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Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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No creo en conspiraciones pero sí soy consciente de la estupidez humana, en general una especie más parecida a la disciplinada hormiga de lo que querríamos creer… y digo disciplinada por no usar el término “determinismo”, a punto ya de negar toda esperanza de que la Educación pudiera transformar: los contextos son múltiples y hay hijos-de-puta que lo serán ineluctablemente y lo serán como la hormiga que despieza viva a su presa para sus larvas, la que muerde al invasor inocente o la que sigue su fila sin un por qué.

He llamado a la nuestra vírica actualidad “Revolución Silenciosa”, cuando me despierto, no muy tarde, siempre es como un domingo muerto; es una guerra mundial sin bombas (de momento), no es por alarmar pero está ocurriendo algo que va a cambiar eso que pomposamente llamamos Historia. No creo que haya nadie diseñando la operación, pero sí creo que desde mil sitios diferentes se actúa para controlar y que, precisamente por ello, es imprevisible, para mal o para bien… funciona siempre así todo lo nuestro.

Klein nos explicó cómo funciona el “shock social”, uno no puede controlar cómo ocurre el Katrina pero sí puede modular los comportamientos de la gente que lo sufre… en situación de miedo, insolvencia, sufrimiento, perplejidad, dolor y entrega, en mitad del shock, todo aquello que se pueda justificar como camino de vuelta a la normalidad será aceptado como mal menor, la amputación se entenderá como la Solución Final que indefectiblemente nos devuelva la paz. O sea, prohibir la libertad temporalmente para recuperar la Libertad es un discurso extremadamente asumible por parte de las víctimas de un ataque, por ejemplo.

Esto está ocurriendo, no acuso a nadie: describo los hechos, imposibles de evitar. Vivimos en la Era de la Interconexión Virtual, esto no habría ocurrido en otro momento; no afirmo que sea un movimiento interesadamente controlado, sino que el confinamiento mundial, la reclusión en nuestras casas durante meses es una opción tan grave que sólo tiene explicación en este contexto de información-desinformación en tiempo real… Esto no niega la crudeza de la enfermedad o el proceso de contagio pandémico, los científicos tienen los datos y la razón, pero o estamos ante el peligro mayor de la Historia de la Humanidad o estas decisiones novedosas tienen que ver con el tipo de sociedad en que vivimos. Sí afirmo que motivos para una reclusión como ésta, que va a ser mundial, con los datos de los técnicos en la mano, pueden darse varias veces al día en nuestras propias casas… Vivimos una pandemia virtual (no digo irreal), por primera vez toda la Tierra simultáneamente es consciente de un peligro global y estamos actuando… pero ¿y si el virus peor fuera la confusión del mundo global virtual con la realidad cotidiana local?

Casi todos hemos pasado ya por la experiencia de comprobar cómo la mala leche, los cabreos, las discusiones, la necesidad de replicar, las acusaciones, la impotencia que nos causan las redes sociales desaparecen a los tres días de quitarnos, en cuanto la vida vuelve a su cauce y esa enfermiza manera de relacionarnos se queda a un lado. Insisto, por respeto a las víctimas en todos los sentidos, no niego la gravedad sino que afirmo que esta manera de enfrentarnos al problema es la de una sociedad neoconservadora e interconectada como la nuestra.

La imaginación, nuestra capacidad para “ver” fantasiosamente los hechos, impulsada por los audiovisuales (películas, series, pseudodocumentales…) que nos entretienen continuamente, está condicionando la forma de enfrentarnos a la realidad. La Ciencia tiene toda la razón en estos acontecimientos, pero también la tiene respecto del Calentamiento Global y no hemos visto a ningún gobierno prohibir la industria o paralizarla la mitad del año para contribuir al bienestar del planeta.

Esta capacidad de fantasear, de prever, de imaginar, debería llevarnos también a plantearnos qué va a ocurrir ahora, la crisis económica, la recesión, la ruina es tan inevitable como lo ha sido cometer los errores que estamos cometiendo ya sin remedio. Pero debemos estar precavidos; vimos cómo en la última crisis, lejos de la bella poesía liberal en la que el Estado deja al Mercado imponer su ritmo natural, las clases sin capacidad de invertir (porque hoy sólo hay dos clases: la financiera y la productiva) pagaron con sus derechos, con sus servicios públicos, con sus sueldos, con su dignidad, con parte de su democracia, pagaron (obligados por políticos débiles y sin proyecto) el rescate de estos defensores de la no intervención (nótese el absurdo incongruente) que tienen a los Estados a su servicio como explotadores, éstos que ya no tratan con la clase trabajadora sino controlando el sistema al completo.

Tenemos sobre la mesa la sopa perfecta para que los oscurantistas y los diseñadores veleidosos opaquen nuestras mentes y nos hagan tragar la quina de la necesidad. La UE se tambalea, cuando el planeta entero esté confinado y baje la productividad, esto es, la economía real, sin la que esa otra fantasía especulativa e inversora nada es, ¿quién va a defender a los desgraciados de estos opulentos sin límite? Si el conservadurismo es reacción, acción es el progresismo. Y el reto es alucinante, crucial porque, si no es una conflagración planetaria el resultado de esta locura ya iniciada, los defensores de la política como expresión de las relaciones sociales tienen la oportunidad de devolverla al ideal de la Libertad y la Igualdad, esto es, al de la Fraternidad humanística, o deberán asumir la responsabilidad (la culpa) de una esclavización de la Humanidad entera por causa del shock vírico que han (hemos) construido, capaz de justificar toda forma de opresión degradante. Alerta.

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