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Residencias de mayores, tras la tragedia todo sigue igual

El Gobierno estima que 20.268 personas mayores murieron en la primera ola del coronavirus en centros geriátricos, pero mantiene aislados y solos a los residentes frente a la Covid-19

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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En qué momento el sistema abandonó a los mayores a su suerte, una vez que necesitaban una residencia para vivir la última etapa de su vida, es una incógnita que a nadie le interesa analizar. La reforma y control de estos centros geriátricos no fue algo esencial para ningún Gobierno. Mientras el Envejecimiento no se vea como una oportunidad -también para la economía- y no un problema, no cambiará un rol que en la segunda ola de la pandemia sigue igual. Los mayores que no mueran por Covid-19 corren el riesgo de morirse de pena.

Jose tiene 82 años. Acudió a un piso residencial, en el centro de su ciudad, porque vivía solo y siempre era mejor, en caso de enfermedad o necesitar ayuda de algún tipo. El coste de este tipo de vivienda es un 60% más de lo que le queda de pensión, pero sus ahorros le permiten -aunque le duela en el alma- pagárselo. No tiene derecho a ninguna ayuda social. Como tantos mayores, todo depende de su suerte.

Un año después de su ingreso en ese piso residencial, de donde solía marcharse por la mañana y muchas veces no regresaba hasta la noche, donde seguía siendo dueño de su vida y tomaba sus propias decisiones, se encuentra encerrado en una habitación de donde no puede salir. Es un pajarito indefenso y asustado. Pierde facultades físicas y mentales desde que comenzó estas pandemia. Pero no hay solución para su tragedia. Los protocolos obligan a ello.

Informes

La Vicepresidencia de derechos sociales estima que un total de 20.268 personas fallecieron durante la primera ola del coronavirus en los centros residenciales españoles de servicios sociales, según el borrador de un informe del Imserso. Sólo la mitad de esas muertes se confirmaron mediante análisis serológicos.

El informe, elaborado por la Secretaría de Estado de Derechos Sociales, que lidera uno de las personas de máxima confianza de Pablo Iglesias, Nacho Álvarez, se admite que hay «lagunas» en el análisis de lo sucedido en los centros de carácter residencial (de mayores y de personas con discapacidad) durante la primera oleada, puesto que faltan datos «suficientemente robustos y homogéneos entre territorios”.

Casi uno de cada cinco internos en residencias de Madrid ha fallecido durante la epidemia de la Covid-19. Las residencias, según reconoce el informe del Imserso, no estaban preparadas para la pandemia. Hoy, aunque no lo diga este estudio, tampoco lo están.

Los expertos y el CENIE

Son muchos los expertos que ya han dado la voz de alarma. Hay que buscar alternativas a las residencias mientras dure la pandemia. La solución no es encerrar y aislar a los mayores. Si no salen, no les da el aire puro ni el sol -hay que recordar que muchos geriátricos no tienen jardín- si no andan, su deterioro será irreparable. Lo que no mate el virus lo matará la tristeza y la inmovilidad.

La Universidad de Castilla-La Mancha, en coordinación con el Sescam, está desarrollando un estudio para conocer el impacto que el confinamiento domiciliario en los mayores. Y los expertos aseguran que “el encierro” ha dejado secuelas físicas y emocionales altas en los mayores de 65 años.

El Centro Internacional del Envejecimiento, CENIE, de la Fundación de la Universidad de Salamanca, también aborda este problema. Así, explica que la Comisión Económica para América Latina y Caribe de Naciones Unidas reconoce que la soledad y el aislamiento juegan un papel importante respecto a la capacidad de las personas mayores para responder ante la enfermedad. A su vez, la OMS destaca la importancia de garantizar que las medidas de protección hacia las personas mayores frente al COVID-19 no aumenten su situación de vulnerabilidad.

El CENIE destaca que la mayor parte de profesionales sanitarios y científicos buscan factores biológicos que permitan explicar y predecir esta evolución. Pero, este centro virtual que estudia la longevidad se pregunta: ¿y si fueran decisivos los factores psicosociales? ¿Y si la situación de confinamiento y de aislamiento extremo a la que están siendo abocados nuestros mayores, al privarles de la compañía y el apoyo familiar, está jugando un papel fundamental que apenas se ha tenido en cuenta en el desarrollo de esta crisis? Los mayores con síntomas o indicadores de COVID-19 tienen restringidas las visitas en su totalidad en algunos hospitales de España y en otros solo permiten una visita corta diaria. La entrada en las residencias de mayores no es permitida.

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