No es nada nuevo que Quim Torra sueña con extender el conflicto catalán al resto de España. Fracasada la estrategia de internacionalización del problema en Europa, el president de la Generalitat de Cataluña busca ahora la forma de propagar el polvorín separatista “dentro de casa” para que todo salte por los aires. La firma de un manifiesto entre partidos nacionalistas de Cataluña, País Vasco, Galicia, Islas Baleares y Comunidad Valenciana en Barcelona forma parte de una segunda fase del plan Puigdemont/Torra: consolidar y reforzar un bloque soberanista fuerte que pueda relanzar el desafío independentista, tratando de doblegar al Estado. Es decir, extender el incendio. El cuanto peor mejor.

Los partidos que han rubricado la Declaració de la Llotja de Mar del 25 d’Octubre de 2019 son: BNG, Crida Nacional, CUP, Demòcrates, EH Bildu, Esquerra Republicana, Esquerra Valenciana, MÉS per Mallorca, MÉS per Menorca y PDECat-Junts per Catalunya. De momento, el PNV se ha desmarcado de un documento que reclama una salida a la crisis territorial, la defensa del derecho a la autodeterminación de los pueblos y la liberación de los “presos políticos”.

La ofensiva independentista ya ha recibido la respuesta contundente del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, que ha exigido a Torra que “deje tranquilos a los valencianos”, al tiempo que le ha instado a que “cuando esté hablando de sus ansias soberanistas o todo lo que forme parte de sus ensoñaciones, no nombre a la Comunitat Valenciana para nada”. Nunca una advertencia de un presidente valenciano había sonado tan seria, directa y expeditiva. Solo le ha faltado decir aquello de “saque sus manos expansionistas de Valencia”.

Sin duda, las palabras de Puig dan la medida de lo que está ocurriendo, la temperatura de la gravísima enfermedad que sufre no solo Cataluña, sino el conjunto de España. El choque entre nacionalismos, el españolista y el periférico, está cada día más cerca y no parece que haya nadie en condiciones de evitarlo. La Comunidad Valenciana, limítrofe con Cataluña y con una lengua y lazos culturales comunes, está percibiendo ya en su propio territorio las réplicas del terrible terremoto catalán. Durante los peores días de los disturbios en protesta contra la sentencia del ‘procés’ un puñado de miles de valencianos salieron a la calle a sumarse a los “germans catalans” (los hermanos catalanes). Muchos mostraban lazos amarillos, esteladas e imágenes de los políticos soberanistas condenados por el Tribunal Supremo. En Alicante, Castellón, Gandía, Elche, Benicarló y Pedreguer, así como en otras localidades valencianas, también se produjeron protestas de apoyo similares. En todas ellas se leyó un manifiesto que pedía la libertad para los presos y amnistía, además de reclamar el derecho del pueblo de Cataluña a decidir su futuro. Las asociaciones convocantes son sucursales del soberanismo catalán en la Comunidad Valenciana, movimientos desde hace tiempo estrechamente conectados con partidos como ERC y entidades soberanistas como Òmnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana. Todas estas corrientes pancatalanistas sueñan con crear algún día los Países Catalanes (Països Catalans) una especie de futura nación fuera del Estado español que aglutinaría aquellos territorios en los que se habla la lengua autóctona. Los Países Catalanes –una delimitación solo basada en la similitud lingüística– nunca existió como sujeto político, aunque es cierto que la comunidad de territorios catalano hablantes tiene un origen histórico en la Edad Media, con la expansión de la Corona de Aragón.​

Ximo Puig ya le ha advertido a Torra que se vaya olvidando de esa especie de ensoñación o mito que solo traería confrontación entre los valencianos, de la misma forma que ahora existe una profunda fractura social que divide en dos a la sociedad catalana. Para explicárselo, remitirá una carta al president de Cataluña pidiéndole “respeto” y recordándole que la “solución a los problemas territoriales que existen en España solo puede darse a través de las reglas del juego”. Además, ha recordado que ningún partido con representación parlamentaria en Les Corts Valencianes ha participado del manifiesto de Barcelona. De hecho, Compromís, socio de los socialistas valencianos en el Govern, también ha anunciado que se desmarca del manifiesto impulsado por el vicario de Carles Puigdemont. Sin embargo, Torra, en un acto de irresponsabilidad política y de aventurerismo suicida, sigue echando leña al fuego nacionalista para extender el conflicto por todo el país. Parece que la siguiente consigna del “pacífico procés” es prender la llama de la discordia allá donde se pueda. Puigdemont, desde Waterloo, ya ha dado la orden de encender la mecha. Aquello que dijo Torra sobre emprender la vía eslovena para “llegar tan lejos como quiera el pueblo de Cataluña”, sin descartar ninguna opción. Incluso la balcanización de España, si es necesario.

5 COMENTARIOS

  1. Creo que muchísimos españoles estarían de acuerdo en hacer un referéndum y los que elijan salirse de España que sean bienvenidos en un terreno en el el desierto en Lérida donde puedan reconstruir sus vidas con sus ciudadanos y políticos de ejemplo y nos dejen al resto de españoles tranquilos. A ver si se dan cuenta que los politicos en cualquier región de españa son unos ineptos y la gran mayoría corruptos y que por mucha independencia van a tener más de lo mismo. Eso si el peaje para salir del desierto les quitaría las ganas de tanta tontería.

  2. Los artículos como este son los que echan gasolina donde está caliente para ver si arde, o entonces tenemos que pensar que quien lo escribe es bastante ignorante.
    Los partidos antes llamados nacionalistas, ahora soberanistas para que las cosas queden claras, siempre tuvieron contactos, manifiestos firmados y colaboraciones y alianzas.
    Por otro lado si estamos informados sabremos que Otegi ya habia dicho que los soberanistas debíamos intentar una alianza. Por ahí cae parte de la manipulación del articulista.
    Y ya ahora cual es el mal de que los pueblos sean libres y solidarios?

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre