viernes, 26abril, 2024
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Franccismo

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Sol es un perro de raza Beagle al que, debido a su gran olfato, le gusta meterse en líos. Vive en un idílico paraje entre hermosos álamos blancos que mecen sus hojas doradas por el sol al viento de primavera. Entre los frondosos árboles, discurre un serpeante riachuelo cangrejero de aguas bravas y cristalinas cuyo susurro desprende paz y tranquilidad. Cercana al río, en un cortado artificial de una pequeña loma, los dueños de Sol, Eustolia y Amasvindo (Tolia y Vindo para los conocidos) camuflaron una casa que solo es visible desde el propio regato.

Tolia y Vindo, son veterinarios. Tienen una pequeña clínica en La Rival, una localidad situada tan solo a cinco kilómetros, valle abajo. Hace años que decidieron dejar el mundanal ruido de la gran ciudad y establecerse en este pequeño valle de la provincia de Burgos. Viven principalmente de los cuidados veterinarios que prestan a ganaderos y agricultores locales. Vacas, caballos, ovejas y cabras son sus principales pacientes. Aunque últimamente gatos, perros y hasta alguna iguana, son cada día más frecuentes.

Desde su llegada, Tolia y Vindo participan en los trances de la Comunidad. Hará como unos dos años, hubo un problema serio para el medio ambiente. Una furgoneta que circulaba por una carretera comarcal, tuvo un accidente. El vehículo transportaba ilegalmente animales exóticos. Media docena de parejas de puercoespín, tres parejas de nutria enana, varios coatíes y unas cuantas crías de cocodrilo. Los cocodrilos fueron recuperados casi inmediatamente, algunos en mal estado. Los coatíes murieron en los tres días que tardaron en encontrarlos. Las nutrias enanas no han sido capturadas, a pesar de que hay quién dice haberlas visto río arriba a unos diez kilómetros. De los doce puercoespines, seis machos y seis hembras dos murieron, cuatro fueron localizados y atrapados con trampas y los otros seis, tampoco han podido ser recuperados aunque se sospecha más o menos el paraje por el que andan.

A la gente del lugar les hace gracia tener en su pueblo animales que nunca han visto. Un vecino de la Rival, cuenta a quién quiere escucharle, como fue su encuentro con uno de estos bichos en el camino que bordea el Monte Nuevo. El animal se sintió amenazado y soltó todas sus púas contra la amenaza, en este caso la rueda de la bicicleta que resultó con más agujeros que un colador. A Argimiro, el vecino ciclista, le hizo tanta gracia que lo cuenta como una anécdota divertida. Pero Tolia ya le ha dicho varias veces que de haber sido su pierna, en lugar de la rueda de la bici, ahora no lo contaría con tanta alegría.

Los paisanos no son conscientes del problema que supone introducir una especie foránea en su territorio. Puede parecer una cosa graciosa ver nadar unas cuantas nutrias en el Pozo del Tío Colorao, aguas arriba del pueblo en un paraje entre grandes cantos rodados y enormes piedras de basalto. Pero las seis nutrias, pueden reproducirse y en un año ser doce. Con los puercoespines es aún peor. Las nutrias si no tienen comida, acabarán sucumbiendo, después de haber aniquilado todos los cangrejos. Pero los puercoespines comen casi todo tipo de brotes tiernos y frutas. Además de granos si no hay otra cosa. Cuando se coman la comida de las vacas y además acaben hiriéndolas con sus púas, seguro que entonces dejan de verlo con complacencia.

Pero la gente, le sigue quitando hierro al asunto. Les gusta la excentricidad que producen. En las charlas que los veterinarios han dado en el Ayuntamiento para concienciar a las personas que deben informar si ven alguno de estos animales raros, la gente se muestra reacia y dice que no será para tanto. 

Anochece en el arroyo junto a la casa de los veterinarios. Sol, el perro que siempre anda suelto buscando problemas, ladra como si un extraño estuviera en las inmediaciones. Tolia sale a calmar al perro y este emprende una larga carrera camino arriba, hacia el pueblo. Tolia le sigue con la vista. Parece que está olfateando algo en unos matorrales de jara que hay junto al montón de piedras del camino. De pronto Sol empieza a aullar. Son ladridos de dolor. Vuelve a la carrera hacia la casa. Cuando llega a la puerta trae toda la cara llena de espinas. Tendrán que dormirle para quitárselas. 

Ha pasado una semana desde que Sol tuvo el percance con uno de los puercoespines. Nadie ha vuelto a ver a ninguno de ellos. Es mediodía. El hijo pequeño de Argimiro y dos de sus amigos juegan a la gurria con unas botellas que han colocado en la parte superior de uno de los tubos de fibrocemento que dejaron en el Corral de Concejo los de la contrata de la concentración, hace cinco años. Cuando se disponen a tirar el primer guijarro, algo les llama la atención. Parece que hay un bicho junto al improvisado pedestal. Se acercan. Podría ser un gato. El hijo de Argimiro se agacha para mirar y mete la cabeza dentro del tubo. Empiezan los llantos y el dolor. Tiene toda la cara llena de espinas. Sus compañeros corren en busca de ayuda. Una de las espinas se le ha clavado en un ojo. Es posible que se quede tuerto.


 

Franccismo

 

Hay numerosos avisos sobre la involución franquista que estamos padeciendo. Quizá no seamos capaces de verlo porque, para ello, deberíamos dejar de ver la televisión y comenzar a leer en diversas fuentes, a ser posible extranjeras y de todo signo, para saber que las cosas no cuadran y que estamos ante un peligro verdadero y fatalista. En España el fascismo se camufla con el franquismo y ahí está uno de los principales problemas.

Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar al periodista Carlos Hernández en un programa de radio para minorías (Carne Cruda), que se emite a través de internet. Javier Gallego, director del programa, es uno de esos periodistas censurados por ser incómodos para el régimen que han deambulado por diversos canales mayoritarios. Primero Radio 3 dónde fue defenestrado y después en la Cadena Ser (aunque en esta última emisora la salida fue al finalizar la temporada) hasta acabar en la red produciendo su programa a través del crowdfunding. Bien, en ese programa el periodista Carlos Hernández de Miguel (corresponsal de guerra en Kosovo, Palestina, Afganistán e Iraq), comentaba el trabajo de documentación realizado para localizar 300 campos de concentración de la España de Franco. Hasta hace unos cuantos meses, un servidor conocía el genocidio masivo realizado por el franquismo durante la guerra, y una vez finalizada, en la década de los cuarenta. Conocía las atrocidades de Mola cometidas en los días siguientes al golpe de estado del 36 en Pamplona por el libro de Lorenzo Silva, “Recordarán tu nombre”. Conocía los trabajos forzados a los que se les sometió a los presos republicanos en Cuelgamuros y las represalias políticas que vinieron después por personas muy allegadas cuyas familias lo sufrieron en primera persona. Incluso había llegado a tener conocimiento de la existencia del Campo de Concentración de Miranda de Ebro en el que se recluyeron centenares de presos de las Brigadas Internacionales. Lo que no sabía era que hubo más de 300 campos de concentración en toda España. Campos en los que los hombres morían de hambre y las mujeres, que como no eran recluidas porque el franquismo las consideraba insignificantes, eran violadas cuando se acercaban a las alambradas para hacerles llegar la comida, que dentro no les daban, a sus familiares recluidos. Campos a los que acudían los alcaldes de la Falange, de los pueblos cercanos, a reconocer a sus paisanos para que fueran fusilados inmediatamente. Campos en los que, un hombre y un perro llegaron a luchar por un hueso de pata de cerdo totalmente descarnado y en el que el perro acabó desgarrando el brazo del humano entre las risas de los “guardianes”.

Desde pequeño siempre he escuchado eso de que en los dos bandos hubo atrocidades (sobre todo es algo que siempre decía el padre de mi cuñado que le tocó luchar en primera línea en Aragón, dónde el frente cambiaba de lugar bastante a menudo). Pero no es verdad. Es algo que los combatientes, personas obligadas a luchar, se autoinculcaron a fuego en su cerebro, como defensa para no acabar en uno de esos campos de concentración. En el lado republicano también hubo campos, pero no fueron de exterminio. Porque de lo que se trataba en el lado fascista era de acabar con cualquiera que pudiera ser sospechoso de algo que en un futuro pudiera suponer un peligro para el régimen. Desde haber votado alguna vez a la izquierda, hasta haber sido sindicalista. Pero no solo con esas personas sino también con sus mujeres, padres, hijos y hasta cuñados. El propio Mola en una orden dictada en abril del 36 (tres meses antes del golpe) ya hablaba de cortar por lo sano de crear una atmósfera de represión que acabara con todo aquello que pudiera ser contrario a sus pretensiones.

Esta peligrosa involución que ha recorrido un extenso camino de cuarenta y un años, durante los cuales el PSOE no he hecho absolutamente nada para atajarla, nos ha llevado a la situación actual en la que los franquistas se pasan la ley por el forro de sus escrotos y han convertido el régimen del 78 en un apéndice de régimen represor de la dictadura, interpretando leyes como el ya famoso artículo 708 de la ley de enjuiciamiento criminal, que data de 1882, y que Marchena interpreta contrariamente a las decisiones del Constitucional de los años 80. Solo hay que observar a nuestro alrededor para darse cuenta. Militares golpistas condecorados que entran y salen de los cuarteles como si fueran su casa. Policías asesinos, torturadores y corruptos también condecorados que entran y salen de las comisarías como si estuvieran en activo y con mando en plaza. Militares que firman manifiestos a favor de Franco a los que no les ocurre nada, mientras a los que firman por la libertad y la democracia acaban expedientados. Militares que obligan a mujeres embarazadas a cavar zanjas. La mujer acaba abortando y siendo expulsada del cuerpo. El superior sigue en su puesto. Militares denunciantes de una corrupción, que todo el que hemos hecho el servicio militar conocemos, que acaban siendo expulsados del ejército y perseguidos. Tribunales que enjuician a políticos en procesos de la vergüenza en los que se impiden mostrar vídeos como pruebas y en los que el propio tribunal acaba haciendo de fiscal y la fiscal repite como un papagayo la respuesta de uno de los guardias civiles testigos de la acusación en el mismo momento en el que esta se produce.

Todos decimos que nos disgusta el discurso de los matones fascistas que se presentan como salvadores de la patria cuando han vivido toda su vida de las mamandurrias. Pero ese discurso ha sido asumido y blanqueado por el partido que tradicionalmente ha impedido que el franquismo sea condenado. Y lo que es más grave, por el otro partido anaranjado que dicen venir a renovar. La libertad no consiste en hacer que todo el mundo piense como tú, sino en que todo el mundo pueda pensar y actuar como tenga a bien. Nadie que se crea en posesión de la verdad absoluta es un demócrata. Nadie que se erija en portavoz de todos es un demócrata. Nadie que crea que España solo es él y los que la ven como él es un demócrata. La mayoría de la gente solo quiere vivir una vida tranquila. Trabajo, algo de dinero y poder disfrutar de una caña en una terraza al sol. Eso no convierte a los salvapatrias en sus portavoces. Porque son ellos los que crean conflicto y no los que rebatimos sus ideas totalitarias.

Yo NO deseo la muerte de ninguno de ellos. Ni quiero impedir que ningún católico vayan a misa o que, nostálgicos, loen a Franco si quieren (eso sí, en su intimidad, sin ilegalidades y con su dinero). Sin embargo, ellos no van a dudar en encarcelarme o incluso asesinarme si no hago lo que ellos quieren. No van a dudar en meterme en la cárcel por escribir artículos como este. No van a dudar en desahuciarme al considerarme que no soy un buen español porque no creo en la estupidez de creerse mejor por haber nacido aquí. Igual que no quiero subvenciones para los ateos, o para los musulmanes, tampoco quiero que la iglesia católica se sostenga con fondos públicos. Ellos confunden lo público hasta el punto de asegurar que es suyo. El culpable de un asesinato en una riña no es el que quiere impedir la agresión, sino el que sustenta el cuchillo y lo clava con saña.

Si alguno de vosotros se cree a salvo porque es de los que solo pretende tomar cañas en el bar, a los que los falangistas fueron a buscar a mi pueblo (y que no se llevaron gracias al cura) el único pecado cometido era el de no ir a misa. Solo por eso, tuvieron que huir y desparecer para no ser asesinados.

Si apreciáis algo el futuro de vuestros hijos, de nosotros depende que esto no se repita.

El Franquismo solo es fascismo. No hay diferencias.

Salud, feminismo, república y más escuelas (públicas y laicas).

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