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Los adolescentes del centro de Menores de Hortaleza duermen en el suelo entre instalaciones obsoletas

La Comunidad de Madrid sigue sin tomar medidas ni acoger con dignidad a los chicos y chicas por los que los trabajadores lanzan “un grito de desesperación”

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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Si los adolescentes que acoge el Centro de Menores de Hortaleza de Madrid alguna vez soñaron con llegar a España y encontrar la tierra prometida, el destino les ha jugado una mala pasada. La Comunidad de Madrid permite que pasen los meses y los años sin dar una solución a las obsoletas instalaciones donde conviven estos menores sin esperanza. Algunos de ellos duermen en el suelo, comen poco y apenas aprenden nada, salvo a sobrevivir.

Los jóvenes y adolescentes del Centro de Primera Acogida de Hortaleza están sufriendo un doble calvario. Por un lado, ven cómo su situación, muy precaria en España, no tiene fácil solución y por otra cómo las instituciones que deberían protegerles, les abandonan, según SATSE.

Diario16 también ha denunciado durante meses esta situación sin que haya habido intención alguna de la Comunidad de Madrid por mejorar la calidad de vida de los menores.

Grito de desesperación

Los trabajadores del Centro de Primera Acogida de Hortaleza, dependiente de la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS) han vuelto a lanzar un grito de desesperación ya que han vuelto a comprobar cómo las promesas se han quedado en eso, en promesas, y el centro permanece abandonado por todos, según informa el Sindicato de Enfermería de SATSE en Madrid.

Un trabajador afirma que “la situación no cambia y las perspectivas de solución se congelan. Esto es un grito desesperado de ayuda de los trabajadores del Centro de Primera Acogida de Hortaleza. Solo pedimos dignidad para nuestro trabajo y para los jóvenes y adolescentes en dificultad social”.

Recesvinto Valiente, delegado de SATSE Madrid en el AMAS, afirma rotundo que la solución, si alguna vez existió, está en algún cajón. “Cuando pedimos soluciones y preguntamos qué van a hacer sólo obtenemos buenas palabras y que todo está en marcha. La realidad es que tanto al Gobierno como al AMAS, la situación parece haberles desbordado y no quieren asumir una alternativa viable”.

Colchones en los pasillos, falta de mantenimiento que provoca que haya mobiliario roto, instalaciones obsoletas,… es la realidad que se percibe en una instalación que debería ser modélica ya que está trabajando con jóvenes y adolescentes en grave riesgo de exclusión social.

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