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Vox implanta el «estilo Torrente» en la Policía española

Las Fuerzas de Seguridad del Estado, que gozan del máximo prestigio nacional e internacional, corren serio riesgo de politización por el partido de Abascal

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análisis

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La ley mordaza es inconstitucional y tiene que ser derogada. No lo dice Pedro Sánchez ni Alberto Rodríguez –el diputado de Podemos empapelado por dar una patada a un policía de la que no hay pruebas ni testigos más allá del testimonio del afectado–, lo dicen todos los organismos y tribunales con competencias en la materia. Que el bodrio autoritario ideado por Rajoy para reprimir manifestaciones callejeras va contra derechos fundamentales es algo que ha denunciado la ONU, la Unión Europea, la Comisión de Venecia y hasta el Tribunal Constitucional, el máximo órgano judicial español nada sospechoso de chavismo. Sin embargo, este fin de semana las derechas volverán a sacar a la calle a los policías para forzar al Gobierno a dar marcha atrás a su batería de enmiendas contra la ley de seguridad ciudadana. Preparémonos pues para un desfile militar en toda regla, una película de acción con los policías de Jusapol en el papel de extras y haciendo realidad el gran sueño del golpe a Sánchez de Santi Abascal.

Como buen discípulo aventajado de Trump, el líder de Vox sigue la hoja de ruta trazada por el ideólogo del nuevo fascismo posmoderno. Trump prometió un muro fronterizo y Abascal contempla su muro también (cada vez que va a Ceuta y Melilla la lía parda con ese tema). Trump niega la violencia machista y miren ustedes lo que pasó ayer en el Congreso de los Diputados. Y si Trump tiene a sus paramilitares barbudos de los Proud Boys, gente bragada y armada hasta los dientes dispuesta a asaltar el Capitolio, en su cerco al Congreso Abascal cuenta con la Policía Nacional y la Guardia Civil, que ya lo siguen como un solo hombre en su “guerra cultural” contra el socialcomunista bilduetarra. No deja de ser preocupante que un gremio fundamental para el sostenimiento del Estado de derecho como el de las fuerzas de seguridad se haya cuadrado marcialmente, poniéndose sin rechistar a las órdenes del Caudillo de Bilbao. La misión de un policía es servir al ciudadano, al de derechas y al de izquierdas, y no mezclarse en asuntos políticos ni con un salvapatrias de opereta. Un agente debería mantener la escrupulosa neutralidad ideológica a la que está obligado por ley, como se le exige a cualquier otro funcionario de la Administración pública, pero parece que aquí ya nos hemos acostumbrado a que la policía española sea la policía de Vox. Otra involución franquista. De ahí a la Brigada Político Social hay solo un paso. De ahí al viejo modelo pareja de la Guardia Civil buscando al gitano con el jamón al hombro por los caminos polvorientos de España media solo un suspiro.  

Produce miedo y estupor que un sindicato como Jusapol, que en teoría está para defender los legítimos derechos laborales de los policías, se haya convertido en la fuerza de choque de un partido ultraderechista, cuando no en la guardia de corps de Abascal. Pero así son las cosas, así de crudo y de negro se está poniendo el panorama en nuestra maltrecha democracia. En los últimos tiempos Vox se ha infiltrado peligrosamente en las instituciones y en el tejido social de este país. Ya controlan la judicatura (bochornoso que el Tribunal Constitucional tumbe un estado de alarma por una pandemia tras un recurso voxista que no se sostiene ni lógica ni jurídicamente). Ya cuentan con el apoyo incondicional de no pocos grupos de cabildeo (camioneros, agricultores, autónomos) que si se echan a la calle llevados por el odio ultra son capaces de paralizar un país y poner de rodillas a un Gobierno democrático. Y el remate al peligroso proceso hacia el Sindicato Vertical que lo controla todo es esa descarada politización de nuestras Fuerzas de Seguridad del Estado, que acabarán incluyendo en sus manuales de instrucción policial los principios generales del Movimiento Nacional, el estilo Torrente (el brazo tonto y facha de la ley), y un teñido al uniforme verde oliva de la Guardia Civil para darle el clásico tono fosforito Vox. Habrá que ver a los guardias de la España de Abascal enfundados en el mono chillón del partido único. Una horterada.

Toda esa radicalización de un cuerpo policial echado al monte viene, no lo olvidemos, de los tiempos de Rajoy, del procés de independencia en Cataluña y de unos piolines antidisturbios a los que primero arengaron con el patriótico grito de “a por ellos oé” y más tarde dejaron tirados, condenándolos al angosto camarote de un barco y al rancho frío y malo, como en la leyenda de la España negra que abandonó a su suerte a los últimos de Filipinas. O sea, que la derecha ultraliberal, una vez más, tiene bastante que ver en la progresiva degradación de un servicio público vital para el Estado de bienestar como es la seguridad.

Siempre se ha dicho que tenemos la mejor Policía del mundo. Y es cierto, ahí están los datos y estadísticas para corroborar esa tesis. Fruto de esa buena labor de modernización y europeización de los cuarteles que se ha hecho durante décadas es que hoy España registra las cifras más bajas de delincuencia de la Unión Europea y el guiri que visita nuestro país puede pasear por la noche y llenar los bares de copas de nuestras grandes ciudades sin miedo al tironero, al descuidero y otras faunas criminales. Pero a este paso, de continuarse por la senda de la politización y la radicalización extrema, van a terminar por ensuciar la buena imagen de nuestros agentes dentro y fuera de las fronteras. Si el ciudadano ya no confía en sus jueces politizados, los eficaces agentes españoles van camino de perder también ese halo de prestigio y esa brillante hoja de servicios en la lucha contra la delincuencia común, el terrorismo, la droga y el crimen organizado.

No cabe ninguna duda de que Jusapol es la guardia mora del nuevo Generalísimo. Una pena que las demás organizaciones y asociaciones policiales, por temor a perder votos, traguen con lo que les dicta el Sindicato Vertical. En cuanto al desnortado Casado, a esta hora se desconoce si va a acudir. El problema es que, aunque vaya, ya no pinta nada en esta historia. Pobre hombre.

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1 COMENTARIO

  1. Es muy evidente que los políticos y policías que defienden la ley mordaza tienen un grave déficit intelectual y democrático, intelectual porque no saben siquiera leer o interpretar la constitución que juran defender, y democrático porque si hay una ley o una orden ministerial, igual a la que dio pie a este grave suceso y que incomprensiblemente el tribunal constitucional no vió en su dia su inoportuna e ilegal aplicación en un sistema de aspiración democrática, ahora se rectifica y se modifica esta falta y esta ley nefasta y deben aceptar con ese mismo grado de respeto, que delata su ideología fascista y que explico: uno la caga con el derecho que sólo él tiene y el resto le limpia su culo con la lengua, pero tengo malas noticias en cuanto al asunto: Si uno como dicen es demócrata o cuando menos constitucionalista debe aceptar la decisión de la mayoría. Llegaremos al día en que deban grabar toda su jornada de trabajo y presentarla al terminar su tarea, algo que en algunas empresas ya se hace con aceptación contractual. Aunque a estos lamepollas va a ser muy difícil hacerles comprender nada. Y como le dicen a la zorra de Álvarez de Toledo; si no te gusta, vete. Piltrafas.

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