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El día que Mohamed VI se «trumpizó» en sus relaciones con España

La política exterior de nuestros vecinos del norte de África va cambiando, como una veleta, según soplan los vientos de la historia

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análisis

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Marruecos nunca se ha caracterizado por una política exterior definida. Siempre se ha arrimado al sol que más calienta y en función de cómo sople el viento. Cuando España está débil por circunstancias históricas, toca reivindicar Ceuta y Melilla; cuando los españoles se recuperan de sus pájaras históricas, se estrechan los lazos de amistad, cooperación y buena vecindad. Desde hace algunos días, el reino alauí ha entrado en una nueva fase de su diplomacia con Madrid: tensar la cuerda al máximo.

La oleada de inmigrantes que se ha vivido en Ceuta, premeditada por el régimen de Rabat, no es más que la consecuencia de la nueva estrategia. Desde hace algún tiempo Mohamed VI se había propuesto atornillar al vecino rico del norte y ponerlo contra las cuerdas para recuperar la soberanía del Sáhara Occidental. Atrás quedaban los años de la buena educación y las buenas maneras con el rey Juan Carlos I.

Para ello el monarca marrquí preparó el terreno: selló una alianza inquebrantable con Trump, rompió con los países hermanos (el monarca ya no acude a las Cumbres de la Liga Árabe) y se acercó también al eje Moscú-Pekín, siempre neutral en la cuestión saharaui, una posición aséptica que le conviene y mucho a Marruecos. De alguna forma, el sucesor de Hasán II se trumpizó en sus relaciones con España, por decirlo de forma llana y directa.

Lógicamente, nuestros vecinos del sur van virando en sus políticas internacionales porque también viran Washington y Bruselas a la hora de abordar el espinoso conflicto saharaui. De esta manera, es imposible saber qué harán los marroquíes mañana por la mañana.

El trato ha cambiado desde que España decidió acoger a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, por motivos de salud

En cualquier caso, el trato ha cambiado desde que España decidió acoger a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, por motivos de salud. Era la excusa perfecta para un nuevo volantazo y poder exigir la soberanía sobre el Sáhara Occidental. «En fin, parece que Mohamed VI —más tiempo fuera que dentro de su país— en el corto plazo, mantendrá sus dos objetivos primordiales: conseguir apoyos en el conflicto del Sáhara Occidental y, en segundo lugar, asistencia económica para aliviar la desastrosa situación doméstica de la monarquía. Para ello, el monarca seguirá cambiando de aliados, así como de jefes de su servicio exterior. Es decir, una diplomacia sin rumbo y sin cabeza estable», asegura el analista Abdo Taleb Omar en La Voz del Sur.

Ayer, las autoridades de Marruecos acusaban a España de tener la «voluntad de crear problemas», en medio de la crisis diplomática desatada por la hospitalización de Ghali.

El primer ministro marroquí, Saadedín Ozmani, encabezó en la tarde del jueves un encuentro con varios ministros y líderes de los partidos políticos con representación en el Parlamento en el que el titular de la cartera de Exteriores, Naser Burita, presentó un informe sobre la situación.

Tras ello, el portavoz del Ejecutivo, Saaid Amzazi, resaltó que los participantes deploraron que «España se deja llevar por la voluntad de crear problemas, de frustrar los esfuerzos de Marruecos para consagrar su integridad territorial y de intentar presionar» a Rabat.

Dinámica negativa de Mohamed VI

«Los participantes consideraron que las posiciones de España, que atentan contra la causa nacional que supone un consenso entre todos los marroquíes, han socavado la confianza y el respeto mutuos», afirmó Amzazi durante la lectura del comunicado final tras la reunión.

Así, indicó que los participantes consideraron que se trata de «una actitud inadecuada por parte de un país amigo vinculado a Marruecos por importantes asociaciones estratégicas», antes de hacer hincapié en que «la cuestión de la integridad territorial (de Marruecos) experimenta una dinámica positiva gracias al apoyo político internacional».

Por otra parte, los participantes resaltaron el apoyo de los partidos al rey Mohamed VI y manifestaron que las causas de la crisis está relacionada con la situación en Sáhara Occidental, un asunto que «concierne a todos los marroquíes», tal y como ha recogido la agencia estatal marroquí de noticias, MAP.

Según estas informaciones, los participantes en el encuentro «condenaron los intentos de desviar el debate» sobre las causas de la crisis e hicieron hincapié en que el motivo es el ingreso de Ghali «con documentos falsificados y una identidad usurpada», pese a estar requerido por los tribunales.

Previamente, la embajadora de Marruecos en Madrid, Karima Benyaich, había acusado a la ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya, de realizar declaraciones «inapropiadas» y presentar «hechos erróneos» en la actual crisis política, en la que estaría en juego el «respeto mutuo» entre los dos países.

Benyaich, a la que Rabat llamó a consultas, cargó directamente contra Laya por sus declaraciones públicas, que ha considerado fruto de «la agitación y el nerviosismo» y arguyó que la crisis «ha desvelado las verdaderas intenciones implícitas y motivaciones de ciertos círculos en España, que persisten en querer dañar a los intereses superiores del Reino (de Marruecos) desde la recuperación del Sahara marroquí en 1975».

En este sentido, se preguntó si las declaraciones de Laya (que la agencia oficial no específica) se deben a un «desacierto» o hay un trasfondo contrario a la «integridad territorial» de Marruecos, una causa que Benyaich ha calificado de «sagrada». «Marruecos toma nota y actuará en consecuencia», zanjó. Lo que vaya a hacer, nadie lo sabe.

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