viernes, 26abril, 2024
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Territorio Slow

Crónica de viaje III

Mónica Molner Andrés
Mónica Molner Andréshttp://www.monicamolner.com/
Médica, divulgadora y escritora encantada de compartir lo que pasa por su cabeza y por su vida con quien quiera leerla. Apuesta por la educación sexual y por el empoderamiento de sus pacientes.
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análisis

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Da gusto dejar tu ajetreada rutina para cambiar cielos grises llenos de gotas frías, por caballos y ovejas en soleados pastos verdes. Las vacas parsimoniosas con sus lazos azules o rojos cual cherokees, te saludan con su mirada sin dejar de comer y entonces, te reafirmas en aquello de “otro mundo es posible”.

No me canso de mirar por la ventanilla increíbles montañas recubiertas de alfombras verdes donde asientan majestuosos árboles con sus ramas cargadas de sabiduría ancestral, a los que es fácil imaginar caminando.

Los conductores son, en su mayoría, pacientes que no desesperan ante las tortugas caravana que inundamos sus carreteras y que subimos como las abuelitas que iban a misa en Bejís por sus largas pendientes.

Aquí lo tienen todo preparado, cada poco tiempo te encuentras indicativos que te aconsejan apartarte en el carril slow para dejar pasar y es entonces, cuando puedes oír cómo te pitan pero en agradecimiento por haberlo hecho, sin estridencias ni malos rollos.

Trayectos donde encuentras fácilmente baños públicos limpios donde no falta el papel y da igual que sea en un camping o en mitad de la carretera. Bueno, para no mentir diré que también encontramos alguno digno de olvidar porque quien lo usó olvidó estirar de la cadena.

Me he enamorado de nuevo, esta vez nada carnal para tranquilidad de mi marido, puro amor platónico. A ver cómo si no, me enrollo con un árbol para que su verde me inunde. El único gris lo ves en la carretera bajo nuestras ruedas y seguro que por aquí también hay personas de ese color, pero no creo que abunden mucho.

Si fuera poetisa lloraría de lo bonito que es todo a mí alrededor, aunque a alguno le pareciera una cursilada me daría igual, porque tendría claro que sus ojos deben estar cegados por cataratas y no precisamente de agua. A lo largo del viaje Nueva Zelanda nos regalará paisajes que ni siquiera estaban imaginados y que iremos saboreando como quien se deleita con un manjar. El aquí y el ahora se hacen presentes para poder captar todo lo que nos rodea; entre la inspiración y la espiración, sucede un mundo que no te puedes perder.

La naturaleza habla en “Slow” a diferencia de quienes habitan estas tierras y ponen el acelerador a un inglés complicado de entender para quien como yo, no tiene el B2.

Me resulta divertido pensar que mientras escribo esto, mi familia y amigas/os, al otro lado del planeta estarán soñando quizás con paisajes como éste. Si los quieres ir descubriendo conmigo, puedes seguir con las crónicas que irán llegando.

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