viernes, 26abril, 2024
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Víctimas y actores

Los factores de la distinción

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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La izquierda desnortada sigue buscando en los dineros las diferencias de clase. Sin embargo, observo dos grandes estratos sociales que se distinguen hasta conformar una sima insalvable y, aunque el dinero sigue siendo la sangre del sistema sin duda, estas dos terrazas conviven en realidades muy distintas y paralelas. No tengo en cuenta lo monetario por una cuestión sencilla: lo doy por hecho, en el fondo sirve para comprar las voluntades de esa izquierda que se conforma con tener claro el diagnóstico de los demás pero no el propio.

Lo Público ya es sólo condena para este grupo mayoritario y se está transformando en una beneficencia consentida, una especie de magma básico para sirvientes que nadie con posibilidades (la minoría que puede elegir) aceptará. Asistimos al fin de la Educación de calidad entendida como promoción social, hoy estudiar es un requisito burocrático desprovisto de formación real; llegamos al fin de la Sanidad, no hace falta ser muy listo para ver que no se trata de desmontar los hospitales sino de empujar subrepticiamente a la privada servicios que ofertan la inmediatez y rapidez que la Pública ya no puede asumir, nadie con pasta suficiente (o que se deje engañar con ofertas de seguros que dan todo por casi nada) espera una cita durante años para terminar muriendo de un cáncer que no fue señalado a tiempo; concurrimos al fin de los derechos laborales, salvo el funcionariado (y ya se verá) o la lucha encarnizada entreverada de azares que te permitan el pelotazo, el porcentaje mayoritario de la población (incluida gente con titulaciones superiores) está encarrilada a una precariedad absoluta y a salarios de supervivencia que son el acabóse de la vivienda en propiedad, de la posibilidad de tener autonomía y una mínima dignidad para decidir incluso la reproducción; acudimos al fin de la política como debate de ideas, ser político es decir a todo que sí y después hacer nada, amparado en la Legislación vigente…

Si es usted “víctima” y no “actor” de pronto habrá encontrado que las grandes corporaciones hacen y deshacen impunemente blindadas por las Leyes que los políticos a su servicio (de ellos) han elaborado: las eléctricas se embolsan miles de millones de euros explotando a esta gran mayoría que hemos de pasar sí o sí por sus cajas, contabilizan esos beneficios en sus previsiones de crecimiento para los próximos años sin vergüenza y parece que hasta debemos pedirles perdón por no entender que, simplemente, nos están robando, ¿sabe que si los que tienen que devolver son ellos tienen un plazo de tres meses hasta que quieran ejecutar?, pruebe usted a dejar de pagar… Los bancos cierran sus oficinas dejando sin servicio a sus impositores y, en las que quedan, a las doce de la mañana ya no puede uno ni siquiera ingresar, a hacer cola a la puerta con el dinero en la mano y a manejar un cajero (pobres ancianos callados y pobres rurales y barriadas trabajadoras obedeciendo sin más remedio), eso sí: multiplicando las cuotas por el no-servicio. Por cierto, trabajadores bancarios: ¿todavía no habéis visto que os van a echar a todos, que sobráis paulatinamente?

La indefensión es absoluta hasta la desesperación, porque los problemas son para gente con problemas y solucionarlos se convierte en otro problema mayor. Ya la distinción consiste en tener servicios privados, colegios, institutos extranjeros, consultorios y hospitales, que te dé igual la subida de luz o que un agente intermediario te solucione las cosas del banco, lo otro, esos problemas, son cosas de desgraciada, de pobre. La Democracia Occidental se derrumba disfrazada de una Justicia que es sólo un laberinto para avispados leguleyos que cobran de quienes se lo pueden permitir.

Es evidente que se puede imponer un criterio a las grandes empresas, fundamentándonos en la Constitución y otras Leyes básicas, porque si no se hace: el resentimiento alimenta a la demagogia reaccionaria y pone en peligro al sistema de vida. No se trata de volar nada impidiendo el beneficio, salvo algún panoli nadie se plantea eso ahora, sino de establecer hasta dónde ese beneficio es consustancial al bienestar de una sociedad o si es la injuria y la explotación de una parte víctima de los actores de este abuso ilegítimo. Y eso es el Estado, el Poder de verdad, la política, y debería ser la izquierda, ésa que lentamente va dejando indefensa a la parte sacrificada para que los factores de la distinción vivan en un lujo irracional e indiferente que insulta, sobre todo, a la inteligencia.

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