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El PSOE de Pedro Sánchez es culpable y cómplice de la humillación y el maltrato a Carmen Calvo

El voto favorable por parte de miembros del PSOE en el Consejo de Europa a un informe realizado en base a acusaciones de odio a Carmen Calvo es inconcebible e indignante para el socialismo y el feminismo español

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análisis

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La trayectoria de Pedro Sánchez está marcada por actos autoritarios a través de los que intenta imponer su liderazgo a través del miedo, la humillación y el maltrato. Son muchos los dirigentes y militantes que lo han sufrido desde que en 2014 Sánchez lograra vencer en sus primeras primarias. Desde entonces todo ha sido dolor, por más que el PSOE haya recuperado la Presidencia del Gobierno.

Este autoritarismo, basado en las purgas y la defenestración de quienes estuvieron a su lado, no es más que la consecuencia del liderazgo débil que se quiere reafirmar a través de la crueldad más absoluta. Un líder débil, y Sánchez lo es, provoca muchas dificultades a quienes están bajo su mandato o son sus más cercanos colaboradores.

Evidentemente, el liderazgo de Sánchez no es débil en absoluto. El actual secretario general del PSOE tiene fortalezas, como todos los seres humanos. No obstante, carece de una de los más importantes características que debe tener quien tiene la responsabilidad de mando: la moral. Esto conduce  a la falta o a la distorsión de su criterio y por eso no es raro que haya terminado causando grandes daños políticos y personales.

En los tratados empresariales hay tres conceptos que definen a un líder débil:

  • No está claro cómo llegó a la posición de liderazgo
  • Toma decisiones erráticas
  • Se atrinchera en su cargo o se ufana de él

El problema es que esa debilidad en su liderazgo, que se traduce en falta de moral y de escrúpulos, está teniendo graves consecuencias, no sólo al Estado español, sino a quienes le ayudaron a llegar a donde ahora está. Los nombres de los defenestrados por Sánchez son muchos y darían para escribir una Enciclopedia, pero el más paradigmático es el de Carmen Calvo, la exvicepresidenta primera del Gobierno, exsecretaria de Igualdad de la Ejecutiva del PSOE y actual presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados.

Ayer se conoció cómo miembros del PSOE de Pedro Sánchez fueron partícipes y cómplices del maltrato hacia Carmen Calvo. Representantes españoles del partido presuntamente liderado por Pedro Sánchez votaron a favor de un informe en el que se ponía como ejemplo a la exvicepresidenta de odio hacia las personas del colectivo LGTBI.

Ese informe del Consejo de Europa, una institución no ligada a la UE, fue realizado por el parlamentario belga Fourat Ben Chikha. En su redacción original señalaba como ejemplo de odio al colectivo LGTBI a Carmen Calvo, quien, en medio del debate sobre la insostenible y bochornosa Ley Trans de Irene Montero, afirmó que le preocupaba «la idea de pensar que se elige el género sin más que la mera voluntad o el deseo, poniendo en riesgo los criterios de identidad del resto de los 47 millones de españoles; eso tiene que tener unas garantías».

Esto, según el informe aprobado con votos del PSOE, sería un ejemplo de odio. Unidas Podemos elogió ese texto por su «calidad», mientras que alguna representante socialista demostró dignidad al oponerse a un texto absolutamente desfasado y que falta a la verdad de manera obscena. Sin embargo, el miedo volvió a actuar y los representantes del PSOE que no estaban de acuerdo con semejante desvarío, se abstuvieron en vez de votar en contra, lo que indica demasiadas cosas.

Una figura política como Carmen Calvo no puede ser ni humillada ni maltratada de esta forma por su propio partido, máxime cuando fue la propia exvicepresidenta la que sufrió, incluso, amenazas de muerte por parte de los defensores de la Ley Trans.

Carmen Calvo ha dedicado su vida a la defensa de la igualdad real de género y al respeto de los derechos humanos. Las concepciones contrarias a la Ley Trans no suponen, en ningún caso, un ejemplo de odio, sino, más bien, coherencia con ese texto legal lleno de medidas que imponen los derechos de una parte de la población sobre la mayoría, además de incluir conceptos, como la autodeterminación de género, que no hacen sino incrementar la inseguridad jurídica de la ciudadanía española. Así no se consigue el reconocimiento de los derechos de las personas trans y la discrepancia jamás debe ser calificada como odio.

Sin embargo, la realidad es que Pedro Sánchez necesita de la Ley Trans y así lo demostró con el trágala que impuso a las feministas en el 40 Congreso del PSOE: aceptó la abolición de la prostitución a cambio de que no existiera oposición al texto legal promovido por Irene Montero, a pesar de la existencia de la dura oposición por parte de las feministas socialistas a la Ley Trans de Podemos.

Sánchez no perdona a Calvo por hechos en los que ésta no tuvo nada que ver. Su egolatría reventó cuando comprobó en el mismo 40 Congreso que la mayor ovación y el mayor reconocimiento de un evento organizado para mayor gloria del líder supremo (en muchos casos incluso recordó Nuremberg) fuera para Carmen Calvo, algo que, incluso, hizo saltar las lágrimas a una mujer que ha dado la vida por el feminismo y para que el PSOE no pierda las esencias del socialismo de Pablo Iglesias Posse, a una mujer que estaba sufriendo las consecuencias de la coherencia frente a un liderazgo absolutamente débil e incoherente que se ha traducido en la humillación y el maltrato constante.

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