Tras las últimas sesiones del juicio al ‘procés’ un hombre tiene un problema: el mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero. Tanto el coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, como el máximo responsable de la Policía Nacional en Cataluña el 1-O, el comisario Sebastián Trapote, han apuntado a que la pasividad de la policía autonómica durante aquel día contribuyó a empeorar la situación. Por eso Trapero, máximo responsable de los Mossos aquellos días, lo tiene más difícil tras la declaración de ambos testigos que antes del inicio de la vista oral.

Por si fuera poco, la declaración de Montserrat del Toro, la funcionaria que acompañó a los efectivos de la Guardia Civil en los registros judiciales llevados a cabo en la Conselleria de Economía el 20 de septiembre de 2017, tampoco deja en buen lugar a los agentes autonómicos, que no pudieron hacer nada para impedir que la situación se desbordara. Ante el edificio se congregaron más de 40.000 personas y la funcionaria explicó que sintió “miedo” ante la multitud. Asustada, telefoneó al juez Juan Antonio Ramírez Sunyer para decirle: “Me tienes que sacar de aquí, no hay salida”. Finalmente pudo salir por la azotea del edificio, escalando un muro, y escapó por el teatro Coliseum mientras los Mossos nada pudieron hacer por garantizar su seguridad.

Pero sin duda ha sido la declaración de Trapote de esta mañana la que ha echado una nueva palada de tierra sobre los Mossos y sobre su máximo responsable por la gestión del 1-O. A preguntas de la representante de la abogada del Estado, Trapote ha llegado a calificar de “utopía” que dos o tres mossos por colegio electoral fueran suficientes para cumplir con el mandato del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) de evitar las votaciones y requisar el material. Por su parte, a preguntas del abogado Javier Ortega Smith, que ejerce la acusación popular en representación de Vox, ha aclarado que los Mossos “hicieron un dispositivo, pero enfocado sobre todo a salvaguardar la seguridad colectiva, y es imposible que con ese dispositivo y esos efectivos pudieran hacer cualquier tipo de intervención en un colegio”.

Trapero no colaboraba

Trapote ha indicado que desde días anteriores al 1-O tenían “indicios” de que podría haber algún problema con los Mossos. Uno de los contratiempos tenía que ver con la actitud del mayor Trapero, que según el oficial del CNP fue “reacio” desde el principio a ser coordinado por el coronel Diego Pérez de los Cobos, designado para ello por el fiscal superior en Cataluña. De hecho, la instrucción dictada por el entonces secretario de Estado de Seguridad José Antonio Nieto, ya contemplaba que si en un momento determinado los Mossos no actuaban para impedir la consulta, tanto Policía como Guardia Civil harían “la sustitución” del mando autonómico, según Trapote. En todo caso, el responsable del Cuerpo Nacional de Policía ha descrito como “colaborativa” la actitud durante las reuniones de coordinación previas del jefe de los Mossos Ferrán López, que fue quien acudió por parte de este cuerpo policial, informa Europa Press.

Cuestionado sobre cuáles fueron los principios de actuación de la Policía en aquella jornada, Trapote ha respondido que el dispositivo era de “especial sensibilidad”, ya que tenían que conjugar dos factores: “Garantizar la seguridad colectiva y por otro lado dar cumplimiento a un mandato judicial”.

El jefe policial ha descrito como “agresividad de alta virulencia” la actitud de los ciudadanos de algunos de los colegios, que a su juicio estaban “perfectamente organizados” porque sabían “cómo tenían que hacer la resistencia” mediante cadenas humanas y bloqueando, agrediendo y empujando a los agentes. Se empleó la “mínima fuerza imprescindible”, de manera “congruente, racional y proporcionada” ante los escudos humanos que se desplegaron en los colegios electorales, ha declarado Trapote ante los siete magistrados del Tribunal Supremo.

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