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Yo, Dios

José Miguel Ruiz Valls
José Miguel Ruiz Valls
Licenciado en derecho por la UNED. Cambió el oficio de abogado por el de escritor tras más de 20 años de práctica forense. Autor de los libros de ensayo "Todo Tiene Una Razón" y "Todo Al Revés”.
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análisis

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¡Hola! Sé que esperabas a “mi hijo” pero ¿No vino ya una vez? ¿No dijo entonces todo lo que tenía que decir? ¿Qué quieres, que vuelva, para que vuelva a decir lo mismo? Pues ya te digo que no habrá una “segunda venida”, porque, a él, no le gusta repetir. ¡Eso es cosa de máquinas!

Así que te daré yo, directamente, el mensaje. Él lo adaptó para que pudiera ser entendido por personas de otra época, con una cultura muy diferente. La versión que yo te ofrezco, la he diseñado, especialmente, para que puedas sintonizarla con tus artilugios modernos.

¡Ah! Y si no quieres llamarme Dios, llámame como te plazca. ¡Hasta Gran Arquitecto del Universo me han llamado! Que rimbombante ¿no? Hay quién me llama, sencillamente, “La Fuente”, porque eso soy, el generador de todo ésto; el “Gran Estallido” que sigue estallando; el Proyector; o mejor dicho, el Emisor, porque lo que hago es emitir, en infinitas frecuencias. Y ahí acaba mi trabajo. Me limito a crear, que es lo que me gusta, a hacer cosas nuevas.

Luego están los que actúan como receptores, como tú ahora. Todos tienen la posibilidad de sintonizar la frecuencia que quieran, más alta o más baja: Más alta, mayor energía. Menos energía, menor vitalidad, más debilidad, muerte-en-vida (La única que existe).

¿Qué más hay que saber? ¿Dónde está el sintonizador? Eso lo has sabido siempre. ¿Quién no ha sentido “mariposas en el estómago”? ¿A quién no se le han revuelto las tripas? Los pensamientos pasan por la cabeza pero ¿Por dónde pasan los sentimientos?

Cuando sientes que el miedo te atenaza la boca del estómago, tienes la evidencia de que tu nivel de energía está bajo (Es como el testigo de tu coche, que te advierte de que el depósito se está quedando vacío), porque el miedo baja la energía, la fuerza, el poder; el miedo debilita, hasta provocar parálisis (Muerte-en-vida, la única que existe). Vibrar en baja frecuencia es entrar en fase con mis emisiones más bajas (No verás ningún misterio si sabes algo sobre electricidad).

¿Es malo vibrar en baja frecuencia? ¿Es bueno vibrar alto? Eso debe decidirlo cada cual. En este tiempo ya no tiene sentido hablar de bueno o malo, del “Bien” y del “Mal”. ¿Diría Mozart que es buena la música máquina? ¿Por qué hay quién, pudiendo elegir una comedia, elige una tragedia? ¿Por qué proyectan películas de terror en los cines? Porque hay gente que paga por verlas ¿no? ¿Tiene la culpa el proyector de que tú decidas entrar en una sala o en otra? Cada cual compra la entrada que quiere, que para eso tiene libre albedrío. ¿Es bueno sentir miedo?

Yo solo soy el Proyector, el Big Bang que no ha acabado, ni acabará, porque eso es ser infinito. No tengo imagen porque tengo todas las imágenes. No puedes verme “entero”, “completo”, porque no lo estoy, me estoy completando continuamente. Si algún día lo estuviera ¿No estaría también acabado? ¿No está entero, completo, el que ha dejado de crecer? Yo no puedo dejar de crecer, porque eso es ser infinito.

Eres tú el responsable de tus elecciones. Tú sientes los efectos de la frecuencia con la que decides sintonizar y vibrar. Tú eliges que tu nivel de energía sea más alto (Y sentirte pletórico, valiente) o más bajo (Y sentirte cobarde, acabado, muerto-en-vida, un zombi). Tú puedes ajustar tu experiencia para que sea más intensa, más vital, o lo sea menos. Jesús les dijo, a los zombis de su tiempo, lo que él hacía para sentir “mariposas en el estómago”, para sintonizar altas frecuencias, para «resucitar de entre los muertos»  pero ¿No es verdad que muchos prefirieron seguir estando muertos? ¿No es verdad que muchos votaron por salvar a Barrabás, al ladrón? ¿No es verdad que muchos votan aún a los ladrones y que muchos que dicen ser mis representantes también lo hacen e incluso lo aconsejan?

Entiende pues que no tiene ningún sentido obligar a “mi hijo” a repetir sus palabras. En cualquier caso, puede que éstas te resulten más útiles, al estar adaptadas a tu época. No tienes que agradecérmelo. Crear me gusta y, además, es así es como crezco. Tú también puedes hacerlo si no confundes “crear” con “creer” pues creer lleva, justamente, a lo opuesto, a entregar, a otro, tu poder creativo. Cuando alguien decide creer, decide depender de las creaciones de otro. ¿Quieres ser libre o ser dependiente?

¿Te parece increíble lo que te estoy diciendo? Eso indica que vamos bien, porque la verdad no puede ser creída, solo sabida; porque nada está más lejos de mi intención que convertirte en un incapacitado-creyente. Más bien te diría que te guardes de ellos, pues suelen considerar diablo al creador, ya que todo acto creativo es novedoso y toda novedad choca con los ritos-repetitivos a los que ellos se aferran. Cada acto creativo contiene nuevos conocimientos ¿No es por eso que nos sorprenden? Y ellos temen, con razón, que los nuevos conocimientos acaben con sus viejas creencias pues saber es, siempre, dejar de creer.

Así que puedes llamarme también Demonio, o Diablo, si lo prefieres. ¡Me han llamado de tantas maneras! En este tiempo tuyo, tan “científico”, puedes llamarme, perfectamente, el Emisor. Mi responsabilidad acaba ahí, en la emisión. La recepción es cosa tuya. Tu sigue eligiendo y yo seguiré proporcionándote experiencias dignas de tu elección. Sorprenderte es mi trabajo, aunque no lo puedo llamar así, porque me gusta crear. Procura no quejarte, pues al hacerlo vibras bajo y atraes más motivos de queja, o quéjate si es eso lo que te gusta, y yo te proporcionaré experiencias para que puedas seguir haciendo eso que te gusta, hasta que deje de gustarte y decidas sintonizar algo nuevo.

Y con esto te digo “hasta siempre”, agradeciendo tu atención y confiando en que este mensaje te sirva de algo. Y por favor, no insistas con lo de “mi hijo”. No le gusta repetir y no puedo obligarlo a hacer lo que no le gusta, como no puedo obligar a ninguno de mis otros hijos. Él comparte mi linaje, mi “genética”, está hecho a mi semejanza, y prefiere crear a a repetir como una máquina. Sé que podrás comprenderlo, perdonarlo, sin ningún problema, porque tú fuiste concebido igual y, en el fondo, tenéis los mismos gustos.

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