jueves, 9mayo, 2024
20.7 C
Seville

Ramón Paso, dramaturgo: “Los pocos que pagamos el alquiler trabajando en teatro somos privilegiados”

En la conversación mantenida con Diario16, el dramaturgo, guionista, director teatral y miembro de la Academia de Artes Escénicas de España habla alto y claro sobre la situación del sector cultural y sobre la realidad de los actores y actrices cuando no hay luces ni alfombras rojas

Maximiliano Fernández Ibarguren
Maximiliano Fernández Ibarguren
Licenciado en Periodismo Licenciado en Ciencias del Trabajo
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Con más de 24 años de trayectoria, Ramón Paso puede presumir de ser un “todoterreno” en el mundo de las artes escénicas. Su pasión por la cultura y su creatividad le vienen de familia: es nieto del dramaturgo Alfonso Paso y bisnieto del escritor Enrique Jardiel Poncela

Desde su primer estreno profesional, El Tesoro en el Teatro Español de Madrid en 1998, Ramón Paso no ha parado de trabajar en series de televisión, de producir obras teatrales y de dirigir a actrices de la talla de Amparo Larrañaga, María Pujalte y Natalia Millán.

 Recientemente, en 2019, Ramón Paso fue finalista del Premio Valle-Inclán de Teatro por la dirección y dramaturgia de Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales.

En la distendida charla con Diario16, el reconocido dramaturgo, guionista y director escénico describe con un lenguaje claro sin florituras cuál es la realidad del mundo de la cultura, de los actores y de las actrices cuando las luces de las alfombras rojas de unos pocos, se apagan.       

-¿Cómo es ser dramaturgo, productor y director teatral en tiempo de pandemia?

Lo curioso del oficio teatral es que no hay tanta diferencia como debería entre la normalidad y los tiempos pandémicos. Yo tengo la suerte de vivir de lo que escribo y dirijo, pero es eso: suerte. El teatro es un sector precario. La mayoría de los actores jamás se van a ganar la vida con su profesión; el caso de los autores, escenógrafos, iluminadores o directores es aún más dramático. Los pocos que pagamos el alquiler trabajando en teatro somos putos privilegiados. Sobre todo los que no dependemos de los teatros del Estado, y mantenemos una relación sana con los espectadores, que son los que pagan las entradas. Esto deberían explicarlo en las escuelas. Si la gente entendiese los sacrificios que significa esta profesión, en cualquier de sus vertientes, no habría tanto profesional en paro.

– ¿Cómo ha afectado la pandemia al mundo de la cultura y más en concreto al teatro?

La pandemia nos ha afectado como a cualquier sector donde existen trabajadores y explotadores; talento y empresarios. Las crisis, sean del tipo que sean, significan que los que tenían mas, consiguen aún más, y los que tenían menos, se quedan con menos todavía. No hay más. La cultura es una bien de primera necesidad. En Francia se entiende; aquí, a veces, se intuye. La cultura nos hace libres y nos protege de populismos y dictaduras, políticas, sociales o religiosas. Es decir, en cierta manera, la cultura es la medicina del alma. Y el alma se cura a través de la catarsis. La forma sencilla de esa catarsis es el drama. La compleja, la comedia. Si estamos dejando que se vaya a la mierda la Sanidad pública, que es algo obviamente imprescindible, sin mover un dedo, ¿cómo podemos esperar que se haga algo para salvar el teatro? El teatro ha sufrido mucho, como todas las personas, durante la pandemia… y todavía le queda mucho por sufrir. Viene una crisis aún mayor que las anteriores, porque los ricos han entendido que aún se nos puede exprimir un poco más sin que nos rebelemos, y como siempre, en el teatro lo pasaremos mal.

-El auge de las plataformas digitales muy popularizadas durante el confinamiento ha resentido notablemente a las taquillas de los cines. ¿Percibe que la situación se repite en el teatro?

No. El teatro es un arte efímero: depende del aquí y el ahora. Una grabación teatral o un visionado a través de Internet no es teatro. Es otra cosa mucho más fría. ¿Quieres comerte un helado o ver cómo alguien se come un helado? Además, cada representación es diferente. Podríamos asistir a un mismo espectáculo toda la semana y veríamos variaciones significativas. Ver un estreno y la función número doce, por ejemplo, son dos experiencias distintas. Las plataformas están hundiendo el cine, pero nosotros no competimos con ellas.

Actualmente, tiene 5 obras en cartel. ¿Cuáles son las mayores dificultades que tiene un productor teatral a la hora de montar un espectáculo?

Mi posición es compleja a este respecto, porque no es lo mismo dirigir “Blablacoche” de Eduardo Galán, en el patio del Teatro Quique San Francisco, producido por Secuencia 3, donde mi responsabilidad es la dirección; que “Filomena”, que escribo, dirijo y produzco con mi compañía, Paso Azorín Teatro, en el Teatro Lara; que “BitchCoin”, que es mi texto, pero la dirige José Masegosa para el Teatro Gran Vía; que “El secreto” de Eric Assous, otra vez en el Lara, producido por Smedia, donde de nuevo dirijo; o que “El abanico de lady Windermere” de Oscar Wilde, que versiono, dirijo y produzco, de nuevo con mi compañía, para, una vez más, el Lara. Estamos hablando de tres teatros distintos, dos producciones, cuatro direcciones sobre textos de dos españoles, un francés y un irlandés, una versión y dos textos originales. ¿Cómo es hacer todo esto en un verano? Pues un caos seductor y desconcertante. Yo lo estoy disfrutando mucho, pero también es verdad que sin mis compañeras de Paso Azorín Teatro y mi ayudante de dirección, Ainhoa Quintana, no habría podido hacerlo. En cuanto a cómo es producir en España… arriesgado. Sobre todo si lo haces de corazón

Ud. tiene un equipo de trabajo conformado por al menos tres actrices Ana Azorín, Inés Kerzán y Ángela Peirat que son ya un clásico en sus obras. ¿Qué nos puede contar de ellas?

Pues que sin ellas no existiría ni Paso Azorín Teatro ni el teatro que yo hago ni mi carrera… Ana, Inés y Ángela son mis actrices favoritas y mis cómplices. Mi primer éxito, Elreencuentro, sucedió gracias a Inés y Ana. A mí ni me acababa de gustar la obra, y fueron ellas las que me convencieron de pasársela a mi agente Mar Montañez, que fue quien se la pasó a Pedro Larrañaga, que la produjo. Y Ángela, que, además de actriz, es bailarina, me asesora sobre la danza en mis montajes, que cada vez va cogiendo más peso. Son tres mujeres independientes, fuertes, brillantes, bravas y luchadoras. Ha habido algunas personas que nos han dicho que deberíamos separarnos e ir cada uno por nuestro lado. Al margen de que tenemos objetivos distintos y, muchas veces, proyectos privados, hemos comprendido que la gente que intenta separarnos es simplemente porque son estúpidos o nos desean cosas feas. Sería absurdo separar a los tres mosqueteros o a los Ángeles de Charlie, ¿no? Si tuviese que definirlas con una sola palabra, Ana sería humor; Inés sería inteligencia; y Ángela sería pasión. Nuestra fuerza es estar juntos.

– ¿Qué le diría a las personas que, en general, creen que los actores y actrices son privilegiados por percibir altos salarios con pocas horas de trabajo?

Que no tienen ni idea de lo que significa esta profesión. Es tan absurdo como confundir el trabajo de un médico de urgencias en Madrid con la serie “House”. Por cada Javier Bardem, que puede tener mucho dinero y mucho trabajo, hay mil Pepes Anónimos que se dejan la vida en salas alternativas, donde no se cobra un duro. Salir en dos capítulos de una serie no da de comer. Muy pocos profesionales de la interpretación llegan a fin de mes. El problema es que en las alfombras rojas sólo se ve a los millonarios. Pero hay que entender que creer que todos los intérpretes son gente que curra poco y gana mucho, es como pensar que todos los dependientes de Zara son millonarios, porque el dueño lo es. En el mundo del arte hay mucha belleza y mucha miseria.

– Ud. cuenta con una amplia experiencia también en tv y en cine. ¿Las plataformas digitales son una oportunidad para productores, directores y guionistas?

Yo veo lo que hacemos ahora en España, que hay plataformas y toda la pesca, y me parece un poco lo de siempre. Hay excepciones, pero son pocas. No me gusta el audiovisual español. Lo dejé en 2012, porque la mentalidad de los productores era una mierda. Ahora he tenido alguna reunión para posibles proyectos este año y los productores siguen teniendo una garrapata por cerebro. Repito, hay excepciones, pero nada más. Además, es muy curioso que las pelis que producen las plataformas suelen ser malas. Copian el estilo de los grandes estudios de la época dorada de Hollywood, pero sin el corazón de esa época.

-En su opinión, ¿Existe apoyo institucional al sector de la cultura?

Existe un tejido público interesante, pero que compite deslealmente con el sector privado o con el alternativo. Existe, creo, cierta buena voluntad, pero que se concreta mal. Por ejemplo, ¿qué pasa con nuestro repertorio? ¿Qué teatro se encarga de cuidarlo y representarlo? ¿Dónde se hace a Gala o a Sastre o a Buero? ¿Una vez cada cuatro años en el Centro Dramático Nacional? ¿En serio? ¿Ése es el valor que le damos a nuestro repertorio? La cultura es la principal seña de identidad de eso que se llama la “Marca España”, ¿pero lo saben nuestros políticos? A veces tengo la sensación de que las instituciones no se sientan a charlar de los problemas con los que estamos en la trinchera sino con los analistas.

– ¿Y desde los medios de comunicación?

Hay algunos que entienden la amplitud de nuestro trabajo, lo amplio de nuestra oferta… otros no entienden que hay vida más allá del CDN. El teatro en Madrid es muy variado, pero parece que los medios de comunicación no le reconocen el valor que tiene. Cuando una obra está en el María Guerrero no necesita que se le haga caso, en el María o en el Español, da igual. La ayuda de los medios es imprescindible cuando estás en una sala de cien butacas, que el público apenas conoce. A veces parece que los medios se alimentan de instituciones conocidas o actores famosos para tener relevancia, cuando es al revés: los medios deberían ayudar a dar visibilidad a obras maravillosas que el público no sabe que existen, por estar en salas mínimas. Cuando abro una sección cultural, de las escasas que quedan, quiero que me descubran lo que no se encuentra con facilidad, no lo que puedo encontrar yo solo echando un vistazo a la cartelera. Hay buena voluntad, pero cada vez parece que la cultura interesa menos a los medios. Siempre con valientes e imprescindibles excepciones, claro está. En un momento en el que pocos medios hablan de teatro, es un gusto tener esta oportunidad que me da Diario16.

-¿Qué le diría al público que de alguna u otra forma le han acompañado durante los últimos 24 años de trayectoria?

Al público que nos sigue y que no, al que encontramos casualmente en la sala, le diría ¡Gracias! .Cada vez que alguien decide elegir una obra nuestra como su plan de ocio me siento íntimamente honrado y lo agradezco.      

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído