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Mediocres (y 2)

Un programa de izquierdas

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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La clave de un programa de izquierdas para nuestra época debe superar la aspiración a la transformación del fundamento del sistema económico. Eso no va a ningún lado, es un anhelo que ni siquiera sabemos si es legítimo o posible, porque una cosa es aceptar el diagnóstico del capitalismo, revelado como la mera expresión de la avaricia más infantil, y otra creer que se puedan doblegar miles de años de estupidez con la mera buena voluntad…

Yo creo que hoy la verdadera revolución de izquierdas consiste en revertir el flujo de la inversión estatal, devolverlo a la clase trabajadora, que no es más que la que no puede vivir de rentas o inversiones, olvidémonos del ideal romántico fascistófilo de “pueblo”. Cuando digo revertir hablo de dos grandes movimientos enfriadores de la economía:

*Dejar de financiar el crecimiento desaforado de las ciudades, el futuro sostenible no pasa por ahí, sólo hay que ver cómo el gran capital está empujando a la población hacia macronúcleos incontrolables de mano de obra semiesclava fundamentada en la ignorancia y el consumo manipulado… la izquierda humanista debe rechazar automáticamente esos parámetros, las vías de comunicación, esas venas no pueden seguir alimentando estos monstruos fagocitadores de medio ambiente y humanidad, núcleos de gentrificación y despersonalización que, además, cada vez cuentan con menos servicios sociales transformándose en auténticas selvas de hormigón. Ser de izquierdas hoy no pasa por recrear Blade Runner, por moderno que pueda parecer.

*Dejar de financiar a las grandes corporaciones a través de la inversión pública; han demostrado su voracidad, han demostrado que sólo entienden el idioma del incremento constante del beneficio a costa de los derechos humanos y económicos y legales y medioambientales, hay que volver al tejido productivo real, no financiero, y a la pequeña empresa, hay que atomizar de nuevo la economía y repoblar este país, que está emigrando hacia ciudades gigantes que en realidad sólo pueden ofrecer miseria y limitadísimas oportunidades encaminadas al crecimiento exponencial de las grandes fortunas, no se engañe. Por eso les interesa controlar la política, la tienen cogida por la entrepierna, aprietan como quieren: liberémonos.

Hay que utilizar nuestros enormes presupuestos para deshacerse de la deuda, endeudarse no es progresista, es ponerse en manos de ese ente terrorífico llamado “los mercados”. Hay que subir los impuestos, sí, subirlos y evitar el fraude, bajar el gasto y dedicarlo a reflotar colegios rurales, centros de salud en los pueblos, un transporte público real que permita ir a cualquier parte sin tener que comprar un coche si no se quiere, pueblo a pueblo y aldea a aldea, todo ello con el respaldo de lo Público…, crearíamos cientos de miles de puestos de trabajo para todo tipo de cualificación, gente que gasta y paga impuestos, moviéndose por toda la península, hemos de redimensionar a la baja la economía, no se trata de tener más sino de planificar mejor.

Si está pensando que las grandes empresas no van a querer invertir aquí, usted es derechas. Me parece estupendo, su modelo económico es otro. La alternativa que yo propongo es un enfriamiento de esta economía, una vuelta a lo rural probablemente con sueldos menores pero no por ello con menor nivel de vida, sino al revés: una desmonetarización de la calidad de vida, una vuelta a la tienda pequeña y al consumo de bienes producidos necesarios y no producir bienes para consumir, que es el motor del capital: inventar estupideces que se convierten en indispensables para que paguemos por inventar estupideces que sean indispensables consumiendo, de camino destruyendo el medio ambiente sin pensar en el apocalipsis que eso supone. Thunberg adolescente lo ve más claro que nuestras sesudas ingenieras ministrables.

Un programa de izquierdas ha de ser liberal, y no me contradigo, lo que afirmo es que no puede estar permitiendo la intervención permanente del Estado en la economía para, bajo la amenaza de que no hay realidad posible fuera del gran capital inversor, mover todo su poder político en favor de quienes se supone (y así lo defienden) podrían sobrevivir por su propia fortaleza inversora. Pues que sobrevivan, y si no les gusta: probablemente en Corea del Norte podrían planificar bien la rentabilidad de sus inversiones.

La izquierda debe despertar, debe salir de su drogadicción de moneda lisérgica y su pesadilla estalinista, o se vuelve a la producción de bienes de consumo básico o estamos condenados a un planeta insufrible medioambientalmente y cuyo futuro pasa por una dictadura universal a lo China, interventora para los inocentes y liberal-capitalista para los asesinos legisladores. No hay alternativa, ésta es la lucha, o despertamos o sucumbimos. No hay otra.

Mediocres

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