente ni al futuro. En Valencia no dudó en reivindicar al Partido Socialista de Felipe González y ayer lo hizo recordando lo que trajo la Constitución tras la dictadura de Franco, «derechos y libertades, donde había dictadura; concordia y convivencia, donde antes había odio y tiranía; y pertenencia a la Unión Europea donde antes había ostracismo y aislamiento».

No habrá reforma constitucional

Este carpetazo de Sánchez a cualquier reforma constitucional de calado es desconcertante, sobre todo porque, una vez alcanzada la Presidencia de Gobierno tras la moción de censura, proyectó diferentes puntos a una futura reforma constitucional, como reafirmar la sanidad entre los derechos fundamentales, blindar las pensiones públicas en el articulado de la Carta Magna, y cambiar el artículo 99 que regula el procedimiento de investidura del presidente del Gobierno para evitar bloqueos.

Por otro lado, a raíz de la investigación a los negocios privados y la presunta corrupción de Juan Carlos I, Sánchez abrió la puerta a que una reforma constitucional incluyese también límites en la inviolabilidad del Rey, pero sin mucho entusiasmo dado que ello implicaría esa mayoría agravada y además convocar un referéndum con la Monarquía como protagonista. Esa es una línea roja que el PSOE ya ha confirmado que no va a traspasar.  

Sin embargo, todas esas ideas, expresadas en mítines, discursos o entrevistas, no llegaron a concretarse en una iniciativa articulada. Algo muy propio de Pedro Sánchez, la esencia del «sanchismo», decir una cosa para hacer a continuación lo contrario.

Desconcierto y peligro

Esta actitud de Sánchez respecto a la Constitución es, además de desconcertante, muy peligrosa, puesto que es un modo de alinearse con los otros partidos herederos de la Transición, PP y Vox, que son contrarios a que no se toque ni una sola coma de la actual Carta Magna, a pesar de que es uno de los puntos pendientes de la democracia española.

Ayer, Pedro Sánchez perdió otros cientos de miles de votos de personas de izquierdas que se sintieron abiertamente decepcionadas por el presidente que llegó a la Moncloa prometiendo cambiar las cosas a través de una política progresista en la que, en realidad, Sánchez no cree. Eso sí, cuando se vayan acercando los comicios, está claro que Pedro Sánchez volverá a ponerse su cazadora de ante o su bomber azul marino, del mismo modo en que Felipe González se ponía la chaqueta de pana y la camisa de cuadros, y retornará a presentarse ante su militancia y los votantes socialistas para prometer o reclamar la reforma de la Constitución.

Sin embargo, eso ya no cuela. Él ya ha sido presidente del Gobierno y no ha movido un dedo para cambiar la Carta Magna en los términos que prometió durante mítines, eventos o conferencias. Eso sí, llevaba la cazadora de ante puesta. En cuanto se coloca el traje y la corbata, esas cosas se olvidan. ¿En manos de quién estamos los españoles? Respuesta: de un hombre muy peligroso.  

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2 COMENTARIOS

  1. ¿Porqué no tiene consecuencias? Ya que no es ni que lo haya intentado y no pudiese por circunstancias agenas a su voluntad sino que tan siquiera piensa lo que dice, debería dimitir como mínimo, y devolver todo su salario de presidente y cancelación de virtudes que le otorguen a posteriori por jugar con el pueblo

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