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Un coronavirus asesino salvando la Monarquía

Domingo Sanz
Domingo Sanz
Nacido 1951, Madrid. Casado. Dos hijos y tres nietos. Cursando el antiguo Preu, asesinato de Enrique Ruano y la canción de Maria del Mar Bonet. Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973 y de la mili en 1975. Director comercial empresa privada industrial hasta de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. de 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. De 1996 hasta 2016, gerente empresa propia de informática educativa: pipoclub.com Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015.
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análisis

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Mientras en Hacienda alguien inventa lo que sea para explicar cuatro millones que son muchos más, el resto sabemos que nos ha caído encima otra de las injusticias divinas que cada cierto tiempo condenan a los habitantes del Reino de España. Esta vez en forma de pandemia que mata inocentes a miles, pero salva los privilegios de la familia menos ejemplar, esa cuyo emérito regresó en 1947 para dar forma a un Estado que convierte cada día en la vergüenza del mundo desarrollado.

Sin lo muy distanciados de cualquier vecino que nos tiene este virus maldito, es imposible imaginar que no se hubieran sucedido manifestaciones en decenas de ciudades reclamando cuatro décadas seguidas de República. Es lo mínimo que merecemos para probar a que sabe lo que nos robó aquel despreciable español, el mayor asesino de españoles de la historia de España que tuteló al rey corrupto desde los 9 años de edad y que, para triunfar, necesitó de Hitler, Mussolini y al resto de Europa mirando a otro lado. Y dentro de 40 años, si alguien quiere regresar a un reino que nunca será de los cielos, que pida un referéndum.

Desde aquel día de marzo de 2020 en que el virus nos encerró en casa y Felipe VI aprovechó la ocasión para emitir un comunicado sin valor legal ninguno que tendría que haber sido el de su abdicación, estaría siendo tal el clamor producido por el ejercicio de las libertades que este rey habría salido huyendo con su padre del palacio que ninguno de ambos merece, para susto fatal de tantos añorantes del miedo como sistema de gobierno. En cambio, unos ocupan escaños en el Congreso y otros llenan Internet con millones de fusilados imaginarios.

¿Y qué hemos hecho para padecer tanta desgracia, que hasta las pandemias se permiten el lujo de atacarnos para salvar a nuestros peores símbolos?

Incapaces de derrotar lo más abyecto de nosotros mismos, seguimos sin pedir ayuda verdadera al mundo que nos rodea y mantenemos en el poder real a aquellos que sueñan con volver a conquistarlo.



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2 COMENTARIOS

  1. La taxonomía es la ciencia de la clasificación de los seres vivos y de las cosas. Los ciudadanos pueden clasificarse en categorías como las de «monárquicos o republicanos», de «izquierdas o de derechas», en «demócratas o totalitarios» «corruptos u honesto» o por cualquier otra característica.

    Los ciudadanos también pueden clasificarse o agruparse en categorías como «personas positiva» «personas neutras» y «personas toxicas». Las primeras ven el mundo en positivo y trabajan en positivo para mejorarlo, las segundas lo intentan evaluar en su justo término y las terceras lo ven todo en negativo y trabajan para empeorarlo.

    A mi juicio se le otorga excesiva relevancia a la categorías «izquierda-derecha» o «republicano-monárquico» etc, y muy poca a la de «personas-positivas» y «personas-tóxicos» que posiblemente sean categorías más determinantes que las primeras.

    De entre todas las categorías los tóxicos son los más perjudiciales; incluso más que los corruptos.

  2. Los borbones, una dinastía que llego tras la Guerra de Sucesión. Una guerra civil que acabo con la convivencia pacifica entre los distintos reinos de las españas. Con un rey demente y libidinoso que no quería ser rey de las españas. Abdico y volvió a reinar. Se sospecha que fue quien quemo el Real Alcázar de Madrid porque no le gustaba. Nos dejo como sucesor a otro loco que se comía su propia mierda.
    El cuarto, un mea pilas al que solo le importaba sus aficiones y que a punto estuvo de quemar todas las pinturas de desnudos de la época porque lo escandalizaban. De este son el himno y la bandera borbonica, no de los españoles.
    El quinto, un calzonazos del que su mujer dijo que no fue capaz de engendrarle un solo hijo. A quien se cree su propio hijo obligo a renunciar al trono. Quien traiciono al país en las Abdicaciones de Bayona él y su supuesto hijo vendieron la corona por treinta y cuatro millones de reales de renta.
    Esta fue la primera vez que nos libramos de los borbones.
    Del sexto, el deseado de infausto recuerdo mejor ni hablar. El rey felón, el traidor a la patria y al pueblo. Rey corrupto, mujeriego, despótico, rencoroso, vengativo y que nos dejo en herencia tres guerras civiles, una reina regente esclavista y una hija ninfómana a la que sufrimos como reina.
    La séptima, la llamada reina de los tristes destinos, otra corrupta que se apropio del 25% de la venta de los bienes del real patrimonio y que con la creación de la red ferroviaria la corrupción sirvió para enriquecer a su propia madre. No quedo más remedio que obligarla a abandonar el país.
    Esta fue la segunda vez que nos libramos de los borbones.
    Su hijo recupero la corona para los borbones y paso sin pena ni gloria, la palmo pronto, si no otro gallo cantaría.
    Al noveno, también hubo que largarlo. Nos metió en una guerra en la que hacia negocio vendiendole armas al enemigo, creo una productora de pelis porno, acabo con la poca democracia que había apoyando un golpe de estado. De este viene lo de borboneo, que no es otra cosa que meterse donde no le llaman ni debe en política.
    Pero como dijo Valle Inclán: “Los españoles han echado al último Borbón, no por Rey sino por ladrón”.
    Su nieto el comistral de balde del Juanito recupera la corona para los borbones después de otra guerra civil. Pero esta además trae el agravante de ser la causante del mayor genocidio que han sufrido las españas en su historia y padecer bajo el pie del fascismo durante cuarenta años de dictadura.
    Con estos antecedentes del comistral de balde del “Juanito” el campechano.
    De que nos sorprendemos.

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