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Una madre pide ayuda para recuperar la tutela de su hijo y tratarle una severa adicción al móvil y los videojuegos

Son innumerables las gestiones que Sandra ha realizado en todo este tiempo para lograr que su hijo regrese a casa y pueda recibir la atención terapéutica necesaria para tratar su adicción. Sin embargo, afirma que no ha encontrado apoyo alguno por parte de las Administraciones Públicas

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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Sandra es el nombre ficticio de una madre que lleva cinco años viviendo en Fuerteventura. Tras divorciarse, en 2017, por presuntos malos tratos, abandonó su domicilio en Arteixo, A Coruña, por las presuntas «presiones constantes» de su ex-marido. Actualmente, tras varios procesos judiciales, convive con su hija de 17 años.

Primero fue su hija

Para entender la historia de su hijo de 14 años, comienza explicando que su hija, antes de irse a vivir con ella, «intentó suicidarse una vez, consumía drogas, alcohol, tenía comportamientos sexuales no adecuados para su edad, e incluso llegó a estar internada en una planta de psiquiatría».

El presunto daño causado estando en compañía del padre, explica, «fue tan grande», que se requirió su ingreso en el CEMI de la Montañeta de Fuerteventura, «entre otras cosas, para tratar su adicción a las drogas».

«Cuando perdí la custodia, él metió a la niña en el alcohol, la prostitución…La niña con trece años saltando en hogueras, con drogas, alcohol, una mesa de hachís…la niña tomaba hasta pastillas. Tengo fotos, tengo las denuncias. Y lo rechazaron todo diciendo que eso no era un delito. Que una niña de 13 años podía estar así. Siempre le dieron la razón al maltratador».

Se pregunta con indignación: «¿Yo qué era asesina, ladrona, alcohólica…? ¿Hay algún informe? Sí, el que presentó Servicios Sociales diciendo lo que él había querido. Que yo no estaba en condiciones para atender a mis hijos».

Informe que se contradice con los emitidos por el hospital y la psiquiatra de cabecera de Sandra, quien señala que, en el momento de la retirada de custodia, su paciente se encontraba psicopatológicamente estable».

Recupera la custodia de su hija

Como consecuencia de esta situación, Sandra peleó hasta recuperar la custodia de su hija. Pero cuando la menor llegó a la isla, confiesa que «estaba mal nutrida, depauperada, mal vestida, tenía comportamientos delictivos, y en general mostraba un estado total de abandono, tal y como está sucediendo ahora con su hermano».

Respecto a su hijo, Sandra afirma que ya hace tiempo que comenzó a enviarle mensajes refiriendo que «está siendo maltratado, que se encuentra abandonado, que hasta él mismo se da cuenta de su adicción. Le dejaban con sus abuelos y estos -según me decía mi hijo- le encerraban en una habitación. Entonces me dice que quiere venir aquí, por el acuerdo de vacaciones que contemplaba la custodia. Y al llegar, me comenta que no quiere volver a Galicia con su padre».

Según la madre, el menor llegó a la isla «totalmente desentendido, con el pelo enorme, sin cortar, le tapaba toda la frente, sucio, su ropa tenía un olor intolerable, no traía prácticamente ropa para su estancia y la que traía estaba en un paupérrimo estado higiénico. Trajo consigo unas gafas ridículamente pequeñas y mal graduadas que le impedían prácticamente ver las cuales tuvieron que ser inmediatamente reemplazadas».

Meses sin ducharse, patatas fritas y «comida chatarra»

Es en ese momento cuando el menor denota «una dependencia total y absoluta al móvil y a los videojuegos, diciendo que en Galicia podía estar hasta doce horas seguidas jugando. No era capaz de comer, lo hacía apenas con las manos, no tenía habilidad comunicativa alguna».

En una visita a su hermana, llegó a contarle que «llevaba meses que no le mandaban ducharse y que se alimentaba sólo de patatas fritas y alguna otra comida chatarra».

Sin apoyo de las Administraciones Públicas

Son innumerables las gestiones que Sandra ha realizado en todo este tiempo. En cambio, dice que no ha encontrado apoyo alguno por parte de las tres administraciones.

«Aquí todo el mundo se lava las manos. He enviado 100.000 correos electrónicos a la Dirección General del Menor. Hasta lo llegó a saber el presidente de Canarias, porque yo hablé con él. Solicité que nos echaran una mano porque el niño estaba en casa maltratándonos, porque si le prohibías la adicción que tenía te lanzaba objetos», explica.

Llamadas diarias a la Guardia Civil y el 112

Sostiene que todos los días terminaba llamando a Servicios Sociales del Ayuntamiento de Tuineje «pidiendo ayuda, porque no estábamos bien. ¿Sabe lo que me decía la psicóloga de menores? Aguántese señora, aguante, esté tranquila señora…y mientras, mi hijo se tiraba desnudo a las calles si le quitaba la Wii o el móvil. Las llamadas a la Guardia Civil y el 112 eran diarias. Porque llegaba a golpearnos, a nosotros, y a lo que encontrara. Hemos vivido mil espectáculos».

«Mi hijo apareció en la cocina con dos cuchillos»

«Sabiendo cómo estaba el niño, que debieron darle amparo y llevarle a un centro donde se recuperara, lo tuvimos en casa con un riesgo cuyo alcance desconocemos, porque podía haber muerto gente, o no. No se sabía hasta dónde iba a llegar mi hijo. Cuando se produjo la noticia del menor que había asesinado a sus padres, ese mismo día, mi hijo apareció en la cocina con dos cuchillos y nos dijo: ¿y si hiciera yo lo mismo con vosotros?»

De repente, el silencio se hace al teléfono. No en vano, este es uno de los capítulos más agrios a los que se han enfrentado Sandra, su actual pareja y su hija.

«Cuando un niño de 13 años dice que se le ha escapado de las manos la agresión que ha tenido en casa, eso es un peligro. Hasta qué punto tiene que pasar algo para que se de cuenta esta gente. Han jugado con nosotros, ¿me entiende?», eleva el tono.

Todo el mundo vio el problema y nadie hizo nada

A la petición de ayuda para su hijo, la coordinadora del Servicio SUMAS en Fuerteventura y Lanzarote respondió que «actualmente la ratio de casos del servicio del programa de ambulatorio en Fuerteventura está cubierto. Cuando se cierre algún caso, se podrá realizar una valoración».

Asimismo, entre otros informes, consta el realizado por Fundación ADSIS -unidad asistencial sanitaria de psicología- en el que se diagnostica «una alta dependencia psicológica del menor a las nuevas tecnologías y que presenta problemas de conducta a raíz de episodios de violencia intrafamiliar».

En el mismo sentido informa el servicio de psiquiatría del Hospital General de Fuerteventura, en el que tuvo que ser ingresado el menor «por un episodio de descompensación psiquiátrica y conductual».

«Estas cosas, por desgracia, las tapamos, no salen a la luz y son muy graves»

Consta además un procedimiento en fase de diligencias previas, que se encuentra en curso en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de Puerto del Rosario por el cual se está investigado al ex-marido de Sandra «por un presunto delito de vejaciones».

Esto no hace otra cosa que añadir detalles al calvario por el que ha pasado Sandra durante los últimos años, y cuya única intención, como repite sin cesar, «es la de velar por el bienestar de sus hijos». Recrimina que «estas cosas, por desgracia, las tapamos, no salen a la luz y son muy graves».

Hoy por hoy, el menor sigue viviendo con su padre en Galicia. Tras un año de convivencia con su madre, huyó por un incidente más provocado por su adicción. «Ese día, con la rabieta, se presentó ante los Servicios Sociales y pidió voluntariamente regresar con su padre». Pero las cosas no han cambiado desde entonces. Todo sigue igual.

Hace unos días, Sandra ha sabido que su ex marido «no dejará a su hijo pasar unos días de vacaciones», con ella, en Fuerteventura. Y a pesar de todo, camina de frente, cabeza en alto, y sigue con su lucha, a la espera de que la Justicia decida, quizás, devolverle a su hijo para salvarlo de su adicción.

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1 COMENTARIO

  1. No debería ser noticia algo que todo el mundo conoce y comprende, que los jóvenes son adictos al móvil, redes sociales, videojuegos, etc… estamos criando una generación de tontoadictosdigitales.

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