Un nuevo brote de ébola en la provincia de Ecuador (República Democrática del Congo) se ha cobrado la vida de 48 personas y hay más de 100 casos confirmados desde el inicio del brote a primeros de junio. La enfermedad continúa expandiéndose por el interior de la provincia y alcanza ya 12 zonas sanitarias, según informan desde la ONG Médicos Sin Fronteras.
Difícil acceso
La República Democrática del Congo (RDC) se estaba sobreponiendo del anterior brote de ébola que afectó al noroeste del país. La provincia de Ecuador, donde afecta el nuevo brote, es una región que no se ve tan afectada por la violencia y la inseguridad como el noroeste, pero presenta otros problemas de carácter geográfico. Se trata de una región tan grande como Andalucía, pero con zonas de muy difícil acceso y en la que hay pueblos a los que solo se puede llegar a través de vías fluviales. Las ONG deben compartir un helicóptero porque hay zonas tan inaccesibles que los cooperantes y voluntarios solo pueden acceder con este medio de transporte. “Para llegar a la zona de salud de Bolomba tuvimos que remontar en canoa el río Likelemba con todos los materiales, medicamentos y personal”, explica Mathias Dembo, coordinador logístico de MSF.
Respuesta descentralizada
la región, afectada por el undécimo brote de ébola, tiene una topografía tan particular que requiere una estrategia específica por parte de las organizaciones de ayuda: “Por esa razón estamos implementando una respuesta descentralizada y desplegando nuestros equipos prioritariamente en las áreas de salud afectadas más remotas, a través de pequeñas estructuras a las que las comunidades puedan acceder fácilmente». Explica la Dra. Maria Mashako, coordinadora médica de MSF. Estos pequeños ambulatorios se convierten en la única posibilidad de prestarles los cuidados sanitarios necesarios a la población más escondida
Actividades clave
Una de las actividades claves en la lucha contra la epidemia es la concienciación en materia de prevención y protección. En la provincia de Ecuador los equipos sanitarios de Médicos Sin Fronteras y los del Ministerio de Salud de la República Democrática del Congo concentran sus esfuerzos en preparar a una población que en la mayoría de las zonas afectadas se enfrenta por primera vez al ébola.
Más suerte que ella
«Mi hija contrajo el ébola y dos días después de su muerte yo también fui hospitalizado«, explica Samwengi Bokuma. «Tuve más suerte que ella, ya que estoy aquí para contarlo. Para evitar más tragedias en la comunidad, me uní al equipo de MSF”, continúa con un estremecedor relato este nuevo colaborador de la ONG. Este virus letal, que debe su nombre al río Ébola, se ha cobrado miles de muertos en la República del Congo desde su aparición hace más de 40 años. Y todavía persiste brote tras brote como una de las enfermedades más terriblemente mortíferas que azotan el continente.
