Día 20 de julio de 2020. Diario16 publicó un artículo titulado «Se prevé un confinamiento muy duro a partir de septiembre» firmado por Claudia Moreno. En ese texto se afirmaba que las presiones de la clase empresarial para abrir negocios, sobre todo de cara al sector turístico, y la irresponsabilidad ciudadana a la hora de infringir las medidas de seguridad sanitaria estaban provocando que la expansión del virus se estuviera descontrolado, lo que tendría como principal consecuencia la aplicación de un confinamiento más duro que el implementado desde marzo a junio de 2020.

Sin embargo, y a pesar de una advertencia tan clara, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, ha venido a decir, en consonancia con lo afirmado por Isabel Díaz Ayuso, que nadie se esperaba esta situación. Eso, como se puede comprobar, no es así porque Diario16 sí que lo advirtió. En ese mes de julio que ya se advirtiera de ello fue recibido con duras críticas, como se puede comprobar en los comentarios de la noticia, en las que se acusaba de alarmar sin sentido. Los hechos nos han dado la razón, tanto a Claudia Moreno como al resto de compañeros del medio.

La nefasta gestión de la pandemia por parte de la Comunidad de Madrid ha quedado demostrada una vez más. Nosotros advertimos claramente que el posicionamiento de salvar la economía a cualquier precio iba a tener un coste muy elevado, puesto que, además del confinamiento, iba a provocar una nueva ralentización económica que haría imposible una recuperación puesto que el punto de partida está en un tejido empresarial que sigue sufriendo las consecuencias de las primeras restricciones. No hay colchón. ¿Esto no lo tenían previsto? Señor Aguado, ¿o es que su fanatismo neoliberal le ha llevado a no ver lo que todo el mundo estaba viendo cuando empezaron los primeros rebrotes?

Salvar la economía por encima de cualquier cosa es una actitud, cuanto menos, imprudente y afirmar ahora, con la situación que tiene la Comunidad de Madrid, que nadie podía prever lo que está sucediendo ahora es causa de una dimisión inmediata, tanto de usted, señor Aguado, como de todo el gobierno madrileño, Isabel Díaz Ayuso incluida.

Para que no le vuelta a ocurrir, el pasado sábado Diario16 publicó otro artículo en el que se indicaba que las medidas adoptadas en las 37 zonas sanitarias llevaban al desastre más absoluto y, tal y como afirmaron los virólogos el mismo sábado, iba a ser peor el remedio que la enfermedad. Sobre todo si no se adoptan soluciones a la situación del transporte público para que los trabajadores y trabajadoras puedan acudir a sus empresas sin riesgo de contagiarse. ¿Las aglomeraciones en el Metro también son necesarias para salvar la economía? ¿No le parece, señor Aguado, que lo que están poniendo en riesgo es la vida de cientos de miles de madrileños y madrileñas? Vea las fotos y si no encuentra un motivo para solucionar ese problema concreto es que está capacitado para ostentar el cargo que ocupa.

Si no pudo leer el artículo del mes de julio, no se preocupe, señor Aguado, aquí se lo transcribo y saque las conclusiones que quiera sacar, un texto en el que, por cierto, ya se le menciona.

Los epidemiólogos son claros en cómo debe ser la respuesta al Covid19: confinamiento estricto, caiga quien caiga. En una entrevista concedida a El País, el doctor Jesús Molina Cabrillana afirmó que «Lo que hay que hacer es limitar la movilidad, pero dudo mucho que estas medidas vayan a ser seguidas por la población solo con información disuasoria […] pero siendo realista, puede ser necesario algo más estricto. Sería el confinamiento quirúrgico».

En una situación como la actual, con un virus de acelerada expansión y sin ningún tipo de respuesta por parte de la ciencia, ya sea en forma de vacuna o de tratamiento, la única manera que ha demostrado su eficacia es el confinamiento y la limitación de la movilidad, como bien afirma el epidemiólogo.

Fuentes de extremada solvencia y cercanas a los centros de toma de decisiones han confirmado a Diario16 que, con una situación como la actual, se prevé que se aplique un confinamiento mucho más duro que el de marzo una vez finalice el verano e, incluso, si el escenario empeora respecto a lo que está sucediendo en la actualidad, podrían llegarse a aplicar estas medidas restrictivas en la segunda quincena de agosto.

En Diario16 ya advertimos en el mes de mayo que una aceleración de la desescalada por las presiones empresariales iba a provocar lo que está ocurriendo actualmente: rebrotes que están generando miles de contagios.

Sin embargo, a pesar de que este riesgo existía, las diferentes patronales presionaron a los partidos de la derecha y de la ultraderecha para que que se acelerara el retorno a la normalidad previa al mes de febrero, sobre todo en el sector de la hostelería y el turismo. Un virus no podía dejar que la gallina siguiera dando los huevos de oro, aunque se esté poniendo en juego la vida y la salud de 47 millones de personas. El problema no está sólo en que estos empresarios lograron que el Gobierno cediera y abriera la puerta de la «nueva normalidad», sino en que esos portavoces políticos de las élites estén utilizando las pérdidas económicas como argumento para precipitar la reapertura de negocios en las condiciones anteriores a la declaración del estado de alarma.

El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, por ejemplo, afirmó en el mes de mayo que el hecho de que la región no pasara de fase de la desescalada estaba teniendo unas consecuencias económicas muy graves. En ningún momento se refirió a la salud de los madrileños y madrileñas ni, por supuesto, hizo referencia a los peligros que supondría un nuevo rebrote para los sanitarios, a quienes la ciudadanía homenajeó a diario pero que se verán obligados a hacer frente con las plantillas mermadas, por la falta de medios humanos y materiales, tanto de protección como de capacidad en los hospitales. Una doctora ya indicó en un vídeo que se hizo viral que, si había un rebrote, ella se cogía la baja porque los sanitarios ya no pueden más.

Pero no se trata sólo de la irresponsabilidad empresarial al priorizar los beneficios económicos a la salud de las personas. La propia ciudadanía está dando un ejemplo de todo lo que no hay que hacer al producirse aglomeraciones en diferentes situaciones: playa, fiestas privadas, discotecas, botellones, espectáculos, conciertos, terrazas, transporte público, etc. Desde que se levantó el estado de alarma se han visto imágenes que demuestran que se están relajando las medidas de prevención. Personas sin mascarilla en lugares cerrados, aforos superados en supermercados, playas a rebosar, macrofiestas con cientos de personas sin guardar las distancias de seguridad, etc.

El pasado sábado, por ejemplo, en la ciudad de Toledo se celebró un espectáculo al aire libre en el que, a pesar de las medidas de seguridad implantadas por la organización como, por ejemplo, la reducción del aforo al 50%, el número de personas que actúan en dicho espectáculo es muy elevado y hay una exposición a los contagios, tanto para los trabajadores como para los espectadores que acudan. La presencia de una persona asintomática, por ejemplo, puede provocar miles de contagios. 

Estos factores son los que están llevando a la situación actual en la que, por ejemplo, los contagios en Cataluña están tan descontrolados que Francia ya se están planteando cerrar nuevamente la frontera.

A día de hoy hay brotes activos en Cataluña (con más de 900 contagios diarios), Aragón (que se ha visto obligada a bajar a la Fase 2 de la desescalada), Galicia (120 casos), Euskadi (115), Andalucía (una fiesta en una discoteca de Córdoba ha provocado 73 personas infectadas), Baleares (14 focos activos con 71 contagiados), Castilla y León , Región de Murcia (128 contagiados), Castilla-La Mancha (51 casos), Cantabria, Madrid (4 brotes, 2 de ellos en el ámbito laboral), Navarra (91 contagiados, 51 relacionados con fiestas y ocio nocturno), Canarias, Valencia (15 focos), Asturias y Extremadura (10 focos). Es decir, la práctica totalidad de las comunidades autónomas están generando contagios en rebrotes que, en muchos casos, se han dado por la irresponsabilidad de la ciudadanía y, en otros, por actividades relacionadas con la reactivación de la actividad económica.

Sin embargo, lo que queda claro es que a las dictaduras privadas, a los representantes del capital deshumanizado, no les importan las vidas de las personas ni la salud del pueblo y, sobre todo, serían más felices sometiendo a la humanidad y acabando con las democracias. Por eso, los representantes democráticos del pueblo no pueden permitir que los regímenes de libertades y derechos sean sometidos por quienes, en realidad, no tienen alma, sólo dinero.

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