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Teatrillo de PP y Vox tras la declaración de Abascal como ‘persona non grata’ en Ceuta

El partido ultra amenaza con romper gobiernos trifachitos en las comunidades autónomas

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análisis

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A Abascal lo han declarado persona non grata en Ceuta. Qué se podía esperar de un señor que acudió a la ciudad autónoma, en plena crisis migratoria con Marruecos, para echar leña al incendio, romper la convivencia y acusar a los partidos políticos y a la población musulmana de “quintacolumnistas” de las aspiraciones anexionistas de Mohamed VI. La mácula que le han colocado al Caudillo de Bilbao ha sido posible gracias a la abstención del PP de Juan Jesús Vivas, un tipo íntegro, valiente y coherente con sus ideas que choca con el veletismo de Pablo Casado, que unas veces está con Vox a muerte y otras le afea su ultraderechismo carpetovetónico.

Ceuta vive horas tensas. La Asamblea se ha convertido en una peligrosa trinchera y cualquier día allí va a pasar algo grave. Las sesiones plenarias son más enrarecidas, desagradables y violentas que una tarde de tertulia en el Sálvame Deluxe. La trifulca forma parte del orden del día, el insulto ha sustituido a las más elementales normas de cortesía parlamentaria y en el momento menos pensado sus señorías llegan a las manos, como en esos parlamentos de las repúblicas caucásicas donde unos y otros acaban a bofetadas y a tartazo limpio, a la manera de las películas del gran Chaplin.

El último episodio de la escalada verbal lo han protagonizado el diputado del PSOE Juan Gutiérrez y el portavoz de Vox-Ceuta Carlos Verdejo, un clásico ya en los duelos dialécticos del convulso hemiciclo ceutí. El diputado voxista llamó “lanchero” al socialista y le recomendó que se largara de allí o mejor que se fuera “al mar” con las pateras (qué manía tiene esta gente de la extrema derecha española con exiliar españoles de su hogar, como si aquí no hubiera sitio para todos). De inmediato, la recomendación de Verdejo fue contestada por Gutiérrez con un airado “eres un payaso provocador” antes de hacer mutis por el foro y abandonar el Pleno definitivamente.

Todo este espectáculo lamentable, todo este denigrante show orquestado por los ultras neofranquistas, tiene un único objetivo: romper la paz social en la ciudad de Ceuta, declarar la guerra cultural entre cristianos y musulmanes (ambos grupos religiosos siempre han convivido pacíficamente) y dar un paso más en la maquiavélica estrategia de extender la xenofobia en las ciudades autónomas. A eso se dedican hooligans como Verdejo, a calentar el ambiente, a instigar y a meter cizaña. Vox es una tragedia para este país, pero allí, en las pequeñas tierras españolas del norte de África, la táctica abascaliana es todavía más peligrosa, ya que rompe familias, termina con las normas de buena vecindad en los barrios multiculturales y entierra amistades sólidamente labradas generación tras generación. En una gran ciudad el odio se dispersa; en un pueblo se concentra, se condensa en una bomba a presión y termina estallando más pronto que tarde. Esa es la grave irresponsabilidad que comete Abascal, que ya ha anunciado que seguirá bajándose a Ceuta con su lata de gasolina una y otra vez, cuantas veces haga falta y pese a la declaración de persona non grata, para terminar de regar las semillas de la discordia.

Si el líder de Vox fuese un patriota de verdad, alguien que ama a su patria y que no desea agitar el guerracivilismo entre sus paisanos, dejaría enfriar el asunto. Haría bien en tomárselo con deportividad y filosofía, pero el Caudillo de Bilbao ya ha dado sobradas muestras de ser un hombre temperamental, intransigente y con escaso sentido del humor, como todo buen nostálgico del Régimen anterior. Estuvo muy feo ese intento de poner en la diana al editor de El Jueves, no solo por lo que tuvo de antidemócrata e inconstitucional, sino por su afán de retorno a la censura contra la prensa libre, como en los peores años del franquismo.

El odio de Vox

Todas esas declaraciones de hijos predilectos y personas non gratas no son más que cosas protocolarias de ayuntamientos con poco trabajo, de modo que lo mejor que podría hacer Abascal es encajar y seguir con lo suyo. A fin de cuentas, nadie le impide viajar a esa hermosa ciudad cuando quiera y pasearse por la playa del Tarajal exhibiendo músculo y palmito como el macho alfa o Pepito Piscinas de la extrema derecha ibérica. Al líder de Vox habría que recomendarle ducha fría para relajar tensiones políticas, que vaya asumiendo que no es bien recibido en las instituciones ceutíes y que siga el ejemplo del gran Groucho, que nunca pertenecía a un club que admitiera como socio a alguien como él. Si fuese un estadista de altura, se tomaría el episodio de Ceuta con grandeza, con desdén, pero ya está preparando su próxima bajada al moro para seguir agitando rebeliones rifeñas. ¿Cómo iba a dejar pasar él este caramelito que ahondará en el odio entre españoles precisamente en las sagradas tierras donde se forjó la leyenda de su idolatrado Franco?

Lógicamente, el chapapote de Ceuta ha llegado hasta Madrid, donde ya se están sintiendo las consiguientes réplicas del terremoto. Vox ha dado por liquidadas las relaciones con Génova 13, de manera que el bloque derechista parece fracturarse. “Consideramos que el PP, con su abstención y con las declaraciones de Vivas, ha roto relaciones con Vox; tomamos nota y damos las relaciones por rotas”, asegura Jorge Buxadé con pompa y circunstancia.

Es evidente que el tsunami ceutí amenaza la estabilidad de algún que otro “trifachito” autonómico y los Díaz Ayuso, Moreno Bonilla y López Miras siguen con especial interés los acontecimientos del alzamiento nacional que prepara Vox al otro lado del Estrecho. Con todo, esta ruptura de relaciones suena a escena de opereta, a numerito de embajador con monóculo que declara una falsa guerra en Versalles, a episodio de sainete de capa y espada que no llegará muy lejos porque ambos partidos se necesitan si quieren derrotar a Pedro Sánchez algún día. PP y Vox no solo están condenados a entenderse sino a coaligarse para tocar poder. Son como esos miembros de una misma familia que pese a sus desavenencias y grescas irán juntos a la boda. El calentón de verano durará hasta que llegue el otoño con sus lluvias melancólicas, sus parques sepultados en hojas secas y sus decadentes mociones de censura. La bochornosa reprimenda de Andrea Levy a sus compañeros de Ceuta por haberle puesto el cordón sanitario a Abascal y la declaración del alcalde de Madrid, Martínez Almeida (“no participaremos en señalamientos propios de la izquierda, pero tampoco compartimos las declaraciones incendiarias del líder de Vox”) forman parte de la puesta en escena. Todo teatro, puro teatro.

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