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Pedro Sánchez: en sus manos, ¡qué canalla es la política!

El presidente del Gobierno va utilizando cada movimiento del Ejecutivo en función a los intereses personales que pueda tener, ponderando o defenestrando en cada momento concreto a quien haga falta, sin miramientos de ningún tipo, estrategia que no hace sino llevar al caos absoluto al Estado español. ¡Qué pronto se ha olvidado de cómo y de quiénes le llevaron a la Moncloa… qué canalla es la política en sus manos!

Manuel Domínguez Moreno
Manuel Domínguez Moreno
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional
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análisis

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España tiene un problema con Pedro Sánchez, un serio problema que sólo se solucionará cuando él, que no el PSOE, deje la Presidencia del Gobierno. La gestión de Sánchez es un verdadero agujero negro que succionará y hará desaparecer mucho de lo avanzado en años. La cuestión es sencilla: Sánchez sólo hará lo que le beneficie a él y, por tanto, sus victorias suponen una derrota para el Estado y, en consecuencia, para el pueblo español.

Ahora nos hallamos en un momento en que el presidente está enfrascado en la mesa de negociación sobre el conflicto político de Cataluña. Da la sensación de que los representantes catalanes no saben con quién se están enfrentando y eso también será muy peligroso para el pueblo catalán que mira con esperanza que los problemas derivados del procés no continúen afectando a la vida real.

Cuando alguien se sienta a dialogar con las cartas marcadas o no sabe negociar en busca de un objetivo que beneficie al bien común, no al particular, entonces la única interpretación posible es que quien así actúa pretende engañar a la otra parte y a los millones de personas a las que representa.

No es normal que el CIS haya publicado unos datos de intención de voto como los que presentó, casualmente, el día en que se reunía la mesa de negociación, unas cifras que, por cierto, no se las cree nadie.

Hay que partir de la base de que, con Sánchez en la Moncloa, nada se hace sin la intención de beneficiar los intereses del presidente y todas las estrategias se implementan con la misma frialdad e igual cálculo que la personalidad de Sánchez. El único objetivo de ese sondeo del CIS fue generar confianza en las fuerzas soberanistas catalanas de cara a hacerles ver que con esos números sería posible la reforma constitucional que permitiera la convocatoria de un referéndum vinculante sobre la autodeterminación de Cataluña. Con esas cifras del CIS, además, Sánchez presenta un escenario para que, de cara a unas nuevas elecciones, las fuerzas soberanistas le mantengan su apoyo.

Esta estrategia también la está aplicando en el propio gobierno de coalición. Sánchez está jugando con los pesos y pondera o defenestra a quien haga falta para salir reforzado, caiga quien caiga y sea quien sea el defenestrado. Dan igual las lealtades, dan igual los servicios prestados, todo le da exactamente igual con tal de que en las ruedas de prensa o en las comparecencias públicas la victoria le sea asignada a él.

La guerra Calviño-Díaz

El mejor ejemplo de ello lo tenemos en el juego que mantiene con Yolanda Díaz y Nadia Calviño. Por un lado, Sánchez ha beneficiado claramente a la ministra de Asuntos Económicos y representante de las élites financieras, empresariales y económicas en el Consejo de Ministros en todo lo referente a la reforma laboral. Mientras la ministra de Trabajo lleva toda la legislatura intentando derogar las leyes del Partido Popular, Sánchez, a pesar de sus promesas, no ha movido un dedo para tocar la reforma que llevó los derechos laborales de la clase trabajadora a una situación más propia de la Revolución Industrial que del siglo XXI. Esa reforma laboral, por ejemplo, está permitiendo a los bancos despedir de manera cruel e indiscriminada a decenas de miles de personas mientras obtienen miles de millones de euros de beneficios.  

Por otro lado, ha hecho lo contrario en lo referente a la subida de 15 euros del salario mínimo interprofesional. En este caso le ha dado todo el poder a Yolanda Díaz y no ha permitido que la ministra de Asuntos Económicos siquiera se siente en la mesa de negociación con los agentes sociales. De ahí que Calviño siguiera renegando del acuerdo entre sindicatos y Gobierno cuando ya estaba cerrado.

La presencia de Nadia Calviño en el Ejecutivo es una tara ideológica importante para el gobierno de coalición progresista, como algún que otro miembro del gabinete. Esto sólo es posible si se entiende que a Sánchez le interesa trasladar a las élites que les está dando poder en el Ejecutivo con una representante ocupando, nada más y nada menos, que la Vicepresidencia Primera.

El PSOE paga las consecuencias

Hasta ahora, a Sánchez le interesaba mantener en primera línea y conceder a Calviño prácticamente todo, salvo las pequeñas victorias que ha ido consiguiendo Yolanda Díaz. Sin embargo, cuando se acerca el ecuador de la legislatura, posiblemente la última con Sánchez en la Moncloa, el presidente sabe que debe dar impulso a las políticas sociales que, en realidad, fueron las que le llevaron a ganar las elecciones, o, al menos, la promesa de que iba a aplicar una política basada en la justicia social, algo que no ha hecho gracias a la patente de corso que le concedió a la ministra de Asuntos Económicos.

Sin embargo, esta estrategia está provocado que el PSOE pierda millones de votos. Dar a Calviño todo el poder que le dio ha lastrado claramente la percepción electoral. El pueblo sólo es engañado si se deja engañar, eso es algo que Sánchez sabe muy bien y, en la actualidad, sólo los más sectarios siguen apoyando a Pedro Sánchez porque, fíjense ustedes, el sectarismo es la mejor arma para la ceguera y compran cualquier pequeño éxito de Sánchez para hacer campañas en favor del líder supremo.

El actual presidente ha dado la espalda a los millones de afectados por las cláusulas abusivas y las operaciones fraudulentas de la banca y se ha posicionado claramente en el lado de las entidades financieras.

En el Caso Popular, por ejemplo, permitió que Nadia Calviño aprobara la fusión por absorción con el Santander sólo tres meses después de la moción de censura cuando aún no había una decisión judicial firme sobre la legalidad o ilegalidad de la resolución. Además, mantuvo a la Abogacía del Estado personada en el Tribunal General de la Unión Europea para defender los intereses del Santander con argumentos en los que, incluso, se justifica la vulneración de derechos fundamentales de los afectados.

Respecto a las cláusulas abusivas, Sánchez no ha movido un dedo en favor de los millones de personas que han sido víctimas de la falta de transparencia de los bancos y ha continuado, al igual que el Caso Popular, manteniendo a la Abogacía del Estado defendiendo con uñas y dientes, enfrentándose incluso a la Comisión Europea, para que los bancos no tengan que devolver las decenas de miles de millones de euros que deben a las víctimas de la banca. Sólo con el IRPH los bancos tendrían que devolver 44.000 millones de euros, según un estudio de Goldman Sachs.

Crueldad, frialdad y cálculo

Por otro lado, las personas tampoco cuentan para Sánchez ni la lealtad o los servicios prestados. En el momento en que alguien ya no le es útil o le puede lastrar sus estrategias prescinde de esa persona con la más absoluta crueldad, grabándoles una «letra escarlata» y sin tener en cuenta los servicios prestados. Este es el caso del exministro José Luis Ábalos, uno de sus principales apoyos para recuperar la Secretaría General del PSOE en 2017, uno de sus ministros más leales y el valenciano ha sido defenestrado de forma absolutamente cruel tanto a nivel ministerial como de partido.

Cuando se iniciaron los movimientos previos a la mesa de negociación con Cataluña, a Sánchez le interesaba enviar como candidato a Salvador Illa, una persona con un talante pausado y negociador que podría acaparar a los votantes decepcionados tanto del bando independentista como del unionista. Sin embargo, necesitaba a otra persona que le fuera útil de cara a la mesa y por eso introdujo en el gobierno a Miquel Iceta para que esté presente en la mesa de negociación. En el momento en que no le necesite, y podría ser pronto, el exlíder del PSC saldrá del Ejecutivo para que le sustituya otra persona a la que poder controlar mejor. Todo ello por no hablar con lo que le puede ocurrir a Óscar Puente.

Todo aquel que esté cerca de Pedro Sánchez debe tener el conocimiento de que su lealtad no tendrá recompensa, salvo que entre en un estado de sumisión absoluta hacia el líder supremo. Los militantes del PSOE, en los que tanto se apoyó y a los que tanto prometió, deben saber que Sánchez utilizó su poder para blindarse en la Secretaría General y que cuando la militancia tiene voz, es decir, en los procesos de primarias, es posible que no se respete su voluntad, como ya ha ocurrido en varias ocasiones durante el mandato de Pedro «el Grande», porque tiene el poder reglamentario y estatutario para hacerlo.

En consecuencia, Pedro Sánchez no tiene la capacidad de liderar ni un proceso de negociación ni un gobierno de izquierdas progresista porque éste siempre estará lastrado por sus intereses personales que no van más allá de mantenerse en el poder al precio que sea, incluso, si fuera necesario, llegando al escenario de la gran coalición con el Partido Popular. ¡Qué pronto se ha olvidado de cómo y de quién le llevó a la Moncloa y qué canalla es la política en sus manos!

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2 COMENTARIOS

  1. lo malo de todo esto es que cogera el poder un partido CORRUPTO LLENO DE MUY MALA LECHE DE GUERRAS DE PODER Y DE IDEOLOGIA PERO MUY MUY MUY CONSERVADORA VAMOS FACISTA Y SIN OLVIDAR LO MAL QUE CASADO HABLA DE ESPAÑA FUERA DE ESPAÑA NO SOY VOTANTE DEL PSOE SI DE UNIDAS PODEMOS PERO ME DA MIEDO VER AL PP EN EL PODER CON AYUDA DE VOX

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