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Garamendi tampoco tiene ni idea de lo que es el comunismo

El presidente de la patronal asegura que la medida del "30 por 30" para que los españoles puedan llegar a fin de mes le parece "soviética"

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análisis

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En una entrevista en ABC, Garamendi asegura que topar precios de primera necesidad para que los españoles puedan llegar a final de mes supone una medida soviética. El presidente de la patronal CEOE es otro que ya ve comunistas en todas partes, como aquel personaje de Teléfono Rojo, el peliculón de Kubrick, que vivía obsesionado con la idea de que los bolcheviques querían contaminar sus preciados fluidos corporales. Habría que preguntarle al patrón de patronos en qué colegio (seguramente privado y tendenciosamente sectario o doctrinario) estudió el capítulo de la historia sobre el comunismo y sus principios elementales. Se desconoce si dio clases con los maristas o con los jesuitas, en los caros liceos franceses o en las prestigiosas academias de Harvard, pero sea donde fuere, es evidente que no le explicaron bien los fundamentos del marxismo o si lo hicieron él no lo entendió. Aquí estamos nosotros para cubrir aquellas carencias educativas de la juventud.

De entrada, una economía intervenida, estatal, soviética, lo controla todo, desde los medios de producción (un tractor, una grúa o una cadena de montaje) hasta los puntos de distribución y venta de la economía. Nada escapa a la supervisión del Estado, que fija salarios, precios y beneficios empresariales. Para empezar, si España fuese una economía colectivizada o intervenida, tal como dice el señor Garamendi, él no estaría al frente de la patronal sencillamente porque no habría patronal. Los empresarios actuarían como un eslabón más de la cadena productiva y serían los propios trabajadores quienes, a través de los sóviets, tendrían todo el poder a la hora de tomar decisiones de planificación. Por descontado, si viviésemos en un régimen marxista o rojo, el señor presidente de la CEOE tampoco podría disfrutar del casoplón que seguramente ocupa, ya que la propiedad privada habría quedado abolida. La mejor prueba empírica y palpable de que España no es un régimen comunista es el cochazo con el que Garamendi acude cada día a su flamante despacho, un vehículo oficial o particular, eso ya nos da lo mismo puesto que ambos son símbolo de lujosa ostentación, de desigualdad entre clases sociales y de injusticia social. Por tanto, un simple análisis del funcionamiento de la economía española, claramente competitiva y de mercado, sirve para desmontar el discurso político de medio pelo del máximo dirigente de la CEOE.

Pero hay más. De lo que se está hablando aquí no es de fijar un precio máximo a productos básicos de la cesta de la compra como el pan, la leche, el arroz, los huevos o el aceite –una medida que de llevarse a cabo desde el Gobierno podría justificar cierta acusación de intervencionismo estatal–, sino de pactar con las grandes superficies una oferta comercial alimentaria temporal para tiempos de crisis, de inflación disparada y de hambre en muchos hogares de este país. Desde ese punto de vista, lo que hace Yolanda Díaz con su audaz propuesta es animar o incentivar a empresas multinacionales como Carrefour a que arrimen el hombro en un momento tan especialmente delicado como una economía de guerra. La iniciativa no solo ha sido bien recibida por el conocido centro comercial de origen francés, sino que otros establecimientos y supermercados se están planteando sumarse también al imaginativo 30 por 30 lanzado por la ministra de Trabajo (30 productos de primera necesidad a 30 euros).

A Garamendi se le supone un hombre formado en el mundo empresarial y versado en las leyes del mercado y en las fórmulas de venta y mercadotecnia de una economía basada en el modelo consumista. Él mejor que nadie debería ver la gran diferencia que existe entre intervencionismo comunista, entre planificación total de la economía desde los despachos de los burócratas y funcionarios del poder bolchevique, y lo que no deja de ser una campaña más de marketing que a las grandes superficies les suena a música celestial, ya que con el “30 por 30” podrán quitarse de encima los pesados stocks, todo ese conjunto de mercancías o productos que no se pueden colocar porque el sistema capitalista produce más de lo que el consumidor puede adquirir. Es decir, género sobrante y que se apila en la trastienda y almacenes a la espera de su venta o comercialización. Desde esta perspectiva, la propuesta en la que trabajan Díaz y Carrefour copia esas campañas navideñas en las que se ofrece un dos por uno, solo que ahora se le da al comprador un 30 por 30, un cebo en el que, a buen seguro, picarán millones de españoles. Preparémonos por tanto para ver anuncios, carteles publicitarios y eslóganes más o menos ingeniosos como aquel “porque yo no soy tonto” con el que cierta cadena comercial inundó las carreteras de medio país de vallas publicitarias y de anuncios en la televisión.

A Garamendi habría que explicarle, aunque él seguramente no lo quiera escuchar, que el 30 por 30 es una medida contemplada en el artículo 149.13 de la Constitución, que establece la posibilidad de fijar precios como una potestad y competencia del Estado para corregir el funcionamiento no competitivo de algunos mercados y proteger así a los consumidores del poder de los monopolios y oligopolios. “Aún no he oído a Competencia. Si hiciéramos lo mismo los empresarios tendríamos una denuncia y una multa sobre la mesa”, dice el jefe de la patronal en su entrevista abecedaria. Lo dicho: pura demagogia, politiqueo marrullero al margen de la realidad y trumpismo empresarial de brocha gorda.

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6 COMENTARIOS

  1. Es a lo que ha contribuido esta propaganda barata de medios reaccionarios a la que no le importa interpretar la historia, (el conjunto de acontecimientos que va cambiando con el tiempo en múltiples direcciones), para su interés, como un momento concreto, particular y local, que les permita hegemonizar la idea con que pretenden adoctrinar. Sin vergüenza ni sentido del ridículo no les importa hacer gala de tal ignorancia y, lo mismo que muestran desconocer por completo la evolución del progresismo en su forma socialdemócrata, intentan evitar que se vea el giro a la derecha que el liberalismo keynesiano ha tomado, en ese mismo periodo, en su forma neoliberal.
    Que se va hacer con quien, hablando de mercados, hace comunista la intervención liberal keynesina que pone límites al despliegue destructor de la especulación de precios, mientras reconoce que su inverso, poner límites si de colocarlo se trata por debajo de su coste, es razonable, como establecen las reglas del susodicho mercado, entonces ya no se limita la libertad. En ambos casos el daño es evidente. Nos podemos sorprender de la consistencia de estos personajes que, hasta ayer defendían y sometían a las reglas de mercado (la desaparición de los débiles y no competitivos por su absorción en el mismo)a las empresas (los bancos) aunque cuando fracasaron en la crisis de 2008, corrieron gimoteando a que los Estados los rescataran (no solo las cajas, sino bancos privados financiados con dinero público como con los “respos”, tanto locales como internacionales, aseguradoras, e inversoras, que no tuvieron reparo en recibir dinero público, pero sí una resistencia numantina a devolverlo.
    Han construido un mundo analfabeto confundiendo el saqueo con la redistribución, la especulación con la producción, y el expolio con el reintegro, nos venden que los piratas son descubridores.

  2. ¡Ojala España fuese una República Soviética! La lógica de su economía no sería el beneficio para unos pocos, los grandes patronos; sino el bienestar de los muchos y el poder de los soviets, es decir, el poder del campesinado y trabajadores, unidos a un ejercito liberador.

    • Pepin:Ni usted ni yo sabemos lo que es el comunismo,asi que no hable de lo que no sabe ni ha vivido.Si sabemos bien lo que es el capitalismo y en este pais lo que es tambien el fascismo.
      Por cierto,que se sepa,en China cuando pillan a un alto cargo que ha robado lo defenestran y hasta lo fusilan,en este pais,capitalista puro y duro, en vez de defentestralo lo llaman emerito y no se le juzga.
      Siga opinando con los ojos cerrados.

  3. Garamendi nombra a lo soviético, porque de la izquierda lo que quiere reconocer es el totalitarismo que se hizo presente, tras la revolución, en lugar de las socialdemocracias de los países del Norte de Europa. Quiere desea imponer el modelo que la gente de izquierdas tiene que elegir porque no le gustaría competir con aquellas que, en su lugar e desarrollaron la forma más avanzada del mundo occidental . Es decir que, pretende establecer, en forma propagandista doctrinaria, hasta lo que deben de pensar sus adversarios ideológicos, que no es lo que suele pensar la izquierda cuando habla de modelos y evolución de socialismo, que acordó “como socialdemocracia” con el liberalismo keynesiano, las condiciones de sociedad del bienestar, en la forma de mercado con intervención.

  4. Efectivamente el Sr. Garamendi no quiere oír todo lo que no le interesa, pero si pusiera un poco de voluntad antes de irse de este mundo, debería enterarse que si decimos que el comunismo ha fracasado, mejor dicho lo hemos ahogado, igualmente ha hecho el capitalismo que solo va encaminado a enriquecer a los más espabilados, concentrando así todo el capital en menos manos y empobreciendo a la gran mayoría de personas del planeta. Eso de que el Mercado se regula por sí solo es un bulo que no se sostiene, o hasta cuándo tenemos que esperar para que dejen de sangrarnos con los precios de la energía los oligopolios que soportamos, se aprovechan de que la gente es buena, o es tonta, o un poco de las dos cosas.

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