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Elogio de la riqueza

Prohibida la pobreza (y II)

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análisis

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Si les sobra dinero, dénmelo. Me encanta la riqueza, tengo un gusto exquisito: bien comer y estar cómodo y sin pensar problemas son algunos de mis objetivos vitales, soy cada vez más simple, qué se le va a hacer. No digamos el acceso al Arte, yo me compraría el cuadro de los cuervos sobre los trigales de Van Gogh para colocarlo enfrente de donde me siento, por el gusto de remirar buscando. Gracias a los ricos hoy bebemos vinos decentes sin gastar tanto, o tenemos vehículos para desplazarnos y viajamos en aviones más asequibles; qué me dicen de la ropa: ya no vamos con sacos de esparto. Pero la tecnología es lo mejor: el primer teléfono móvil que vi en mi vida era de un señor con posibles de los Madriles, hoy tengo yo uno. ¡Vivan la riqueza y los ricos! ¡Arriba la ricachona con gracia! ¡Ole!

Resido en Andalucía occidental, cerca de un pueblo donde el paro es prácticamente inexistente. Economía agraria con algunas derivas al transporte y la mecánica de camiones, no les va mal; no hay restaurantes y sí un puñado de bancos, eso lo dice todo. Llevo dos décadas aquí. Hoy caminando por los extrarradios de este pueblo he visto la primera chabola desde que llegué. Me sorprendió los sentidos, porque acababa de llover y la humedad y el gris del cielo de plomo realzaban una hierba verde surreal, de pronto vi rojos en oriflama, celestes en ventolera, gualdrapeo de blancos… era ropa tendida en mitad de la campiña, me pareció estar ante un circo antiguo y miserable que trashuma. Al lado, contrachapado y cartón: esa catedral efímera.

Adelanto que ya he elogiado a la riqueza, a mí que alguien sea rico: me da igual, cada cual tiene sus problemas. No es por tanto esto peligrosa doctrina social-comunista. Pero. Sí, pero, yo prohibiría en alguna medida el enriquecimiento ilimitado (o sea, que limitaría la riqueza) mientras no estuvieran garantizadas las condiciones de vida digna básicas marcadas por la constituciones de los diferentes países para todos los habitantes de los mismos. Así de tajante y sin complejos, como dicen los ricos. La riqueza no es tolerable mientras exista la pobreza, es un insulto, una injusticia. Me dirá usted que se ha trabajado para conseguirla, y fíjese que yo no le pido que dé lo que tiene sino que, tal y como estamos, con estas normas liberales actuales, las prioridades de los gobiernos habrían de ser éstas que digo… todo lo demás después.

No me importa el merecimiento de las ayudas, subvenciones o como quieran llamarlo, ¿acaso todo el que gana o tiene mucho pasa un examen de idoneidad? Dirá que la prueba es el dinero, pero eso solo justifica que lo gana… no que lo merezca: ¿por qué habríamos de juzgar a la pobre ayudada y su personalidad? Hay mecanismos para castigar lo ilegal. Ése es otro debate.

Que alguien elija libremente ser rico y poner los medios para conseguirlo a mí no me parece ni bien ni mal, pero el sistema económico que permita esto debe prever que no se hará a partir de la ruina de otros, esto es, que nadie se vea en la calle sin lo básico para sobrevivir mínimamente con dignidad (higiene, salud, educación, comida, techo…), mientras otros lloran de pura emoción en la recepción de su primer avión reactor (hay un vídeo en internet que ha sido emitido y promocionado por un conocido programa de televisión, para su vergüenza).

No nos engañemos, la mayor parte del presupuesto público se gasta en provocar beneficios para empresarios, ¿o para qué sirven las obras públicas? El dinero pocas veces hace viajes unidireccionales: es un boomerang, vuelve a sus manos originarias… un hospital es un pozo sin fondo de gastos que se convierten en beneficios de gente poderosa que lo surte y que, no se sabe si con ignorancia o maldad retorcida, defiende e invierte para la privada. Yo veo bien hacer autopistas para correr más, llegar más lejos y disminuir tiempos, porque así nos explotan con contratos de mierda más fácilmente… pero sean conscientes de que una parte mucho menor del presupuesto (que también debería ser fiscalizada, sin duda, seguro que convendrán conmigo en que hay que multiplicar exponencialmente las inspecciones de hacienda, de trabajo…) puede y debe “perderse” en evitar la miseria, sobre todo pensando en quienes son víctimas sin elegirlo, porque salvo que sea verdad la reencarnación de la que hablaba Platón: a nadie se nos da a elegir dónde nacemos.

Veo mucha hipocresía doctrinaria. Nuestra política está invertida: la derecha clama por el liberalismo mientras recibe a manos llenas directa o indirectamente la sangría fiscal de todos los habitantes del Estado español; la izquierda se congratula en el espejismo igualitario, mientras apela al chófer oficial para que pare un momento a recoger a los niños del colegio. El debate sobre youtuberos huyendo hacia Andorra no existe; para mí, bastaría con la pérdida para siempre (salvo reparación) de la ciudadanía española y por tanto europea y un repudio público con consecuencias para ejercer y obtener beneficios aquí, que se vaya.

Los impuestos son la garantía de la libertad, ahora faltan leyes que los lleven de verdad a la práctica. Vótenme, y hagamos esta reforma constitucional, es la importante: lo de SSMM se verá después; cojamos el nabo… y las hojas para que se entretengan otras.

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