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análisis

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En la presente campaña para las elecciones  a la asamblea de Madrid del próximo cuatro de mayo, tanto PP como VOX, han optado una vez más, especialmente éste último, por la estrategia del odio y el miedo, del ruido y la furia, del ataque áspero, violento, enconado, frontal y brutal hacia los partidos de izquierda, y especialmente a Unidos Podemos. Un enfrentamiento sin regla alguna, sin concesiones, sin maneras, sin la más básica educación, sin los más elementales modales que siempre indican buena crianza, sin “talandango” alguno que dicen en mi pueblo. Sirva como ejemplo el de la candidata Monasterio llamando con su habitual tono despectivo, chulesco y provocador  “cara de amargada” a Mónica García, candidata de Más Madrid. Esto da que pensar que la Monasterio no tiene  ningún espejo en su casa, si lo tuviera vería reflejada su desagradable cara de lechuza y quizás al conocer los propios, se le quitarían las ganas de señalar defectos ajenos

Tanto PP como VOX no ven a los otros partidos como los adversarios políticos que son, sino como enemigos a los que combatir de cualquier manera, todo les vale, el fin lo justifica todo a la hora de atacar a las otras opciones que concurren a la consulta electoral. Podrían haber intentado ganar votos por la vía de la explicación, de la exposición de los fines que esperan alcanzar y cómo piensan lograrlos; del razonamiento con sólidos y elaborados argumentos para convencer de que su alternativa es la mejor. Pero esa estrategia del discurso constructivo no les ha convencido nunca y nunca ha entrado en sus planes. Algo así habría sido para ellos una pérdida de tiempo. Para qué razonar y hacer razonar, con lo que cuesta,  pudiendo atacar y despellejar con cuatro certeros zarpazos a los contrincantes. No, nada de eso, ni hablar, es mucho mejor tomar la vía del enfrentamiento sin tregua, de los insultos a cual más grueso e hiriente, de las descalificaciones solo por pensar diferente, del gusto por la bronca, la continua búsqueda de camorra, el permanente clima de reyerta de bar durante todo el tiempo que dure la campaña electoral. Salta a la vista que este partido no cree ni ha creído nunca en la democracia, tan solo se aprovecha de ella para sus fines. 

De VOX no podía esperarse otra cosa dada su falta de programa, un programa que cabe en una tarjeta de visita y que nos suena demasiado a esas soflamas que hemos escuchado a voz en grito y más de una vez en la barra de un bar: “los culpables de todo son los políticos, los moros, los negros, los comunistas… si me dejaran a mí…esto lo arreglaba yo enseguida…etc.” Resulta cuanto menos chocante que los líderes de VOX  también desprecien, y de qué modo, a los políticos. Y ellos qué son?. Acaso no cobran sus sueldos y demás complementos como cualquier político?. Uno de los pilares de su campaña consiste en en alentar el odio y el miedo, sus dos grandes bazas, a los ya famosos menas a los que criminalizan sin que se salve ni uno, y la delincuencia en general que según ellos campa libremente en Madrid. Cuando en Madrid, y así lo dicen los sindicatos policiales, existe un bajo índice de delincuencia que en modo alguno llega a crear alarma social. No hay alarma social por una alta tasa de delincuencia, pero eso a ellos les da igual, el caso es propagarla para que la gente sienta miedo y les vote, porque todo su ideario se basa en el miedo, miedo al extranjero, al pobre, al débil, al diferente, un miedo que trae aparejado el odio. Después de crear ese clima de odio y enfrentamiento ellos se ofrecen rápidamente a solucionarlo. Nada nuevo bajo el sol. Hablan del miedo, de la desprotección de la población ante las amenazas de los pequeños delincuentes, En cambio nada dicen de la gran delincuencia, la de verdad, la de la corrupción política y financiera de este país, que esa sí crea una gran alarma social. Nada les oiremos decir de este asunto, si acaso hablarán de algún caso aislado en las filas de la izquierda, y nunca, o casi nunca, de  la del PP ni de las grandes empresas y corporaciones y sus conexiones con paraísos fiscales. En materia de economía entonan con fervor el “Suiza, patria querida” para todo lo demás “viva España”. 

Estamos seguros, o al menos eso queremos pensar, que habrá militantes del PP, incluso alguno de VOX, que no les guste esta campaña que han convertido en una fea y sucia exhibición de odio y enfrentamiento, en una pelea a la salida de un after hours que dura ya varias semanas. Pero nadie se atreverá a pedir sosiego, mejores maneras, educación, corrección, calma y civismo por miedo a ser señalado como un peligroso infiltrado a las órdenes del demoníaco Pablo Iglesias, un candidato ni más ni menos que ellos, que defiende una muy respetable opción política, al que han hecho, de una manera sangrante e intolerable, blanco de todos sus ataques. Si alguien quiere comprobar el  permanente acoso y derribo a Iglesias, un ataque en el que se han pasado y se están pasando varios pueblos, no tiene más que ver y oír en los medios de comunicación conservadores el incesante toque de a degüello a Iglesias que estas cadenas propiedad de las élites económicas están azuzando no solo ahora en época electoral sino todos y cada uno de los días del año. Estas élites económicas son las que están detrás de toda esta operación de acabar con Iglesias, a  quien culpan de todo. Y los  periodistas, tertulianos y demás personajes de estos inmundos medios de comunicación serían capaces de culpar a Iglesisas de la muerte de Manolete si así se lo ordenaran los que pagan a ese batallón de periodistas, por llamarles de alguna manera, que se exprimen a diario las escasas neuronas con las que cuentan y afilan las venenosas lenguas también a diario para perpetrar algún ataque más, algún nuevo escarnio, bulo, ofensa, improperio, algún nuevo sambenito o insulto, cuanto más salvaje mejor, que todavía no hayan proferido porque se les ha pasado al consultar los diccionarios de sinónimos.

Sintonizando unos minutos las cadenas de radio o de televisión u hojeando por encima los periódicos pagados por ese poder económico se da uno cuenta enseguida del grado de manipulación de la realidad para seguir manteniendo el control  del poder político en la Comunidad de Madrid, el gran centro de poder, donde se hacen los grandes negocios de prácticamente todo el Estado. Porque todo lo que buscan es eso, ni más ni menos, negocio y  más negocio, beneficios y más beneficios. Eso es todo. Y para ello tienen que tener a los políticos siguiendo punto por punto sus indicaciones, siempre a mano su teléfonos por si tienen que mandar algo. 

A Iglesias lo tienen en el punto de mira desde que llegó a la política. No les gusta ni nunca les ha gustado porque saben que jamás se avendrá a seguirles el juego, a facilitarles la buena marcha de sus negocios de siempre, a pactar con ellos algo que perjudique a los intereses públicos, a los servicios públicos que defenderá siempre, porque es consciente de que tanto la sanidad como la educación y el resto de servicios públicos es lo único que tenemos los ciudadanos de a pie, los contribuyentes rasos, los peatones de la historia. Si los perdemos nos quedamos sin nada y a merced de los Fernández – Lasquetty de turno que desde sus cargos públicos, ya tiene narices la cosa, intentan cargarse, desmantelar esos servicios públicos que por razón de su cargo deberían proteger y mejorar de una manera  continua, para eso cobran. Sin embargo, lejos de apartar de esos servicios públicos a los empresarios ávidos de hacer caja, colaboran con ellos para que más pronto que tarde puedan hincar el diente a esa suculenta tarta.  Por cierto que Fernández – Lasquetty, como no podía ser de otra manera, va en la lista del PP a estas elecciones, con lo cual tendrá otra oportunidad, quién sabe ni con esta irá la vencida, de acabar de una vez con la sanidad pública madrileña alegando que no es rentable. Porque la sanidad, así como la educación y el resto de servicios públicos, y esto ya se ha dicho hasta la saciedad, no los ven ni nunca los han visto como una inversión para mejorar la vida de los contribuyentes, sino como un oneroso gasto que podría ahorrarse fácilmente si lo gestionaran manos privadas, empresas  casualmente de su entorno que ganarían mucho, muchísimo dinero.  Por eso, no estaría de más recordar a los votantes del PP que no tienen recursos, y no no referimos, naturalmente, a aquel señorón que pedía libertad por las calles del barrio de Salamanca a bordo de su Mercedes descapotable, sino a los que no pueden costearse una operación, un tratamiento en un hospital privado, que piensen un poco si quieren una buena sanidad pública universal y gratuita o prefieren sacar la tarjeta de crédito y meterla en el datáfono hasta dejarla temblando cada vez que vayan a un ambulatorio o a un hospital.

Ahora mismo los grandes empresarios del Ibex, el poder económico que controla y quiere seguir controlando, como siempre lo ha hecho, la política de la Comunidad de Madrid, que es como decir de todo el Estado, están algo intranquilos. Confían en que sus bien engrasados políticos velarán por sus intereses como han hecho siempre, pero nunca hay que fiarse. Hay por ahí partidos y líderes que no controlan ni de lejos, y eso les inquieta un poco. Siempre pasa lo mismo en época electoral. Pero, como dice un personaje de El Padrino: “El poder solo agobia a quien no lo tiene”. Afortunadamente para todos ellos, ese no  es su caso.

En este tiempo de consulta electoral, se sienten, y así se han sentido siempre, como los dueños de la gallina de los huevos de oro a la que están sometiendo a un rutinario chequeo médico. Lo más fácil es que no pase nada y la gallina vuelva a sus manos y siga poniendo con la regularidad de siempre. Pero… quién sabe, igual éstos de la izquierda…. Y esa idea les ronda como una mosca cansina, una gran mosca cojonera con coleta, ahora con moño, que les  irrita  e intranquiliza, el dinero es muy miedoso, hasta el punto que no dejan  de dar vueltas y más vueltas por la sala de espera mientras repiten de forma obsesiva: “no va a pasar nada, lo tenemos todo controlado, vamos a ganar como hemos hecho siempre”. Llevamos veintiséis años ganando. Nada indica que no lo sigamos haciendo. Ya pero… y si….   

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2 COMENTARIOS

  1. La concepción centralista a ultranza de la oligarquía madrileña del Estado está en su ADN; a través del BOE se enriquecen todos los días. Si el Estado español quiere seguir existiendo a la larga, es fundamental trasladar la capital del Estado fuera de Madrid, sino desaparecerá; no sé cuando, pero desaparecerá.

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