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Vivas da una soberana lección a Casado de cómo comportarse con la extrema derecha

El presidente de Ceuta se mantiene firme en su decisión de abstenerse para que el líder de Vox sea declarado 'persona non grata' en la ciudad

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análisis

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Por fin un hombre sensato en el Partido Popular. Juan Jesús Vivas, presidente de Ceuta, no solo está lidiando con la crisis migratoria en la frontera marroquí con sentido común y pericia, sino que va camino de convertirse en la voz de la conciencia o Pepito Grillo de Pablo Casado. Mientras el presidente popular se escora peligrosamente a la extrema derecha, moviéndose en una ambigüedad calculada, Vivas alerta del peligro de compadrear con los ultras. Mientras Génova 13 practica la política marrullera del patadón y tentetieso contra Pedro Sánchez, el presidente ceutí se muestra crítico pero coherente y constructivo con las cosas buenas y malas que hace el Gobierno de Madrid. Y mientras Casado se enroca en el sectarismo y en la derecha más reaccionaria que se recuerda desde los tiempos de Aznar, como un hooligan más, Vivas se muestra como un político dialogante y moderado a la europea. Ya no cabe ninguna duda, Vivas es el hombre que necesita el PP.

En los últimos años hemos visto de todo en el Partido Popular, gente intransigente y fanatizada que como Rafa Hernando, Martínez Pujalte, Cayetana Álvarez de Toledo y Teodoro García Egea siempre ve la realidad del país como un hincha de su equipo. Por eso se echaba en falta un señor templado y cuerdo que dijera las cosas como son, sin manipulaciones ni oportunismos, sin medias tintas, echándole decencia, casta y vergüenza torera a la política, cualidades todas ellas que no abundan precisamente en el PP de hoy.

Hacía mucho tiempo que una voz autorizada no destacaba entre la insoportable mediocridad genovesa. “El cordón sanitario se lo puso Vox a los ceutíes”, asegura a propósito de la polémica declaración de persona non grata contra Santiago Abascal. Y claro, decir la verdad es lo que tiene: que desmonta todas las estrategias, coartadas, tácticas y bulos del alto mando casadista. No extraña, por tanto, que el estilo Vivas haya provocado opiniones a favor y en contra en el seno del PP, ni que haya encendido los ánimos de Vox hasta convertir la Asamblea ceutí en una permanente pendencia tabernaria. La orden que Abascal le ha dado a Carlos Verdejo, su diputado broncas en la plaza autónoma, es clara y concisa: darle leña y estopa a Vivas hasta conseguir que caiga como un árbol seco. Baste este mensaje en Twitter que Verdejo colgó hace solo unos días para entender de lo que hablamos: “El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y tendrá también la guerra”. Violento, cursi y patético, el sello habitual de la factoría Vox.

Sin duda, la figura política de Vivas ha crecido en las últimas semanas gracias a su bravura y gallardía a la hora de defender los intereses de sus paisanos no solo frente a la amenaza de invasión marroquí, sino frente a la derecha africanista y nostálgica de Abascal, que ha tratado de dividir a los ceutíes entre buenos y malos españoles, entre moros y cristianos, entre fieles e infieles. Contra ese guerracivilismo político se ha rebelado el presidente ceutí, que hace unos días dio orden a sus diputados de abstenerse en la votación en la Asamblea, de tal manera que el líder ultraderechista pudiese ser declarado persona non grata. ¿Qué otra cosa podía hacer el presidente ante un tipo que insulta a la mitad de los ceutíes tildándolos de traidores a España o “quintacolumnistas” de Mohamed VI? Contra semejante ataque solo cabía una medida lógica: declarar a Abascal indeseable con todas las de la ley. Él mismo se había ganado a pulso el deshonroso título cuando se plantó en la ciudad autónoma, en medio de una crisis migratoria sin precedentes, para insinuar que los ceutíes musulmanes no son españoles de pedigrí, un error inmenso por otra parte, ya que tal declaración supone darle argumentos al sátrapa de Rabat. Pero así es Abascal, un político con demasiada testosterona y pocos dedos de frente.   

Vivas podría haber escurrido el bulto, mirar para otro lado, hacer la vista gorda y no meterse con el primo Zumosol o protegido de Casado. Incluso podría haberle puesto una alfombra roja con banda de música al líder de Vox y entregarle las llaves de la ciudad como hijo predilecto. Cualquier otro en su lugar se habría quitado el muerto de encima para no incurrir en problemas con la dirección nacional del partido y seguir haciendo carrera. Pero Vivas no, Vivas decidió ser coherente y no arredrarse ni ante el bravucón Caudillo de Bilbao ni ante el jefe del despacho de arriba que hace sumiso seguidismo del dirigente ultra.

La valentía de Vivas

Por supuesto, la férrea posición de Vivas ha tenido repercusiones en Madrid. El alcalde de Villa y Corte, Martínez Almeida, ha dado un paso adelante para decir que en el PP no comparten “las declaraciones incendiarias de Vox” y Núñez Feijóo, otra voz templada del partido, lamenta que Abascal pretenda hacer explotar el polvorín de Ceuta e incluso defiende la gestión del propio Vivas, que “solo intenta tranquilizar, institucionalizar y pacificar su ciudad”. Eso sí, rechaza las sanciones ejemplares contra políticos cualquiera que sea su color, aunque ahí juegue a trilero de las Rías Gallegas al obviar interesadamente que el PP ha promovido numerosas declaraciones de ingratos en otros lugares de España, como cuando intentaron estigmatizar al alcalde de Palma, José Hila (PSOE); a José Luis Rodríguez Zapatero por no visitar Compostela en año Xacobeo; a Pedro Sánchez porque al PP no le gustaban los presupuestos para Pontevedra; y hasta a actores que no son de su cuerda como Willy Toledo (a este lo crucifican cada dos por tres con cualquier motivo, mayormente por excretar en el dogma de la Santísima Trinidad y en todo lo que se menea).

De cualquier manera, lo que parece evidente es que a Casado le ha salido un grano incómodo con Vivas, un hombre afable y juicioso que rompe la disciplina de partido, vota en conciencia lo que toca y rompe el molde del trumpismo que marca la moda primavera verano en Génova 13. El presidente ceutí dice lo que tiene decir sin importarle si Vox va a darle el voto al día siguiente o va a retirarle la confianza para derribar el trifachito de turno. O sea, que no anda todo el rato mirando las encuestas, como hace el obsesivo Casado, que ya no come ni duerme pensando en los sondeos demoscópicos y en si la ultraderecha va a darle el temido sorpasso. La política es para valientes y para gente que sabe defender sus ideas más allá de electoralismos cortoplacistas y ambiciones de poder.

Ese espíritu de independencia, ese saber vestirse por los pies, lo posee Vivas y lo define como un político a tener en cuenta. Incluso ha agradecido a Sánchez y a la UE su defensa cerrada de la españolidad de Ceuta y la integridad de sus fronteras (¡un político popular practicando el fair play democrático, frótense los ojos!). Su perfil de estadista de patria chica, por encima de consignas y órdenes de sus superiores, le honra. Se nos hace difícil elogiar a un representante de la derechona hispana (han puesto el listón de la política basura tan bajo que ya hemos perdido la fe a la hora de encontrar a uno bueno en la Sodoma genovesa), pero es justo reconocer la labor de este ceutí que cuando todos bajaban el morro ante el matón de discoteca él levantó la cabeza para actuar en defensa de la convivencia. Vivas for president.

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