Albert Rivera en Rentería

Hasta la fecha, Rivera no ha conseguido ninguno de los objetivos políticos que se había planteado antes de este interminable periplo electoral: ni ha logrado echar a Sánchez del poder, ni ha dado el sorpasso al PP, ni es el jefe de la oposición, por mucho que él juegue a serlo. El líder de Ciudadanos es como ese niño que juega a las batallitas y siempre se pide el papel del general Patton.

Pese a que sus sueños nunca se hacen realidad (57 escaños no dan para soñar demasiado) el sempiterno aspirante a la Moncloa no se plantea ni un solo cambio de rumbo en su estrategia de campaña. Él sigue a lo suyo y ahora le ha dado por soltar mítines incendiarios en tierras euskaldunas. Según Rivera, está “deseando” visitar Miraballes y rendir homenaje a las víctimas del terrorismo en el pueblo que vio nacer al etarra Josu Ternera, al que se ha referido como “un asesino que masacra niños”. Que Ternera fue un terrorista sanguinario a nadie se le escapa, pero el problema ya no es ese. El asunto es la oportunidad de montar un acto de propaganda electoral a costa del terrorismo derrotado en una localidad donde Ciudadanos apenas cosechó 37 votos en las pasadas elecciones.

“Señor Ortuzar, señores de Bildu, que no quieren que vayamos, iremos a defender la libertad”, ha asegurado el líder de la formación naranja, que se ha erigido como el héroe del “partido de los valientes”. Una vez más nos encontramos ante una espumosa soflama patriotera, una de esas consignas cursis de opereta que tanto abundan en la política española desde que Vox irrumpió en escena y que poco o nada aportan a la hora de solucionar los problemas reales de los españoles. En la vida pública nacional sobran frases grandilocuentes, arengas militares y apelaciones al honor del caballero medieval y falta inteligencia, cordura, raciocinio.

Resulta evidente que Rivera se ha dejado arrastrar por el “efecto verde de Vox”, de ahí que de cuando en cuando le salgan los tics ultras tan pegadizos. Quizá el líder de Ciudadanos no haya calibrado debidamente las consecuencias de organizar, en plena campaña electoral, un acto de alto voltaje que tiene más de teatrillo para tratar de ganar votos en el resto de España que de sentido y sincero homenaje a los asesinados cruelmente por ETA.

Por lo visto los tres tenores de la derecha española –Casado, Abascal y el propio Rivera– creen que hay un filón en recuperar la barbarie etarra como punto importante del programa electoral y ya solo van a Euskadi a recordarnos la pesadilla que ocurrió allí. Deben pensar que aunque el País Vasco lo tienen perdido, ya que en aquella comunidad autónoma la derecha no tiene nada que rascar, ese tipo de propaganda con cuestiones del pasado debe dar sus frutos en el resto del Estado, lo cual está por ver.

Tratar de desenterrar el terrorismo como asunto de plena actualidad es un grave error de Albert Rivera por lo que supone de juego peligroso y de agitación del odio. Las heridas en la sociedad vasca están todavía frescas y no es cosa calentar el ambiente. De hecho, la visita de los políticos de Ciudadanos ha sido precedida del aviso del ayuntamiento vizcaíno, que ha pedido a sus vecinos que mantengan “la calma” y no caigan en “las provocaciones”, lo cual demuestra que el conflicto aún no se ha superado del todo. Durante la campaña de las generales, Rivera ya la organizó en Rentería, donde se vivieron momentos tensos con simpatizantes de la izquierda abertzale. Y en otro mitin en Estella, aunque no hubo incidentes, un grupo de personas disfrazadas con trajes de fumigar limpiaron con lejía la calle por la que había pasado el candidato naranja (otra puesta en escena que también debe ser reprobada por lo que tiene de alegato xenófobo).

Pero es que además el acto en la tierra de Josu Ternera también va a ser una equivocación desde el punto de vista de la pura estrategia electoral, puesto que la imagen de un candidato a la Moncloa colocando una corona de flores ante un puñado de vecinos transmitirá una imagen de cierta soledad en medio de una absurda cruzada personal contra unos fantasmas del pasado que ya solo interesan al dirigente de Ciudadanos.

De nuevo, un Rivera desmesurado, sobreactuado, hiperactivo, se pasa de frenada en medio de una campaña electoral. Querer convertir el juicio a Ternera en el Núremberg español no solo es una apuesta excesiva sino también estéril, ya que si hay algo que quieren olvidar los españoles es precisamente esa página negra de nuestra historia. Ternera será juzgado por sus crímenes como no puede ser de otra manera. Pero hacer campaña electoral sobre la sangre derramada no conduce a nada bueno.

Rivera juega con fuego. No es la hora de los valientes, como ha dicho eufóricamente en las últimas horas, sino de los prudentes.

1 COMENTARIO

  1. la españolisima drcha profranquista ,
    qe no condena el fascismo en ninguna d sus caras patrias o extrangeras,
    cada vez qe habla d laeta qeda peor que mal
    pqe el fascismo es el maxiterror provocador d ls demas terrores
    antes durante y tbn desp d la dictadura :
    . borbones fascistas qe no hacenb referendum para ser elegidos democraticamente
    . fraga y Villa : pamplona y Vitoria matanzas
    . ultras matanzas : atocha etc
    . la poli postfranco a lejarza no le deja desmontar la eta por electoralismo
    y ademas no desaloja hipercor = ellos cpomploices d muertes
    . felipe fascista gzlez crea Gal en evz d seguir pasos d lejarza = mata inocventes como Lasa y Zabala
    tejero, etc etc etc

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