Las altas temperaturas provocadas por las sucesivas olas de calor que azotan a la Península provocan un sin fín de incendios. Tampoco favorece en estos siniestros los residuos que los humanos dejan por los bosques en sus excursiones. No es raro, por desgracia, ver residuos de plásticos o de vidrio a los alrededores de los paisajes naturales.
Actualmente, hay varios incendios activos, como el de Rafelguaraf (Comunidad de Valencia). El incendio declarado en Manilva (Málaga) se ha logrado estabilizar. Las llamas que atentaron contra San Roque y La Línea de la Concepción en Cádiz, así como El Marchal de Abrucena en Almería, y Cabra en Córdoba ya han sido extinguidas.
Un 96% de los incendios de causa conocida producidos en España son originados por el ser humano, según indica Greenpeace.
Este año han ardido 218.956 hectáreas, lo que equivaldría al terreno de la provincial de Vizcaya, según datos aportados por Greenpeace.
Además, cada vez son más frecuentes los incendios que calcinan áreas forestales superiores a 500 hectáreas.
El fuego no solo arrasa la vegetación y flora, sino también la fauna, las casas cercanas, y en muchos casos, las llamas atrapan a personas que terminan siendo víctimas de las llamas.
Desde la organización ambientalista internacional hacen un llamamiento a la ciudadanía para que se tome conciencia del riesgo, extremar las precauciones, así como castigar a los autores de tales desgraciados hechos.
Por otra parte, el informe climático de la ONU culpa a la humanidad del aumento de fenómenos extremos. Alega que “la humanidad ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra”.
Los incendios forestales son sinónimo de la quema de nuestros pulmones. Sin árboles, la especie humana estaría en riesgo de extinción.
