sábado, 27abril, 2024
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Antishock y 2

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Ésta es la Guerra de la Levadura. Intente encontrar levadura fresca en un supermercado, en breve valdrá más que el oro. Es guay hacer pan, tu propio pan, es como hacer la barbacoa para chamuscar a nuestras presas, lo llevamos impreso de alguna manera en los “memes” (Richard Dawkins), es como recuperar el animal de fondo que nos compone: de vuelta a lo básico.

Eso sí, con luz eléctrica e internet, o lo que es lo mismo: con agua corriente y entretenimiento. ¿Se imaginan tener que sobrevivir en un mundo como el nuestro pero sin energía para mover el agua por las tuberías de cualquiera de los edificios de vecinos en cualquier ciudad? El caos pestilente más absoluto… Deberíamos ser conscientes de lo frágil, de lo extremadamente frágil que es nuestra civilización… si esto fuera a más ¿de verdad nuestra todopoderosa riqueza, la sanidad tecnológica que disfrutamos nos valdría más que la miseria de los países de chabolas en arrabal? ¿Quién sobreviviría? Lo más complejo siempre es más débil.

Entiendo como atavismo esto de los aplausos y la vena filantrópica que nos ha dado; se supone que ayuda a crear una especie de coraza colectiva de autoayuda para superar esta dificultad que nos sobrepasa como individualidades… con qué facilidad encontramos heroísmo y villanía, desde lo más simple de nuestra psique (en realidad es autoprotección) nos resulta poco arriesgado situar fuera de nosotros tanto lo deplorable como lo loable, porque nos mantiene incólumes, limpios, nos sitúa fuera del terreno de juego asistiendo como espectadores con derechos por el mero hecho de componer un público… pero qué cutre, que cobardes, la mediocridad nos anega y nos dejamos ahogar por ella para no tomar parte, para nada hacer ni decidir.

Bienvenida sea toda esta bondad lacrimógena, todas estas empresas que ahora ceden sus instalaciones sintiéndose parte agradecida del sistema al que devuelve algo de lo recibido… nos ha ganado la mentalidad protestante-capitalista: muchas de ellas se basan en un sistema injusto de explotación pero todo se lava con una política de donaciones estratégicas, no digo que no sean bienintencionadas pero ¿no creen que todo habría ido mejor si los reequilibrios justos se hubieran hecho a diario?

No sé si el retiro, la lejanía, una cierta soledad ermitaña, me hace volar un poco sin mojarme… o, valga el contrasentido, ser el aguafiestas porque digo: ¡Lástima que todo sea mentira! (Nótese la provocación). A mí me parece muy bien que la gente sea buena pero ¡cuando su voluntad es la de Justicia y no la soberbia de la caridad!, que no es más que compasión, ese llanto desconsolado fruto de no saber gestionar tus propias emociones no me conmueve, lo verdaderamente emotivo es constatar nuestra maldad intrínseca… que está en la base de lo acontecido.

Porque esto está sirviendo para tapar la causa real de nuestras miserias de hoy: el desprestigio de la idea de “Justicia Social” e “Igualdad” que ha estado en la aspiración democrática de todo el planeta Tierra, finalidad corroída ya totalmente por la internacionalización de la estulticia: el egoísmo estúpido de los aspirantes al lujo garrulo. Democracia y reequilibrio económico son sinónimos, el desequilibrio lleva a la ruina de la democracia: y éste es el drama auténtico de nuestros días.

Por mucho que aplaudamos, si no nos andamos con cuidado y continuamos arropados en esta hipócrita benevolencia, la Sanidad entendida como un derecho de la ciudadanía va a salir peor parada de lo que ya está, la Educación como la base de la igualdad de oportunidades terminará desapareciendo, el reconocimiento del trabajo como un derecho y por tanto protegido por Leyes va a terminar siendo como una nueva forma de esclavitud paternalista por el que se habrá de estar agradecido (no reivindicando), porque estamos exaltando los valores del capitalismo más vulgar: el chino y el norteamericano: uno sabe cómo explotar al precariado sometiéndolo por la fuerza brutal; el otro ha construido una sociedad de la imagen en la que la alienación es tal que, perdida la realidad, sólo hay que alimentar la ficción para decretar hasta el color del orbicular más oculto.

El viernes nefando de este confinamiento estábamos apoyando a los doctrinos de la Escuela de Chicago más populistas; Ministras y Consejeros adalides de las privatizaciones, el recorte, las reformas laborales y el dispendio a mayor gloria de los partidos mientras crecía la pobreza por todos lados exponencialmente… Pues ya está, sigamos aplaudiendo y donando, gestos hermosos sin duda, no pasa nada, pero sea despertar de esta pesadilla y nos enfrentarnos a la realidad sea entrar en la distopía que llevamos describiendo desde Orwell (y sus antecedentes): ¡Alerta!

Antishock

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