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Pedro Sánchez y Ana Patricia Botín: ¡Que se besen, que se besen!

Resulta absolutamente impresentable para el pueblo español que una entidad financiera con el historial de Banco Santander, por sus múltiples comportamientos deshumanizados, salga a rescatar la imagen de la ministra Nadia Calviño y, por extensión, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Manuel Domínguez Moreno
Manuel Domínguez Moreno
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional
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análisis

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A medida que pasan los días, Pedro Sánchez se va pareciendo más al personaje de Frank Underwood en la serie House of Cards. Cualquier cosa es válida, cualquier aliado, venga de donde venga, se convierte en fundamental si con ello se logra mantener la Presidencia. Ayer vimos un ejemplo más con las palabras de Ana Patricia Botín apoyando las políticas de Sánchez.

En un mundo normal, un presidente que se autodenomina «progresista de izquierdas» tendría al valor de enfrentarse a los poderes fácticos en favor de las clases medias y trabajadoras. Por tanto, sería imposible que la mayor representante del capitalismo inhumano y deshumanizado apoyara a ese presidente como lo hizo ayer la señora Botín.

Resulta absolutamente impresentable para el pueblo español que una entidad financiera con el historial de Banco Santander, por sus múltiples comportamientos deshumanizados, salga a rescatar la imagen de la ministra Nadia Calviño y, por extensión, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmando, como hizo la señora Botín, en el día de ayer que España en breve, no en diez años ni en veinte, en breve, ¡ya!, se convertirá en la primera potencia económica del mundo.

El hecho de que Sánchez haya podido dialogar o conversar con el presidente de Estados Unidos durante 30 segundos o media hora (junto a otros presidentes o primeros ministros), no será noticia. La noticia hubiera sido lo contrario, que el presidente Joe Biden no pueda ser recibido más de 30 segundos o media hora por el presidente Sánchez y su ministra de Economía.

En muchos casos es vergonzoso que, sin escrúpulos (probablemente porque no lo tenga), Ana Patricia Botín, la presidenta del Banco Santander, haya realizado estas manifestaciones a favor de la política económica de Sánchez, cuando su banco fue sancionado hace 2 días por la CNMC por la forma de comercializar los créditos ICO avalados por el Estado para paliar los efectos económicos de la pandemia.

Todo ello se lleva a máximos cuando reiteradamente su comportamiento de obstrucción a la justicia en el caso Popular es digno o más propio de una dictadura que de una democracia gobernada por un gobierno nacido de un pacto de izquierda progresista. Lo peor es que quienes están, hasta el día de hoy, obstruyendo la instrucción del magistrado Calama Teixeira son el Banco Santander, el FROB, el Ministerio de Economía y el presidente del Gobierno.

A todo lo anterior hay que añadir la posición de la Abogacía del Estado en los litigios abiertos en el Tribunal General de Justicia de la Unión Europea, donde el organismo encargado de defender los intereses de España, es decir, de su pueblo, está poniendo toda la carne en el asador para, ¡oh, sorpresa!, defender una operación diabólica que arruinó a 1,2 millones de españoles y españolas para beneficiar en exclusiva al Santander. No es la primera vez y, por desgracia, tampoco la última.

¿Cómo es posible que un importante cargo de la Moncloa, como es Francisco Salazar, se pliegue a entregar un premio a Banco Santander? ¿Este es el pago por las palabras de Ana Patricia Botín? ¿Hasta ese punto de «depravación democrática» o de sumisión está llegando el actual presidente? ¿Se ha entrado en el vil «algún día, y tal vez ese día nunca llegue, te pediré que hagas algo por mí, pero hasta ese día…»?

Con estos antecedentes, no me extraña que la señora Botín salga con la pancarta, como si defendiendo la dignidad del pueblo español se lograse que dentro de unos años España será un paraíso de la economía.

¿Qué le debe Sánchez a Botín?

Sigo preguntándome una y mil veces qué le debe Pedro Sánchez a Ana Patricia Botín, o al revés, si esto es un fruto de un macabro político, porque a estas alturas se vende lo que será España dentro de unos meses, pero no hablan de los cierres de hoteles, de que no llegan los fondos europeos cuando más se necesitan, de que los fondos SEPI solo se concedieron a las empresas Air Europa, Halcón Viajes, Viajes Barceló, Duro Felguera y la tan traída y llevada aerolínea Plus Ultra, que parece que se ha hecho adrede para frenar los créditos honrosos.

La sumisión de Pedro Sánchez a Ana Patricia Botín a cambio de unas migajas de gloria no sólo está destrozando a la sociedad española, sino que, de paso, destruye absolutamente a la organización de la que se sirvió para llegar al poder. No es posible que alguien que se autodefine como «socialista» esté dispuesto a colocarse en el bando de quienes no dudan en utilizar los valores intrínsecos del socialismo como lanzadera comercial.

El feminismo, por ejemplo, que tanto utiliza la señora Botín, sin una respuesta de rechazo contundente por parte de algunas mujeres socialistas, no es más que una herramienta para lograr captar clientes. Señor Sánchez, la presidenta del Santander, en una Junta de Accionistas, no dudó en señalar que el feminismo era bueno para el negocio. Señor presidente, el banco presidido por la señora Botín lanzó un fondo exclusivo para mujeres sólo unas semanas después de que se autoproclamara feminista en una entrevista en la radio. ¿No ha captado las señales? ¿Por qué, entonces, Ana Patricia Botín no se declara comunista o socialista? Tenga por seguro, señor presidente, que si llegara a hacerlo a los pocos días en las oficinas del Santander se estaría vendiendo el «Fondo Proletario».  

España y los españoles necesitan soluciones para hoy, no historias vendidas por anticipado por una presidenta de banco, mostrando una dictadura deshumanizada del capitalismo.

Presidente, con amigas como Ana Patricia Botín no necesitas enemigos, a menos que esa amistad se vea compensada por otros gestos llamados razones de Estado, cuando en el temblor esencial que sufre España es que el país no sabe por qué un presidente socialista y un gobierno de izquierda progresista y comunista es capaz de sentarse en una mesa de diálogo para entender la libertad de los pueblos, sea tan frecuentemente alabado y enaltecido por quien solamente produce al pueblo amenazas, presuntas corrupciones, blanqueos, alteración de precios en concursos o subastas públicas, enriquecimiento ilícito, amenazas, intimidación, coacciones y tráfico de influencias, incluso valiéndose en ocasiones, posiblemente, del jefe de gabinete del presidente que solo se distingue por sus ideas, que se vanagloria de no tener ideología.

La coherencia ideológica

Le recuerdo, señor Sánchez, por si de esto no sabe, que la ideología y aún más, la que representa el PSOE de Pablo Iglesias Posse, es aquella que personifica el timbre de la voz humana. La ideología es el estudio del origen de las ideas humanizadas, es un pensamiento que se fundamenta en los principios de ver la conciencia social y la condición humana. Hablar de disponer de ideas, si estas van dirigidas a los valores humanos para construir la igualdad, la equidad de la economía precisamente, la iniciativa personal, la cooperación moral del individuo, eliminando compensaciones espurias, entonces, si esa fuesen sus ideas, serían socialistas. De otro modo, nada le distinguiría de José María Aznar o Mariano Rajoy porque ellos ya supieron plegarse y entregarse a los poderosos olvidándose del pueblo que sufre, precisamente, por los abusos de esas clases dominantes que sólo pueden ser posibles si desde el poder democrático se les concede impunidad a cambio de unas migajas de gloria temporal.

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1 COMENTARIO

  1. La defraudadora de la lista Falciani se agarra a la rama del político que más le convenga, no por gusto, que igual también, pero sí para que le siga amparando sus fechorías. Y los políticos del estilo de este tipo, muy pagados de si mismos, es decir, casi todos, meten la mano en la cazuela que sea para buscar sustento prolongado. También las puertas giratorias les gustan mucho para meter familiares e introducirse ellos.

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