Están moviendo el agua para cargarse gran premio más mítico que existe en la Fórmula 1 actual, el de Mónaco, desde dos mares diferentes.
El primer ladrador es Zac Brown, el gran capo de McLaren que debería preocuparse más en cuidar su monoplaza y mimar a sus pilotos qué de cuestiones de organización del gran circo. Al chaval se le ve con
ambiciones: seguro que sueña con convertirse en Bernie Ecclestone, aunque en versión desleída y moderna, porque la momia Ecclestone como Mónaco, es algo del pasado.
El otro perro que ladra y amenaza con morder las nalgas del viejo circuito urbano del Principado es Stefano Domenicali.
Los dos piden lo mismo: más pasta, mucha más pasta. Mónaco paga solo
2000000 € al año por organizar un gran premio, mientras que los árabes o China o Mismi pagan hasta 60000000.
Dinero, dinero, dinero. Y al pasado que le den. A la historia que le den.
Dinero para gente que no necesita dinero para nada, que ya son asquerosa y excesivamente ricos, a costa entre otras muchas cosas de hacer cada vez más pobres a quiénes forman el 85% restante de la población.
Dinero. Todo es válido por dinero. Según esa gentuza. Si existiese un proyecto para cargarse la catedral de Notre-Dame y convertirla en apartamentos de lujo seguro que tipos como Domenicali y Brown estarían encantados de ser los promotores.
Nuestro desprecio desde aquí.
Tigre Tigre