La Generalitat de Catalunya a editado català-romaní con más de 1.000 palabras e ilustraciones.

De los gitanos se dice mucho, pero se sabe poco. La comunidad gitana lleva más de 5 siglos arrinconada a lo largo y ancho de una España que tiene en el encaje de este pueblo milenario una asignatura pendiente. El sentimiento de la comunidad gitana ha sabido colarse a través de un lenguaje compartido y desarrollado principalmente por los pueblos del

mediterráneo peninsular: El flamenco, ese arte que nos define como una tierra peculiar y honda, y que no sería lo que es sin la emoción de una etnia dolorida que ha sido perseguida y menospreciada durante mucho tiempo. Un pueblo con una fuerza indómita que ha sobrevivido a varios genocidios en Europa; un pueblo al que se le robó la palabra hace mucho tiempo y que ahora, en Cataluña, por medio de la publicación de un diccionario romaní-catalán pretende recuperar uno de sus bienes más preciados: su lengua.

1.000 palabras

Desde los departamentos de Cultura y de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia se pretende con este diccionario en imágenes conseguir, por un lado, que las personas de habla romaní aprendan catalán, y por otro, fomentar el aprendizaje del romaní dentro de la comunidad gitana; promoviendo el respeto y el reconocimiento de la cultura gitana como parte de la cultura catalana.

“Nuestra lengua se perdió por culpa del catolicismo”

El diccionario ha sido traducido por personas gitanas pertenecientes a las asociaciones Rromane Siklovne, Associació de Joves Gitanos de Gràcia i Ternè Roma Action Barcelona. La obra contiene más de 1.000 palabras en los dos idiomas y cada una va asociada con una ilustración.  “Nuestra lengua se perdió por culpa del catolicismo en siglos pasados; se nos amenazaba con cortarnos la lengua y las orejas si hablábamos romaní. Por eso hay muy poca gente en nuestro país  que pueda hablar esta lengua”, explica a Diario16 Ricard Valentí presidente de la asociación de Joves Gitanos de Gràcia.

Menos que un dialecto

La comunidad gitana en nuestro país ha utilizado como lengua propia un romaní adulterado que se conoce popularmente como caló. “El caló es un invento de cuando nos privaron de nuestra lengua los Reyes Católicos. Se cogieron palabras sueltas del romaní y se mezclaron con otras de la lengua española; el caló es un pogodolecto. Es decir, menos que un dialecto”, continúa Ricard Valentí.

Gitanos de todo el mundo

La Direcció General d’Acció Cívica i Comunitària, en el marco del Plan integral del pueblo gitano en Catalunya, tiene como objetivo promover la cultura gitana y su contribución a la cultura catalana. “Nuestro país ha sido uno de los más afectados por persecuciones a la etnia gitana”, denuncia Valentí. La edición de este manual refuerza el apoyo y la difusión que se le está dando a la lengua que une a los gitanos de todo el mundo. Paralelamente, en la actualidad se imparten cursos de romaní en los barrios de Sant Cosme (Prat de Llobregat), el Gornal (Hospitalet de Llobregat) y en Gràcia (Barcelona).

Aprender romaní

De momento se han editado 1.100 ejemplares del diccionario ilustrado en papel y también se puede descargar de la página del Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia, “Se trata de defender nuestra lengua; defender nuestra cultura. Y que los niños, y todos aquellos que quieran estudiar, puedan aprender romaní igual que se aprende inglés, francés o alemán”, reivindica el presidente de la asociación Joves Gitanos de Gràcia.

Una comunidad muy afectada

La pandemia, como casi todos los males de este mundo, está  afectando a las clases más desfavorecidas; y especialmente a la comunidad gitana: “Hay mucha gente que trabaja en la compraventa:compraventa de automóviles, compraventa de recambios de coche, venta de chatarra o venta ambulante en los mercados”, explica Valentí, que relata cómo afecta un parón de estas características a un modelo de negocio que solo funciona si se tiene dinero para invertir: “Se confinó y se cerró todo; no se podía comprar ni se podía vender. El capital que tenía la gente para trabajar se lo ha ido comiendo para pagar el alquiler, para pagar la luz y para comprar comida”, relata. Ante esta situación desesperante los populismos de extrema derecha se presentan como una opción para culpar al que todavía está peor. “Cuando hay un discurso racista es para todos; da igual si es antisemita o islamófobo. La extrema derecha gana elecciones en Europa haciendo discursos contra los gitanos”, sentencia Ricard Valentí. Quizá sea hora de que se abra de nuevo el debate de proteger la lengua romaní a nivel europeo y que España se sume a países como Alemania o Austria para velar por un patrimonio que no es solo de ellos, sino también nuestro. Porque: europeos somos todos.

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