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Vox se integra en el grupo de los euroescépticos que pretenden liquidar el Estado de Bienestar

El partido de Abascal ingresa en la Alianza de Conservadores y Reformistas Europeos y tendrá como socios y aliados a los polacos de Ley y Justicia y a Verdaderos Finlandeses

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Finalmente, Vox ha decidido integrarse en la Alianza de Conservadores y Reformistas Europeos, un grupo que en Bruselas cuenta con la presencia de partidos ultraconservadores y euroescépticos como el polaco Ley y Justicia o Verdaderos Finlandeses. Según un comunicado de la formación ultraderechista española, con esta decisión Vox “sigue avanzando en la configuración de su futuro político esta vez, y tras las negociaciones en España después de las elecciones del 26 de mayo, en el Parlamento Europeo, donde nuestra formación ha firmado su entrada en la Alianza de Conservadores y Reformistas de Europa”.

Los eurodiputados de Vox aseguran que están comprometidos con la “defensa de la soberanía nacional en Bruselas, con la protección del Estado que garantice unas fronteras seguras y la defensa de los intereses de España en el Parlamento”. En palabras de Jorge Buxadé, cabeza de lista en las elecciones europeas: “Conservar lo bueno. Reformar lo injusto”.

Detrás de las habituales palabras grandilocuentes de Vox, lo que hay en realidad es una intención de dinamitar la construcción europea desde dentro. La formación de Abascal sabe cuál es la estrategia: fagocitar el sistema para destruirlo desde sus entrañas. Eso es lo que piensa hacer con la democracia española, y ese es el mismo plan que piensa seguir en Europa con la ayuda de sus aliados de la Alianza de los Conservadores y Reformistas Europeos (ACRE). Este grupo está haciendo campaña política por una reforma radical de la Unión Europea y los partidos que lo forman son en su mayoría euroescépticos, aquellos que pretenden liquidar la UE tal como hoy la conocemos.

Así, ACRE apuesta por la libertad de empresa, el comercio libre y justo, una regulación mínima de la competencia, impuestos más bajos y un Gobierno pequeño como catalizadores finales para la libertad individual y la prosperidad personal y nacional. Es decir, reducir el Estado de Bienestar a la mínima expresión y dar rienda suelta al poder de los mercados con todos sus excesos y con lo que ello supone de abandono del sistema de protección público asistencial.

La ACRE cree en la libertad del individuo, pero una libertad donde solo los que disponen de recursos económicos suficientes pueden ejercerla. El resto, los más desfavorecidos por el dinero, están condenados a la miseria sin que el Estado mueva un solo dedo por ellos. Esa es la gran verdad sobre Vox más allá de su grandilocuencia patriótica y su retórica vacía.

Como todo partido liberal conservador, ACRE destaca la importancia de la familia como base de la sociedad. Las políticas familiares se desarrollan en medidas concretas, como el “pin parental” que pretende incluir Vox en las escuelas, es decir, esa especie de veto para que los padres puedan rechazar que sus hijos reciban asignaturas como educación en igualdad entre hombres y mujeres o educación sexual. En ese punto cuentan con el apoyo de los sectores más ultraconservadores de la Iglesia católica, también los antiabortistas, dispuestos a ejercer como lobby de presión para imponer una educación religiosa en las escuelas públicas.

Además, Vox coincide con la Alianza de Conservadores y Reformista en potenciar la “integridad soberana” de los Estados nacionales y en una firme oposición a que la UE avance definitivamente hacia un Estado Federal Europeo, que supondría la construcción de un espacio jurídico, económico y de defensa común. Ni Vox ni la Alianza creen en una Europa unida y fuerte, sino en un club de países soberanos que se reúnen de vez en cuando para debatir ciertos asuntos financieros que favorecen a las élites. Es decir, en una Europa formal, en una Europa del dinero no de los ciudadanos.

Eso sí, Vox y sus aliados de la ACRE creen a pies juntillas en el valor primordial de la relación de seguridad transatlántica, es decir, en una OTAN revitalizada y reforzada (sin duda bajo el poder omnímodo y caprichoso de Donald Trump, auténtico inspirador de estos movimientos populistas de extrema derecha). También apuestan por el apoyo a otros movimientos euroescépticos que ellos califican como “democracias jóvenes de toda Europa”.

El programa de la ACRE rechaza la inmigración y el fin de los “abusos de los procedimientos de asilo efectivamente controlados”. Además, propugna unos “servicios públicos eficientes y modernos”, dando voz a la sensibilidad y a las “necesidades de las comunidades rurales y urbanas”. Lo cual se traduce en menos Estado de Bienestar y una vuelta al ruralismo del pasado que ya no existe.

Otro de los caballos de batalla de este grupo europarlamentario ultraconservador es acabar con el “exceso de burocracia” y con lo que ellos consideran un “abuso de los fondos comunitarios de la Unión Europea”. Con ACRE en el poder se recortarían al máximo las ayudas a las regiones más atrasadas de Europa, ya que el partido no cree en la cohesión territorial y social sino en el progreso que cada nación pueda alcanzar por sí misma en función de su nivel de riqueza.

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