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Una burda comparsa de ruido y furia

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análisis

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El periodista Alfonso Rojo, director de “El periodista digital”, es uno de los más fieros voceros de la caverna mediática de la derecha, y muy conocido desde hace años por su participación estelar en tertulias de variado pelaje donde siempre arremete como un jabalí herido contra la izquierda. De su faceta como tertuliano, una vez dijo de ella que “es mejor que trabajar”. Rojo nunca ha dudado en faltar al respeto e insultar  con lo primero que se le viene a la cabeza a cualquiera que no piense como él. En cambio, de su tóxica verborrea nunca empleó un solo adjetivo ni siquiera levemente crítico a la hora de hablar del PP, siquiera para guardar un poco las apariencias y dar a entender a la audiencia que ejerce de analista político y no de un miembro más, un ayudante de mayordomo o algo así, del personal de servicio de este neoliberalismo rampante que lleva rugiendo como una manada de leones del Ngorongoro desde que  el gobierno de coalición de Sánchez llegó a La Moncloa. Un neoliberalismo rampante que simplemente no puede soportar un resultado electoral adverso, ni dejar un momento de expresar su profundo malestar, su permanente enfado, su hondo disgusto al ver que otros gobiernen “su” España, a la que siempre han tenido y tienen como su cortijo particular.

Este justiciero tertuliano de esa “factoría Marvel” de superhéroes dispuestos a todo para recuperar el cortijo ocupado ni más ni menos que por “los enemigos de España” unos enemigos que, como es natural, solo buscan destruirla, hace unos años fue condenado por un tribunal de justicia a pagar a Pablo Iglesias 20.000 euros por vulnerar su honor llamándole en el programa “La Sexta Noche” “ladrón” “chorizo” “mangante” “estafador” e incluso “gilipollas”. En la misma sentencia, el Tribunal consideró que  Rojo no pudo probar las acusaciones  vertidas contra Iglesias, cuando afirmó en ese mismo programa que su partido se financiaba gracias al apoyo de los regímenes Venezolano e Iraní y, ya puestos, le dijo a Iglesias que “cobraba de todos los asesinos del mundo”.

Este incansable defensor de España, aguerrido cruzado, paladín a la taza, antes de abrir su desmedida bocaza tendría que haber esperado un poco a que un tribunal  de justicia le diera la razón y condenara a Iglesias por ladrón, chorizo, mangante, estafador y por financiación ilegal de su partido y, por si lo anterior fuera poco, por cobrar de todos los asesinos del mundo. Pero no lo hizo porque sabía que sus afirmaciones eran una gavilla de mentiras que solo buscaban calumniar, denigrar, infamar y desacreditar a Iglesias. En cambio, del PP, al que sí han condenado, y no pocas veces por financiación ilegal, caja B y esas cosejas vamos a decir “tan poco ejemplares” tantas veces probadas y condenadas en sentencias firmes por los tribunales de justicia, el bueno de Alfonso, el para otras cosas tronante e implacable Alfonso, en este caso no ha dicho nada, se ha callado como un bendito.

Por cierto que la Iglesia, después de que el tribunal le condenara por insultar gravemente y mentir, cosa que también hizo en una de sus visitas a su santa cadena de televisión que lleva por buen nombre “Trece TV” concretamente en el muy ecuánime, imparcial, plural, neutral, equilibrado y objetivo programa llamado “El cascabel al gato”, sobre la financiación de Podemos, grave acusación que, recordemos, no pudo probar ante un tribuanl, y donde volvió a llamar a Iglesias “gilipollas y sinvergüenza”, debería haberle puesto alguna penitencia. Recuerdo que hace muchos años, medio siglo poco más o menos, salí del confesionario con una penitencia de diez padresnuestros y seis avemarías solo por desobediencia leve a mis padres, concretamente por escaquearme a la hora de hacer los recados. Aplicando esa misma vara de medir, al señor Rojo le deberían haber caído al menos cuatrocientos padrenuestros, trescientas avemarías y una disculpa pública en la cadena a la hora de máxima audiencia por mentir e insultar a alguien solo por que le odia y ese odio, esa desmedida inquina, esa enorme tirria, ese profundo aborrecimiento está fundado única y exclusivamente en el hecho de que no comparte sus ideas, que no piensa como él.

A muchos nos gustaría ver a algún jerarca de la Iglesia, algún miembro de la Conferencia Episcopal que, recordemos, es accionista mayoritaria de la cadena 13 TV, por ejemplo monseñor Cañizares, imponiendo esa penitencia desde su ya famoso trono con varios escalones por los que  baja como una refulgente colada de lava, un espectacular manto de seda roja de varios metros de longitud. Cada vez que veo la foto de Cañizares sentado en su fastuoso trono y con ese espectacular manto cayendo por los escalones que conducen a su glorioso sitial, me pregunto qué tendrá en la cabeza ese hombre para posar así, exigiendo no solo la preceptiva sumisión y obediencia sino algo más: que nos postremos y humillemos ante su grandeza, ante su incontestable poder directamente otorgado por Dios.  ¿De qué se sentirá tan orgulloso monseñor Cañizares para exhibirse así, con ese desahogo? Él y también otros muchos jerifaltes de la Iglesia. ¿Acaso ha arreglado algo, ha mejorado  en algún aspecto el mundo? ¿ha acabado con los millones de niños sucios y harapientos cubiertos de costras rebuscando en montones de basura?. La miseria absoluta en la que viven millones de  personas nos señalan y acusan a todos, pero sobre todo a los poderosos dirigentes de la Iglesia que viven en suntuosos palacios, entreteniendo sus principescas vidas en juegos de tronos, hablando de liturgias, de dogmas, de doctrinas, inmersos en la escritura de sesudos libros sobre el sexo de los ángeles, la naturaleza del Cielo y el Purgatorio; sobre si las calderas de Pedro Botero son de carbón o de gas butano o quizás de energías renovables, o si el aceite con que se fríen a los condenados al infierno, es de oliva o girasol o quizás sea de manteca, que es más barata. Y después divulgando tan cruciales y transcendentales asuntos a sus fieles a través de brillantísimos y grandilocuentes, y también presuntuosos y vacíos, sermones.  

Volviendo a Alfonso Rojo hay que decir que ha vuelto a las andadas. Y  para qué creen ustedes que ha vuelto a asomar su torvo perfil de guerrero del antifaz.  ¿Quizás para denunciar la creciente desigualdad social, la aperreada vida de los jóvenes? muchos de ellos ya “viejóvenes” metidos en la treintena que apenas han cotizado unos meses a la Seguridad Social porque viven en la permanente precariedad laboral, la temporalidad, el paro, los sueldos miserables, las horas extras que no les pagan, y el para ellos inalcanzable precio de los alquileres que les impide independizarse de sus padres. ¿Ha comentado siquiera de refilón la indigna vida en la que sobreviven millones de trabajadores, españoles de España, que no llegan a fin de mes?  ¿Clama el señor Rojo por una vida digna para ellos? ¿arremete contra la corrupción que no cesa? ¿pide el fin de las puertas giratorias? ¿exige que los bancos devuelvan el cuantioso rescate que recibieron del Estado?, un préstamo, recordemos, que Rajoy dijo que devolverían hasta el último euro y no han devuelto nada; ¿tal vez exige que el emérito vuelva de su dorado escondite y se presente ante la fiscalía para dar explicaciones de sus, vamos a decir, “finanzas”? aunque solo sea para que la ciudadanía mantenga viva la ilusión, el espejismo, la fantasía de que la justicia es igual para todos.

Por supuesto que no, nada de eso, el implacable Alfonso Rojo ha  apareciendo en un video para, como no podía ser de otra manera, cargar contra Pedro Sánchez y su gobierno diciendo, con un tono fatalista que recuerda mucho al de la canción “Qué bien tan mal” del dúo Ojete Calor, “esto se calienta señores, huelga de agricultores y ganaderos”, aunque de esto hay que decir que sus problemas, que no son pocos ni livianos, no vienen de este gobierno sino de mucho más lejos, y eso lo sabe todo el mundo, menos el propio Rojo; sigue diciendo nuestro aguerrido tertuliano: “paro de camioneros”, cuando realmente es la patronal la que hace la huelga; “huelga de trabajadores del metal de Cádiz”, aunque éstos no se manifiestan contra el gobierno sino contra sus empresarios, pero este pequeño detalle también lo pasa por alto el señor Rojo. También habla de manifestación de policías y Guardias Civiles, que piden que no se reforme la llamada “Ley Mordaza” una reforma que, según dicen, les crea indefensión. De esto cabría decir que en los actuales términos de esta ley se estaba produciendo también una flagrante indefensión de los que acuden a las manifestaciones a los que les habían recortado gravemente sus derechos por medio de esa “ley mordaza”. Salta a la vista que hay que redactar una nueva ley que no cree indefensión en ninguna de las partes. Y el gobierno está trabajando en ello. Ya veremos qué pasa, igual ocurre como con la reforma laboral que en un principio se habló de derogación y ahora de “algunas reformas”.

Después de esta dantesca exposición, Alfonso Rojo afirma que  “Pedro Sánchez va camino de lograr un hito histórico, que no es otro que cabrear en España a todo el que no es perroflauta, vago redomado, antisistema, golpista, proetarra, zarrapastroso, asesor oficial o enchufado”. Sigue pintando un panorama realmente apocalíptico: “la cosa parece comenzar a írsele de las manos, los focos de descontento social son cada día más numerosos (…) la verdad es incompatible con ese discurso del ejecutivo socialcomunista que toma por tontos a todos los españoles”.

Y aquí habría que detenerse para analizar esa manida coletilla, ese retórico “nos toma por tontos a todos los españoles” un chirriante recurso que los políticos de la oposición, la caverna mediática que les sirve de apoyo y demás afines, no dejan de usar y abusar de él. Cuántas veces, y las que nos quedan, no habremos oído decir eso de “los españoles saben, los españoles están hartos, no perdonan, les preocupa…etc. cuando, para hablar con propiedad deberían decir: “nuestros votantes, los ciudadanos que nos apoyan, los militantes y simpatizantes del PP…etc. Y no los españoles así en general porque, por si no lo saben, los “perroflautas, vagos redomados, enchufados ( por suerte en el PP nunca ha habido ninguno) antisistema y zarrapastrosos, también son españoles. Dejen ya, por favor, de confundir la parte con el todo.   

Como puede verse el señor Alfonso Rojo ha vuelto a repetirse, a ser tan previsible como el pobre argumentario que maneja, el mismo que usan todos los dirigentes del partido que defiende a ultranza, y que se resume en un solo mandamiento: atacar por todos los medios al gobierno de Pedro Sánchez. Un argumentario con muy pocas y ramplonas ideas, y ya se sabe que cuando no hay ideas hay que recurrir a los insultos y las descalificaciones, al ruido y la furia, como en esas las malas películas donde sus personajes se pasan todo el metraje disparando y nunca se les acaban las balas, y dándose patadas y puñetazos sin fin para ocultar la falta de un guión siquiera pasable.

Hace poco se vio en una cadena de televisión un extraordinario montaje donde todos los dirigentes del principal partido de la oposición decían exactamente las mismas frases, los mismos  eslóganes, las mismas consignas repitiéndolas una y otra vez hasta el hartazgo. Entre las muletillas más repetidas sobresalía ésa de “los que solo buscan destruir España”, seguida muy de cerca de: “los españoles no se creen…, los españoles no se fían…, los españoles saben…, los españoles no van a tolerar…, a los españoles les preocupa…, los españoles están hartos…etc”. Siempre pregonando el apocalipsis, la hecatombe total, la catástrofe nacional cuando no gobiernan ellos, y poco menos que prometiendo el paraíso en la tierra para cuando ellos lleguen al poder.

Por el bien de todos, sería deseable que  desde la oposición, desde la natural discrepancia y el desacuerdo, tuvieran un poco de lealtad, de sensatez, de moderación, de juicio, de madurez, de respeto, de aceptar de una vez que otros gobiernan porque sacaron más votos, y a eso se le llama democracia. Lealtad, sensatez, moderación, juicio, madurez, respeto…. unos valores que los españoles que no votamos al PP tanto echamos de menos en los dirigentes de este partido, y también en la áspera, avinagrada, atronadora y desafinada comparsa mediática, con personajillos como Alfonso Rojo de solistas, una chirriante y destemplada charanga llena de ruido y furia que les apoya y acompaña en todo momento como el zumbido al moscardón.

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1 COMENTARIO

  1. Ya lo planifiqué, y sólo por su gusto en afirmarse con el hedonismo onanista que de él es propio me duraría 135 segundos echarlo de cualquier tertulia amable, pués así de sencillo es inhabilitar al ignorante; y máxime cuando defiende la corrupción. En un cuarto de hora depende de su valor; o me ataca, o se va llorando, aunque creo inevitable este final porque tengo mejor instrucción ética, intelectual, y tambien militar. No creo que vuelva a ninguna tertulia jamás. Es muy sencillo anular a este género cubierto de mierda, sólo tienes que ir limpio de cuerpo y mente. Si alguno algún día quiere batirse con él que me avise por este canal.

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