La diferencia sigue alimentando la barbarie y definiendo nuestras miserias como especie. Los rohigyas huyen de la limpieza étnica a manos del ejército birmano (Myanmar), que incendian sus aldeas y los asesinan sin pudor alguno, en base a la ridícula y mezquina excusa de no ser reconocidos como una de sus 135 etnias oficiales. La oficialidad siempre olvida lo humano, se atrinchera y cerca sus actos tomando como referencia documentos y decisiones que aluden, supuestamente a democracias y dioses que lo validan todo, incluso la muerte de otros seres humanos.
A los Rohigyas se les negó en 1982 la ciudanía en Myanmar (Birmania), aunque residen en uno de sus estados occidentales desde hace siglos, y en relación a ello, se le consideró inmigrantes ilegales, se les negaron y desahuciaron todos sus derechos fundamentales como la educación y el empleo, se les relegó y asfixió con el ostracismo, fueron marcados y difamados por una decisión oficial. Pero tras los sucesos de este verano, en el que el Ejército de Salvación Rohigya de Arakan lanzó una ofensiva contra cuarteles militares y policía birmana, con la intención de reclamar la dignidad que les fue arrebatada en un laudo gubernamental, los acontecimientos se han vuelto apocalípticos e inhumanos, de lesa humanidad. El ejército birmano ha arrasado aldeas, ha practicado violaciones, ha quemado a seres humanos vivos, ha asesinado a balazos y también con machetes, ha comenzado la exterminación de dicha etnia, y usa de manera nefasta y penosa el ataque del Ejército de Salvación Rohigya de Arakam para justificar dichos actos.
Se queman las aldeas y no se deja con vida a nadie, y en ello, matan dos pájaros de un tiro: no hay ningún lugar al que regresar, y no hay, por otro lado, quién pueda o quiera regresar. Así funcionan todas las barbaries. El miedo siempre fue el arma más efectiva para empujar la decisión.
Y en todo esto, en toda esta barbarie inusitada, ni Europa ni EEUU ha levantado la mano para señalar la crueldad y proponer posibles sanciones o posibles acciones militares, o planificar actuaciones para rescatar a los Rohingyas, quizás, porque en este caso, los intereses económicos están del lado del ejército birmano.