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Tras las elecciones de Madrid, moraleja

Javier Maurín Rodríguez
Javier Maurín Rodríguez
Estudiante de Filosofía. Técnico Superior en Administración y Finanzas. Empleado público con más años de vida laboral que medio Congreso (junto). Una década afiliado al PSOE para acabar como Portavoz en la Junta Municipal de Distrito de Villaverde (Ayuntamiento de Madrid) por Ciudadanos, una larga historia. Fui Responsable de Organización y de Comunicación en Plataforma Ahora. De izquierdas, jacobino y socialista.
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análisis

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El Partido Popular ha arrasado. Ha ganado en los 21 distritos de la ciudad de Madrid y en 177 de los 179 municipios de la región. Ayuso, en solitario, ha logrado más diputados en la Asamblea de Madrid que los tres partidos progresistas juntos (Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos). La victoria de la derecha es inapelable.

Me dispongo a realizar esta reflexión porque me parece imprescindible; creo alguien debe hacerla e intentar sacar una moraleja. En especial, porque no la han hecho los propios perdedores, que nos han abochornado con unos análisis totalmente fuera de lugar e improductivos. O incluso contraproducentes. Es necesario, habiendo pasado ya una semana de los resultados, analizar algunas de las reacciones para evitar ciertos caminos e intentar sacar conclusiones más productivas.

Es notable que, para el podemismo, los resultados ha sido una tragedia. No tanto por los resultados -que han mejorado- sino por haber visto cómo el único líder al que no han defenestrado se inmolaba él solo para no perder el 5% de los votos, evitando así quedarse fuera, al mismo tiempo, de Comunidad y Ayuntamiento de Madrid. Puede verse la inquina hacia el electorado en las declaraciones de éste, Pablo Iglesias, que hacía el análisis de que “se ha movilizado a lo peor de los que odian la democracia” y que la mayoría de la sociedad española ha votado trumpismo y ultraderecha. Monedero no quería quedarse atrás: “los que ganan 900€ y votan a Ayuso no son Einstein”, “muy lúcidos no son”.

Y digo yo: ¿qué pretenden exactamente estos políticos-politólogos que, ante una horrorosa campaña en la que oponían una supuesta democracia a un hipotético fascismo, llaman idiotas y fachas a aquellos que no les votan? ¿Se suponía que la “democracia” la representaba Podemos? ¿Van a pedir el voto a “estos fascistas” que no les han votado en las próximas elecciones?

Muy significativa, aunque por otros derroteros, era también la reacción de Carmen Calvo el 5 de mayo ante los demoledores resultados de las urnas. “Para un socialista es dificilísimo ir a hablar de cañas, de ex y de berberechos” decía, demostrando así que el PSOE no había entendido en absoluto por qué habían perdido las elecciones o qué era lo que se había estado disputando en la campaña. Y, lo que es más grave para un partido de la historia del PSOE, es no ser capaces de orientar correctamente el análisis ni siquiera a toro pasado.

Propongo al lector realizar un ejercicio cuasirevolucionario: tomar a los votantes por inteligentes en lugar de por idiotas. Como si cuando votaran tuvieran intereses y justificación para su acto, como si supieran lo que quieren o al menos supiesen justificarlo. Como si todo aquel que no me vota no hubiera sido estafado por el ganadorr Y esto implica evitar las dos vías anteriormente comentadas: ni los votantes son subnormales ni la campaña de Ayuso iba de hacer apología de la ebriedad y el terraceo.

Me temo que es la única forma de aprender algo de lo que ha pasado, de obtener una moraleja que nos sea útil para el futuro. Es un ejercicio extremadamente difícil, al parecer, para los autodenominados partidos progresistas pues tendrían que hacer autocrítica, reconocer que hacen algo mal, que se han equivocado. Pero quizá esta sea la única posibilidad de que la derecha no gobierne la Comunidad de Madrid otros 27 años.

Lo primero es ubicar adecuadamente esta campaña electoral: no nos encontramos en la Italia de los años 30, ni en los días previos a la invasión de Polonia, ni en el año 36. Estamos en 2021, en un escenario de pandemia mundial, de limitaciones a la vida corriente, sueños truncados, incertidumbre y temores. Nos confinaban para 15 días. 400 días después seguimos con intensas restricciones, en esta situación que se suponía excepcional. En un estado de alarma con serias dudas de poder restringir derechos como la inviolabilidad del domicilio, la movilidad por el territorio nacional o las reuniones.  Se votaban diputados a la Asamblea de Madrid a 5 días para la finalización de este estado de alarma.

Casi 80.000 muertos por Covid en España en el último año, una media superior a 200 fallecidos al día. Cierres perimetrales y toque de queda. 4.000.000 de parados en España, la peor cifra desde 2016. Una tasa de paro del 15%, un 37% de paro juvenil. Empresas que cierran, despidos. Trabajadores en ERTE, que tardan meses en recibir su prestación, cobrando el 50% de su salario. Gente lejos de sus familias.

Todos queremos que esto se acabe. O mejor incluso, que todo vuelva a ser como antes. Y en una campaña electoral se debe tener en cuenta lo racional, pero además hay que acertar diagnosticando estados de ánimo.

Elegir entre Democracia o fascismo no funciona. No funciona cuando la opción democracia es continuidad, es mantener el escenario apocalíptico actual. Pero además no imbuye al voto de poder ninguno. No vota cuando viene de quien se ha dedicado toda su vida política a lapidar la democracia actual. “Democracia” es el voto del aburrido, del conformista. Es el toque de queda y los cierres perimetrales. De los ERTEs que llegan tarde y los Ingresos Mínimos Vitales que nadie consigue cobrar. Democracia es el caos y el confinamiento. Es la más absoluta incoherencia, la de los que querían refundarla pero ahora se postulan a conservarla ante el fascismo.

Otro rollo diferente es apelar a la libertad. Burdo eslogan donde los haya, pero infinitamente motivador. Es una palabra brillante, positiva. Todo el mundo quiere ser libre porque libertad es disfrute. Es terraceo. Pero sobre todo es actividad comercial, trabajo, familia y amigos. Libertad es escenario prepandemia. Es trabajar por un sueldo de miseria como llevábamos décadas haciendo: pero eso significa certidumbre. Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad: Ayuso es lo malo conocido.

Eso es exactamente lo que los partidos progresistas no han sabido captar. El estado de ánimo de los madrileños. No era el momento de ofrecer a los madrileños más camas en las UCI, sino una vuelta a la actividad normal. Un regreso que sonara verosímil, pero, sobre todo, que fuera ilusionante. No era una campaña en la que ofrecer mejores prestaciones, subsidios o ayudas, sino apertura de comercios, trabajo y consumo. Los madrileños no desean peces, los madrileños querían cañas – pero cañas de pescar.

La clave de la campaña electoral era diagnosticar apropiadamente un momento en el que la ciudadanía desea esperanza, no asustarles con lo que pudiera estar por venir. El voto del miedo no funcionaba ahora, lo que funciona es tener un proyecto ilusionante de España. Esto no lo ha entendido nunca Podemos y no lo entiende el PSOE desde los años 80. Sin embargo, esto lo entiende el Partido Popular a la perfección: libertad. El concepto de libertad del Partido Popular -libertad como no intervención- no exige trabajo, no exige gestión y no exige concreciones. Simplemente habrá libertad y el resto vendrá rodado.

Puede parecer un discurso simplista, totalmente hueco y una engañifa: lo es. Pero extremadamente resultón. Y es extremadamente resultón porque no hay ninguna opción enfrente, no hay alternativa.  Hace falta currárselo un poco más, desempolvar al coco está muy visto.

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2 COMENTARIOS

  1. Se olvida usted unos cuantos detalles muy importantes.
    Los ciudadanos estamos hartos de que nos mientan, de que nos insulten, de que nos traten como idiotas, de que se nos metan las manos en los bolsillos cuando estamos ya pasando hambre, que se alien desde el gobierno con los que tratan de destruirnos, de que nos quiten derechos básicos como el de trabajar o ir a ver a nuestros padres / hijos, de que traten de fascistas a los que son apedreados, de que justifiquen cualquier ataque al que piensa diferente bajo la excusa de que es un fascista.
    El mundo entero huele mejor y tiene más luz cuando el socialismo radical no contamina nuestras vidas.

  2. Por cierto, su CV es la prueba del hundimiento de Ciudadanos como partido.
    Al fin hemos descubierto que Ciudadanos estaba infestado de socialistas y jacobinos

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