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Salvar vidas no es propaganda

Maximiliano Fernández Ibarguren
Maximiliano Fernández Ibarguren
Licenciado en Periodismo Licenciado en Ciencias del Trabajo
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análisis

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Hace más de 400 años, Sancho Panza advertía a Don Quijote de la Mancha: “Aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino…“

La humanidad, en este siglo XXI, le hemos echado mucho de menos. Si allá por febrero de este año se hubiera reencarnado en algún líder de cualquier parte del mundo, ningún ciudadano hubiera subestimado “una gripecita” que se ha dejado en el camino millones de infectados y de fallecidos “dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo….”

El Covid impactó emocional y psicológicamente a miles de familias rotas de dolor por la pérdida de sus seres queridos. Si Don Quijote no vio los molinos, los seres humanos no vimos venir al enemigo, al virus. Tampoco, como él, qué nos deparaba enfrentarnos a lo desconocido,

Y mientras los dirigentes políticos mundiales de todo espectro ideológico desesperadamente  intentaban encontrar las recetas para controlar una pandemia desbocada con medidas, en algunos casos, hasta contradictorias (recordemos que desde la OMS se indicó  que la mascarilla no era necesaria), empezaron a llegar las restricciones a la movilidad, a limitación de aforos y reuniones y hasta el cierre drástico de tiendas y locales de actividades no esenciales. Sin embargo, la curva de contagios y de fallecidos no paraba de aumentar junto a la sensación de desasosiego de los ciudadanos. Al igual que Don Quijote, tenía delante a un enemigo invisible en una lucha de antemano perdida; un tratamiento o una vacuna contra el Covid que salvase vidas y mitigase los efectos económicos y sociales de la crisis sanitaria, hace tan solo unos meses, era una quimera.

No obstante, en España, a diferencia de otros países de nuestro entorno, la oposición a Pedro Sánchez  y Pablo Iglesias, encarnada en la figura de Pablo Casado y su criatura política Isabel Díaz Ayuso junto a Santiago Abascal, centraban sus energías en desgastar al gobierno central con la esperanza que la pandemia les sirviera de trampolín para forzar elecciones anticipadas y llegar así a la Moncloa. Salvar vidas no era una prioridad. Acabar con “el gobierno sociocomunista bolivariano filoetarra” “Por el bien de España”, Sí. Al PP, con epicentro desde el gobierno de la Comunidad de Madrid , todo le valía para alcanzar su cometido: No aprobar prórrogas de los estados de alarmas, hacer campaña en Europa contra la asignación de fondos para paliar los efectos nocivos de la crisis económica y social, generar polémica por la adquisición de materiales o limitaciones horarias y cierres perimetrales o más recientemente sobre el numero y reparto de vacunas . Mientras tanto, el resto de ciudadanos queríamos  pretendemos, simplemente protegernos, salvar vidas.

Casado, Ayuso y compañía, habían decidido firmemente ser esas astas del molino que habían tumbado a Don Quijote y Rocinante y ponerles el pie en la cabeza antes que tuvieran el mínimo intento de levantarse.

Y a pesar de todo, quién diría, nueve meses más tarde y como consecuencia de una alocada carrera de gobiernos y organismos internacionales que destinaron ingentes cantidades de dinero público a la comunidad científica, la vacuna llegó y con ella la luz al final de un túnel muy doloroso y tortuoso y la esperanza del comienzo del fin. Don Quijote y Rocinante empiezan a sobreponerse.

Sin embargo, la llegada de las primeras dosis de las vacunas a España, lejos de generar entusiasmo, provocó una vez más, en un ejercicio de mezquindad no visto en otros países, la crítica de representantes del Partido Popular al tacharla de “Propaganda” al contener el embalaje la pegatina y escudo de “Gobierno de España”, enmendando en su totalidad su estrategia y argumentario desde que Pedro Sánchez está en la Moncloa de “con sus socios, quiere romper España”.

No deja de ser curioso el hecho que Sánchez despertó más ataques de quienes dicen amar y defender a España que, de aquellos a quienes acusan de querer romperla. Desde esta perspectiva política, el PP considera que son los únicos “autorizados” a usar los símbolos nacionales. Una concepción patrimonialista del poder que arrincona a la “Propaganda” al resto. Quizás por este motivo, Pablo Casado se “olvida” que la Presidenta de la Comunidad de Madrid o el Presidente de la Junta de Andalucía Juan Manuel Moreno Bonilla repartieron mascarillas gratuitas en las farmacias con pegatinas institucionales de sus comunidades autónomas. 

Pero … ¿Qué es la Propaganda? Según la RAE es cualquier  “Acción y efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores”

En este marco, el enriquecido refranero popular español nos remite a “Se cree el ladrón que son todos de la misma condición “que encaja a la perfección con las campañas de marketing dirigidas por el ex portavoz del gobierno de José María Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, actual asesor de la presidenta madrileña. Publirreportajes angelicales en medios amigos, fotografías con aviones en Barajas, con bocadillos en el hospital milagro de Ifema , en otro con sobrecostes a medio construir son algunas pinceladas que nos regalan desde el gobierno de la Puerta de Sol.

Y sobre llovido, mojado. Su mentor, Pablo Casado no iba a ser menos; fotografía en pose compungido en aseo, intelectual delante de la biblioteca del salón, de trabajador en corrala con ovejas, en un obrador, etc.

En ambos casos, campañas de promoción a nivel instagramers, que apuntan a unas estética de la imagen, carente de discurso y mensaje político. También es verdad que, cuando se carece de ideas, propuestas o alternativas, qué mejor que tapar el hueco con cuidadas fotografías vacías de contenido pero de fuerte impacto visual  que, en algunos casos, rozan la ridiculez y el esperpento. Esto sí es propaganda, salvar vidas, no.

Con más de 50.000 fallecidos y 1.800.000 infectados y tanto dolor y tristeza en miles de familias que el PP defina como “ Propaganda” el comienzo del fin de la pandemia evidencia la mezquindad, del poder por el poder, la falta de empatía con las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos y la deriva ideológica de un partido que, hasta ahora, era alternativa de gobierno. Con estos mimbres, los españoles deberán tomar nota si está en condiciones de seguir ostentando este status.     

Don Quijote y su Rocinante, en breve, se erguirán  …..a pesar del ruido del PP (y de VOX)

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