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Serenidad, distancia, tiempo

Sergi Tarrés i Sales
Sergi Tarrés i Sales
Licenciado en comunicación audiovisual. También estudió física. De izquierdas y republicano. Ha participado en campañas electorales en redes y comunicación. Asesor político. Ha sido profesional de las telecomunicaciones i astrónomo aficionado.
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análisis

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Hay nervios, insultos, reproches, repartición de carnets patrióticos, y sobre todo mucha tensión acumulada. En Catalunya se vivió una jornada sin parangón el día 21 de diciembre. Con absolutamente todo en contra y por enésima vez, el independentismo, el republicanismo representado bajo tres marcas políticas diferentes, ganó contra el pronóstico de un estado que hizo un “all in” para intentar evitarlo. Han pasado tres meses des de la heroica victoria, nos parecen años.

Han pasado tres meses des de la heroica victoria, nos parecen años

Después de la deposición del gobierno, el exilio y las encarcelaciones sumarísimas de dudosa base legal -solo hace falta escuchar a gente notable como Martin Pallin verbalizándolo en primera persona-, una intervención completa del autogobierno y unas elecciones autonómicas impuestas e inesperadas. Después que todas las fuerzas políticas republicanas e independentistas decidieran concurrir a estas anómalas e ilegítimas elecciones se revalidó y mejoró el resultado en nombre de votos.

Después de unas convulsas semanas posteriores al referéndum de autodeterminación que costó más de mil heridos y un país en shock hubo un 27 de octubre incomprensible. Un día que podría haber sido el primero de muchos que materializarían la República ganada el día 1. La cuestión es que, a día de hoy, nadie se ha atrevido a poner de verdad las cartas encima de la mesa ni a explicar qué ocurrió aquel día. Amenazas, traiciones, lo que sea. Lo que sea. Aquel día paramos en seco.

nadie se ha atrevido a poner de verdad las cartas encima de la mesa ni a explicar qué ocurrió aquel día

El vacío. El proyecto independentista, tal y como estaba concebido hasta entonces, se acabó aquel extravagante viernes que nadie, aún, ha sido capaz -capaz no por no saberlo si no por no atreverse- de explicar. La valentía de la gente, su resiliencia, los de primera fila que lo han dado todo -y por eso están en la cárcel o en el exilio-, los que se enfrentaron a sus jefes de redacción por no aceptar la censura de un sistema viciado y pagado por los de siempre, los que se cogían de la mano en la Via Catalana o en las tropecientas manifestaciones, los que se habían indignado y dejado el trabajo para manifestarse viendo que el Estado detenía a sus representantes en medio de la calle y con sus hijos delante solo por organizar una votación, en definitiva, los que estamos en esta revolución llevábamos una inercia, un “momentum” que se puso de manifiesto el 21D y se ha materializado en forma de reproches, insultos y otras barbaridades.

Hemos visto cosas increíbles. Cosas como que des del independentismo se tilde de traidor a un ínclito gigante como Joan Tardà y a la vez algunos intenten blanquear a Santi Vila -por los mismos que primero intentaron parar la DI del 27 y luego hicieron campaña por una lista independentista muy “presidencial”- un tipo que, sin ruborizarse, dijo que nunca había preparado nada para la independencia. Gente que dice que hundir el partido de la República, el único con ni un caso de corrupción en 86 años y con centenares de presos y represaliados por haber defendido la democracia es una gran idea para avanzar hacia la independencia. En definitiva, hemos perdido una cosa imprescindible: la serenidad.

hemos perdido una cosa imprescindible: la serenidad

Abogo por la creación de una mesa de debate nacional donde líderes, partidos, entidades, particulares y tutti quanti tengan un diálogo honesto. Explicar qué ocurrió y por qué ocurrió lo que ocurrió a partir del 1 de octubre, cada uno des de su responsabilidad y des de su punto de vista. Luz y taquígrafos. No verdades a medias, verdades enteras. Todos. El pueblo lo necesita y se lo debe al pueblo mismo. Seguir cabalgando mentiras a cuál pescador que busca ganancia a río revuelto no es lo que quiere ni merece un pueblo, los que pusieron la cara para proteger las urnas no lo merecen.

Recuperemos la serenidad, ganemos tiempo con un gobierno que haga lo que pueda y, mientras, hablemos y mirémonos a los ojos. Preguntémonos cómo hemos llegado este aquí, si hemos sido los suficientes, planteémonos qué hace falta para ganar más y llegar más lejos. Pero no nos insultemos, no les regalemos esto, nos arrepentiríamos y fallaríamos a todo un pueblo a los que se dejaron la piel para conquistar la libertad, nuestra libertad.

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