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Tamames defenderá el “espíritu de consenso y la Transición” en nombre de un partido que apuesta por la guerra cultural contra la izquierda

Abascal presenta la moción de censura que el prestigioso economista expondrá en su nombre

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análisis

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Feijóo se ha apresurado a desmarcarse de la moción de censura presentada por Santiago Abascal que será defendida por el nonagenario economista Ramón Tamames. De esta manera, al anunciar que el PP piensa abstenerse, el líder gallego termina de diluir el escaso interés que a priori podía tener la iniciativa de Vox y aclara cualquier tipo de sospecha o duda sobre cuál será el voto del Grupo Parlamentario Popular. Ahí ha estado bien el dirigente popular, es justo reconocerlo. No todo van a ser palos para él, cuando hace algo bien, aunque sea de uvas a peras, hay que decirlo.

La estrategia de Génova en esta moción de censura está perfectamente trazada desde el principio. Se ha encargado de fijarla el propio portavoz del partido, Borja Sémper, que ha acusado a Vox de hacer las veces de “flotador mediático” de Pedro Sánchez. Y tiene toda la razón el moderao de la derecha. Hay que ser muy negado políticamente, o muy terco, o ambas cosas a la vez, para no ver que la ‘moción Tamames’, llamada a fracasar estrepitosamente y de antemano, solo tiene un único beneficiario: el presidente del Gobierno. Siendo generosos, podríamos decir que Feijóo también puede salir en parte reforzado, ya que se encuentra ante una buena oportunidad para marcar perfil centrista frente a la exaltación de Abascal. Pero aquí quien va a sacar rédito político de verdad es el Ejecutivo de coalición. En Moncloa están deseando que llegue ya el día, el cuerpo les pide guerra, una muestra inequívoca de que la operación ha sido un inmenso error político de Abascal (y eso que es reincidente desde que presentó la primera moción en la que también salió escaldado). A Abascal habría que empezar a llamarlo ya “el censor de la democracia” por el vicio que le ha cogido a presentar mociones de censura que no sirven para nada más que para apuntalar a la izquierda en el poder. Él verá.

Prueba de que el PSOE está encantado con este nuevo teatrillo de la extrema derecha española es que, ayer mismo, la ministra de Hacienda y vicesecretaria general de los socialistas, María Jesús Montero, se permitió afear al socio de coalición, Unidas Podemos, y al resto de las fuerzas aliadas parlamentarias, que se estén planteando hacerle el vacío a Tamames, es decir, no abrir la boca en toda la sesión para no debatir con el viejo maestro. Para Moncloa, esa estrategia sería una equivocación tan flagrante como la presentación de la propia moción de censura, ya que supondría caer en las mismas tácticas sucias de la antipolítica habitualmente utilizadas por Vox para desprestigiar el Congreso de los Diputados. Ferraz cree que el bloque democrático debe tomarse muy en serio este Pleno, no solo porque embarrarlo aún más sería hacerle el juego a Vox, sino porque Ramón Tamames, por mucho que haya puesto su arma dialéctica al servicio del nuevo fascismo posmoderno, merece un respeto, mayormente por su trayectoria académica.

Denigrar al veterano profesor, ningunearlo, dispararle granos de arroz con un canuto o bolígrafo, gastarle gamberradas en la pizarra, no hacerle el menor caso y reírse de él cuando esté impartiendo su lección en el estrado (como baraja la izquierda más combativa) sería tanto como otorgarle la condición de mártir o víctima, que es lo que pretende Abascal. Si el frente progresista cae en las mismas formas barriobajeras, se estaría poniendo al mismo nivel que los ultras, siempre empeñados en convertir las Cortes Generales en una barraca de feria. Por tanto, se impone debatir con el catedrático, no queda otra. El juego parlamentario debe ser serio, útil y respetuoso en todo momento. A fin de cuentas, la democracia consiste precisamente en eso, en la esgrima dialéctica con el adversario. Y si luego el ponente de la moción incurre en lapsus, lagunas o contradicciones propias de su falta de entrenamiento o de la edad (recordemos que fue un hombre que desempeñó un papel fundamental en la Transición, pero que hoy está fuera de tiempo y de la realidad del país), que sea él mismo quien se ponga en evidencia. En cualquier caso será divertido escuchar al economista hablar de recuperar el consenso, la reconciliación y el espíritu de la Transición cuando el partido al que representa defiende la feroz “batalla cultural” contra la enemiga izquierda (el guerracivilismo de siempre) sin treguas ni concesiones. Por tanto, y aún a sabiendas de que esta moción es una fricada del neofranquismo abascaliano, no hagamos del show paródico de la democracia que propone Vox algo todavía más dramático y espectacular. Con que los aliados del Gobierno sepan estar y comportarse, la moción estará ganada (lo estará de cualquier manera, ya que la extrema derecha no cuenta con ningún apoyo parlamentario, pero respetando al rival la victoria será aún más grandiosa). 

De momento, Abascal ya quedó en evidencia ayer mismo cuando, tras presentar oficialmente la partitura de su zarzuela, se erigió como gran defensor de la libertad amenazada por Pedro Sánchez. Aquí, si hay alguien que amenaza la democracia, es él mismo con sus maniobras orquestales en la oscuridad, sus jugarretas y sus tretas, como la de arrastrar al ruedo político a un jubilado, al que echa a los miuras rojos para que se inmole por él. Todo el mundo va a ver cómo Tamames sale tristemente quemado de este trance (qué necesidad tenía un hombre de su prestigio de meterse en semejante berenjenal) mientras el jefe, fresquito y perfumado en su escaño, evitando mancharse, se limita a aplaudir y a asistir a la corrida desde el palco. Si estaba tan seguro de la legitimidad moral de su moción de censura, ¿por qué no sube él a defenderla personalmente? ¿No se ha atrevido por cobardía, por miedo al fracaso o por falta de pericia política, tanta que ha necesitado recurrir a un erudito más preparado que él? Todo en este lamentable episodio resulta grotesco. Desde el ponente que decide asumir el papel de hombre de paja en nombre de otro hasta el proponente que demuestra una falta total de escrúpulos a la hora de utilizar a terceros para sus maquiavélicos fines.

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2 COMENTARIOS

  1. Que Tamames es un «nonagenario» es cierto que está «jubilado» también. Que «hoy está fuera de tiempo y de la realidad del país» habrá que verlo.

    Mucho miedo le tenéis los talibanes al profesor.

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