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Una mentira en el ambiente: el conflicto político

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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La Constitución española garantiza el derecho a una vivienda digna; a un trabajo digno (es decir, a llegar a fin de mes después de haberse pasado el mes trabajando…); a poder expresarse libremente; a no ser discriminado por razón de edad, raza, sexo o posiciones políticas… por poner unos cuantos ejemplos. Cuando en la sociedad se da una situación en la que esos derechos se vulneran, se cuestionan, o no se desarrollan adecuadamente, tenemos un conflicto político. Sin embargo, cuando unas instituciones pretenden imponer un supuesto derecho de autodeterminación, que no existe salvo en el ordenamiento jurídico de Abisinia, de manera antidemocrática y supremacista, eso no es un conflicto político, sino un caso de desacato y golpe de estado. Cuando los mismos que se creen dueños de un territorio por vivir en él, como podrían vivir en Biafra, se dedican a atacar a las fuerzas de seguridad y a cortar carreteras, eso, no es un conflicto político, sino graves casos de salvajismo provocados por la confusión mental, la incultura, y la manipulación de los gobiernos que buscan el enfrentamiento (para tapar la corrupción del tres por ciento…). Es decir, un conflicto político surge de la vulneración de una Ley, o de su interpretación equívoca, pero nunca se le puede llamar conflicto político a un enfrentamiento que tiene otros orígenes, y menos aún si con ello se pretende legitimizarlos. Si no fuese así, las discusiones que tenemos con nuestros vecinos o compañeros y compañeras de trabajo también serían conflictos políticos. Apañados estaríamos.

Debemos llevar mucho cuidado con las palabras y cómo, con su manipulación, nos la van “metiendo doblada” poco a poco. Frases como “en Cataluña hay un conflicto político”, o “España es un país plurinacional” son muy peligrosas, porque empiezan a sembrar nuestras mentes de realidades inexistentes: el conflicto político, y la plurinacionalidad (es decir, la nación de naciones…). No es lo mismo decir que España es un país plurinacional, o que España es un país “de plurinacionalidades”. Lo primero significa que es un país con países dentro, y, por lo tanto, preparado para disgregarse (como le pasó a Yugoslavia); lo segundo significa que España es un país con unas regiones que tienen una mayor peculiaridad que la que pueda tener Murcia: fundamentalmente que el catalán tiene literatura, y el panocho no, y que en Cataluña ha habido una política lingüística proteccionista con el catalán, y en Murcia con el panocho no. Yo no veo más diferencias.

Después de esta digresión (oportuna, a mi juicio) volvamos al asunto del conflicto político. Nuestro presidente decía bien cuando hablaba que en Cataluña lo que había era un problema de convivencia entre catalanes. Lo que pasa es que se quedaba corto. También hay un problema de convivencia de esos mismos catalanes problemáticos con el resto de españoles. Y también, un problema de convivencia “legislativa” del gobierno catalán, con el gobierno de España. Sin embargo, en los últimos días escuchamos estupefactos como José Luis Ábalos dice que es evidente que en Cataluña hay un conflicto político. ¿Puede alguien dudarlo? Sí, José Luis, tu propio jefe. Vamos a ver, nadie cambia de opinión tan rápidamente, y cuando excepcionalmente lo hace en un asunto tan grave, lo vive como un “descubrimiento” del cual habla y que no tiene ningún inconveniente en reconocer. Podemos observar como “el camarada petroski” está bien calladito. Esto significa que sigue pensando lo mismo. Es decir, llegará a un acuerdo con los independentistas con un lenguaje suficientemente ambiguo como para poder desdecirse más adelante. La investidura saldrá, pero el gobierno estará herido de muerte. Es decir, que la cura va bien, pero el ojo lo perdemos.

No me gusta ver a mi presidente mintiendo, escondiéndose, o teniendo que jugar con las palabras. Albert Rivera palmó por no resultar fiable. Espero que a “petrochenko” no le pase lo mismo. Quiero un presidente que lo tenga claro, y que lo explique claramente, y, si la ciudadanía no nos vota, pues nos aguantamos, recapitulamos, nos adaptamos, evolucionamos, nos modernizamos, y volvemos con bríos renovados. Pero sin engañar a nadie, y menos por un gobiernucho que va a durar menos “que un perro en misa”.

Y por cierto, tiene razón Santiago Abascal con lo de “Sra. Presidente”. Es así como se debe decir.

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3 COMENTARIOS

  1. Un error de los más graves de los seres humanos es el darle una intencionalidad a la vida, al aire o a los ríos. La naturaleza no es injusta con nadie. Las flores no son injustas con nadie. Los ríos no son injustos con nadie. La vida no es injusta con nadie. También, ni la realidad ni la verdad son injustas con nadie. Los que sí son injustos son los que quitan cosas a los demás o al Medio o a la misma vida; o sea, los que tienen intenciones, en concreto los seres humanos. Eso es, solo los seres humanos son injustos porque…. quitan por doquier:

    -quitan a parte de la Naturaleza su ritmo natural,

    -quitan a otros seres humanos comidas, recursos o dignidades,

    -quitan espacios a la racionalidad en los espacios sociales,

    -quitan a los niños un desarrollo correcto sin mentiras y sin maltratos,

    -quitan al Bien (o al que lo demuestra racionalmente) las ayudas correspondientes que no se hacen porque a cara dura no quieren, o sea, le quitan al Bien sus posibilidades de desarrollarse por doquier. Quitan camino a la Luz (lo que significa que a Dios le quitan ciertas esperanzas). Si pudieran, al cielo le quitarían las estrellas. ¡Ni viven ni dejan vivir

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