Vivimos unos días muy convulsos para el sector financiero y dos hechos han saltado a la actualidad poniendo de manifiesto cómo las grandes entidades son utilizadas por las redes criminales internacionales para blanquear y mover su dinero sucio, tal y como muestra la investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés).

Por otro lado, según ha informado Bloomberg News, el banco más grande de Estados Unidos por activos, JP Morgan Chase & Co está dispuesto a pagar una multa de 1.000 millones de dólares para evitar que el Departamento de Justicia, la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas y la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) continúen investigando la manipulación del mercado en la intermediación que el banco de inversión realiza respecto a materias primas y valores del Tesoro.

En referencia a este último asunto, las autoridades estadounidenses deben tomar medidas mucho más drásticas y no aceptar la oferta de 1.000 millones porque para JP Morgan esa cantidad, aunque sea una sanción récord, supone una gota en el océano para una entidad que dispone de 2,4 billones de dólares en activos. En este caso, las investigaciones de los organismos deben continuar hasta el final y, de confirmarse dicha manipulación, retirar la licencia y dejarlo caer como ya ocurrió con Lehman Brothers. Sería una medida ejemplarizante para el resto del sector financiero, sobre todo para los más grandes, dado que actúan bajo la impunidad que les otorga el sistema con la muralla del too big to fail (demasiado grande para caer).

Además, si JP Morgan está dispuesto a pagar 1.000 millones para evitar que las investigaciones continúen, es un reconocimiento de culpa de un mal mayor y, en consecuencia, lo que se pretende es una minimización de riesgos, algo que no se puede permitir porque las consecuencias de la presunta manipulación del mercado serán mucho mayores.

Como decimos, esta noticia de la multa que pretende pagar JP Morgan enlaza con la investigación que se está haciendo pública por parte del ICIJ sobre el blanqueo de 2 billones de euros por parte de 5 de los principales bancos del mundo. Además de JP Morgan, los datos hechos públicos por el Consorcio, de los que se ha hecho eco Diario16, están Deutsche Bank, HSBC, Standard Chartered y New York Bank of Mellon.

Las cifras indican que JP Morgan es, tras el banco alemán, el segundo en el ranking del lavado de dinero sucio. En concreto, la investigación de ICIJ ha detectado flujos de dinero sucio por valor de medio billón de dólares en el periodo 1999-2017.

En esos años, el banco de inversión movió dinero de personas y empresas vinculadas, por ejemplo, con el expolio de Malasia, Venezuela o Ucrania, según indican los documentos que ha publicado el Consorcio Internacional. Respecto al primer país, JP Morgan movió más de 1.000 millones de dólares para Jho Low, el financiero que estaba detrás del escándalo 1MDB, el caso de cleptocracia más importante de la historia.

JP Morgan, según lo registros analizados en la investigación, movió y procesó dinero del que fuera gerente de la campaña de Donald Trump en 2016, Paul Manafort. Durante 14 meses el banco de inversión transfirió casi 7 millones de dólares, en medio de la polémica surgida en torno a Manafort en la que se incluyeron acusaciones por blanqueo de capitales y corrupción durante la época en la que trabajó para un partido prorruso en Ucrania.

Además, durante el periodo 2011/14, JP Morgan aumentó las transacciones de dinero sucio a pesar de haber prometido al Gobierno de los Estados Unidos que potenciaría y mejoraría sus controles para el blanqueo de capitales. Fue en ese periodo en el que la empresa pantalla ABSI recibió más de 1.000 millones de dólares de JP Morgan desde 2010 hasta 2015. Se realizaron operaciones por medio de una cuenta directa hasta 2013 y por medio de la banca corresponsal, es decir, acuerdos entre JP Morgan con otras entidades extranjeras, por las que se permite realizar transacciones en dólares estadounidenses a través de las cuentas del banco de inversión. Detrás de esa empresa se encuentra el gran jefe de la mafia rusa, Semion Mogilevich.

En consecuencia, las autoridades supervisoras del sistema financiero mundial no pueden permitir que las grandes corporaciones bancarias continúen bajo un manto de impunidad que les predispone a la realización de operaciones ilegales que ponen en riesgo a todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo. Las multas no son suficientes porque para estos gigantes, con billones de dólares en activos, el dinero de las sanciones no les supone ningún quebranto en su negocio. En muchos casos, la opacidad con la que operan les permite trabajar con el dinero procedente del crimen organizado (armas, drogas, trata de seres humanos) y una sanción lo único que provocará será que ajusten sus comisiones para recuperar el dinero pagado.

Por tanto, la solución está en la retirada de las licencias y en frenar la actividad. Cuando una operación policial contra una mafia o una red criminal termina con la eliminación de la misma, se paraliza toda la actividad empresarial que pudieran tener. ¿Por qué no se hace esto con los grandes de la banca que, en muchos casos, han convertido el movimiento de dinero ilícito en su modelo de negocio? JP Morgan tiene ya un largo historial, como muchos otros, pero ya es hora de que se tomen decisiones ejemplarizantes para evitar que la impunidad financiera sirva para que las redes criminales del mundo continúen operando.

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