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Todos los políticos se suman sin pudor al mercadillo de los impuestos

La propuesta de Ximo Puig de rebajar el IRPF no ha gustado en Moncloa mientras las comunidades autónomas entran en la subasta fiscal ante la inminencia de las elecciones

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análisis

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Se acercan las elecciones y, como suele ocurrir, todos los políticos abren su puestecillo ambulante de la rebaja de impuestos para tratar de captar el voto del ciudadano indignado, confuso o desafecto con la democracia y el Estado de bienestar. Esto es como en las rebajas, solo que en lugar de ofrecer un dos por uno o un pantalón vaquero de saldo dan unas migajillas tributarias del IRPF al pobre (que en general no le resuelven la vida ni la cesta de la compra) o un suculento pastel en el impuesto de patrimonio al rico (este sí que se ahorra un buen pellizco que para sí lo quisiéramos todos).

Se ha abierto el tenderete, zoco o mercado de baratillo y nuestros dirigentes, ya sean del PP o del PSOE, andan como vendedores trashumantes ofreciendo sus chollos. A alguno solo le falta la furgoneta y el megáfono, o sea aquello de “vamos nena que se acaban, cuatro melones veinte duros”. Así, la madrileña Isabel Díaz Ayuso dio el pistoletazo de salida a esta agresiva campaña electoral ofreciendo una amnistía a las grandes fortunas, a la que se sumó alegremente Juanma Moreno Bonilla en Andalucía. Después de eso, ya todos han entrado a saco en la subasta o rastrillo de los impuestos. Ni siquiera el valenciano Ximo Puig, hasta hoy gran barón territorial del sanchismo, ha querido quedarse atrás en la carrera por comprar el voto a precio de ganga. Su propuesta de rebajar un tramo en el IRPF a las rentas más bajas no ha gustado en Moncloa. Y con razón. Un Gobierno auténticamente socialista tiene la obligación de mantener intactos los impuestos renunciando a hacer populismo y demagogia con ellos. Esa y no otra es la única manera de sostener el buen funcionamiento de los servicios públicos. De hecho, la gran diferencia entre un dirigente de izquierdas y otro conservador, más allá de las cuestiones sociales dermoestéticas, reside en la política fiscal. A un socialista de verdad no le duelen prendas a la hora de pagar impuestos porque sabe que solo así se contribuirá a una sociedad más justa, cohesionada e igualitaria. Por el contrario, un neoliberal hará todo lo posible por escaquearse de pagar impuestos sencillamente porque siente alergia a lo público (es cierto que le interesa el estado de bienestar, pero el suyo, su propio bienestar y no otro). Reparto equitativo de la riqueza versus insolidaridad; derechos versus privilegios; socialismo versus egoísmo y usura capitalista. Ahí está la clave de todo, ahí radica la madre del cordero.  

Con su propuesta, Ximo Puig entra en la loca carrera por la rebaja de los impuestos y aunque es cierto que él quiere beneficiar a las rentas más bajas frente a las más altas, el mensaje que se transmite a la sociedad resulta nefasto. Al ciudadano, que no entiende de tramos fiscales, complejas deducciones o farragosas bonificaciones, se le está diciendo que Ayuso va en la buena dirección recortando tributos y montando el dumping fiscal regional. Se está reconociendo implícitamente, tal como alega la lideresa castiza, que pagamos demasiado al fisco y que ya ha llegado la hora de aflojar el torniquete impositivo que ahoga a tantas familias. Es así como se compra el marco ideológico de la derecha, de modo que no nos extrañemos después si Giorgia Meloni arrasa en una Italia donde hasta en Livorno, cuna del comunismo, se han sumado ya a la gran fiesta fascista.

En realidad, los valencianos no van a vivir mucho mejor tras el ofertón de Puig. Algunos ni van a notar la ayuda fiscal. Las rentas de hasta 20.000 euros se ahorrarán 117 al año y las inferiores a 30.000 unos 67. Estamos pues ante el chocolate del loro, un regalo que no da ni para invitar a los amigos a una paella en la bella Malvarrosa. En lo material, la medida apenas se notará en los bolsillos de las clases medias, pero el discurso venenoso de que pagar impuestos es malo, un incordio, tal como predican Ayuso y sus monaguillos neoliberales, seguirá calando y consumando el destrozo. Por si fuera poco, la medida adoptada por el presidente de la Generalitat, bienintencionada en lo filosófico pero letal en lo político al romper con el principio básico de la izquierda de que el Estado de bienestar hay que pagarlo, supone un ataque directo a la estrategia económica de Sánchez, que estos días se afana por convencer a los españoles de que piensa subir los impuestos a los más ricos. Por ahí, el PSOE se deshilacha un poco más.

De momento, todas las comunidades estudian rebajas fiscales, las del PP siguiendo la estela ayusista que beneficia a los millonarios, las del PSOE para que parezca que se hace algo con los menos adinerados (lo cual no deja de responder a cierto complejo respecto a la derecha). Galicia, Canarias, las Castillas y otras regiones se lanzan a la política del todo a cien, al bazar de la bicoca y a la compra descarada del voto como en los tiempos del caciquismo, abrazándose como a un clavo ardiendo al palabro de moda: deflactar. Desde Lambán a Page, pasando por el asturiano Barbón (éste tira de eufemismo cuando dice que piensa “aplicar deducciones u otras medidas antinflación”), los barones socialistas se suben al carro o tenderete de los impuestos. Fernández Vara parece el único que de momento se mantiene fuerte y sin claudicar, pero acabará pasando por el aro, ya lo verán ustedes. Los vientos fascistas que nos llegan de Europa soplan contra el socialismo y el Estado de bienestar y nadie quiere perder el poder. Si hay que bajar impuestos se bajan. Si hay que volverse un poco liberal, sin problema. Todo por la poltrona y sálvese quien pueda.

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3 COMENTARIOS

  1. Sin ningún pudor, el “mercadillo” usa la necesidad aparente para establecer esta hegemonía ideológica: generalizando como un “todo” una pequeña realidad ajena que nada tiene que ver con lo que se ofrece. Bajar impuestos a los que más tienen o una insignificancia a los que menos, para simular que se está atendiendo las dificultades de los ciudadanos. Y ciertos medios, con menos pudor todavía, en su intento de hacer parecer que el populismo que ahora asoma en las autonomías gobernadas por el PESOE justifica el que siempre y de siempre ha estado presente en el PP.
    Ni unos ni otros y como vemos, tampoco algunos de la izquierda, tienen en su cabeza la realidad por la que pasan los ciudadanos y solo piensan en qué les beneficia en unas próximas elecciones y quienes los financian y los respaldan (a políticos y medios), para lo que están dispuestos a tergiversar la realidad mediante este cinismo ideológico que, como describe Sloterdijk en Critica de la Razón Cínica, pone, con semejante subversión del sentido que se aplica al argumento “impuestos”, moral (la defensa de los ciudadanos) al servicio de la inmoralidad (los intereses de los privilegiados del sistema).

  2. Yo hice ahora una simple regla de tres, sustituyendo los ingresos, los gastos y el importe de una hipotética deuda que hace mención a tal que adeuda el estado por la mía propia. Desconozco si se recauda más ( entiéndase cantidad representativa ) por otros conceptos, pero aunque me salen las cuentas no me dá lugar a reducción alguna por no recomendable, porque esa redución que me aplico me altera el nivel de ingresos a la baja. Era un ensayo que podréis hacer hoy, porque mañána puede valer otra normativa, otra cuenta, otra regla de medir… Y donde dije digo… Es fácil tomar medidas y anularlas, lo difícil es que cuadren las cuentas; que esas cuentas fuesen las más adecuadas; que las más adecuadas gusten en Europa; y que Europa sepa de una vez que es lo que nos conviene.
    Esto es más o menos lo que todos teníamos claro antes de ponerme a desbarrar todo un párrafo. Pero lo que yo y algunos de vosotros os estaréis preguntando es: Si en un momento con la delicadeza, volatilidad, peligrosidad incluso en la economía (mundial también) europea se puede abrir el circo de las rebajas fiscales, qué cojones estaba pasando todos estos últimos años tan duros.? Espero que ninguno de los grandes partidos culpe a la desgana de la oposicion porque jamás se ha planteado. Incluso después de anunciar la bajada alguno se permitía subir los impuestos.

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