viernes, 26abril, 2024
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Pornografía sentimental

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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Un extraño suceso había comenzado a acaecer en un chortal desecado al norte de Sorroval. Por las toberas estaba saliendo humo. El pueblo se preguntaba cómo era posible que el subsuelo se prendiera fuego. La tierra no arde y sin embargo, el humo indicaba que debajo de la gran extensión de hierba y juncos secos había fuego.

Todo era una consecuencia de lo que comenzó años atrás. En un páramo del que emergía un collado que coronaba en un risco dónde antes solo llegaban las cabras, ahora había cola para ver el hueco de dónde había salido el esqueleto de un dinosaurio enano, conservado durante miles de años en un ámbar impecable. Todo el risco estaba lleno de huellas de otros dinosaurios más grandes de los que también se conservaban esqueletos que podían verse con notable y extraña nitidez. Lo que empezó con un pequeño goteo de visitantes, se había acabado poniendo de moda hasta atraer a cada vez un mayor número variopinto de personas. Eso había llevado a la construcción de casas rurales, dos hoteles y hasta de un camping. Con tanto movimiento de gente, los campos dónde antes se cultivaba lino y algún cereal raquítico, ahora eran grandes construcciones de plástico bajo el que crecían pimientos, tomates, hortalizas, fresas, alcachofas y hasta moras, grosellas y flores. Y necesitaban agua. Los invernaderos eran una gran fuente de ingresos. Ahora generaba bastante más que el turismo.

En una tierra con una pluviosidad más bien escasa centrada sólo en primavera y otoño, con veranos muy calurosos y dónde hace más de ocho lustros que no han visto cuajar la nieve, sin ningún gran río cercano del que hacer transfusión del preciado líquido, no queda otra que horadar el subsuelo en su busca. Pero las bolsas de agua subterráneas no son infinitas y así, tras ocho años en los que la lluvia apenas había aparecido cinco días por periodo, en el chortal comenzó a dejarse de ver el agua, hasta que, hace unos meses, sus juncos y sus gramíneas tornaron progresivamente su color de un verde azulado a un marrón amarillento. El agua empezaba a escasear y además de la lagunilla desecada de dónde ahora salía humo, muchos de los pozos habían dejado de manar.

Los expertos llegados de fuera, habían advertido de la inviabilidad de una economía surgida de la explotación masiva del regadío en un lugar que se acercaba más a un desierto que a otra cosa. Pero los dueños de los invernaderos, los de las casas rurales, los dos hoteles y el camping, no estaban por dejar de explotar unos negocios que les daban unos enormes beneficios. Las advertencias les parecían cosas de piojosos rijosos. Nunca había faltado el agua y si ahora empezaban a tener escasez, pronto vendrían tiempos mejores donde la lluvia abundante devolvería las cosas a la normalidad. Una normalidad que jamás, a lo largo de la historia de Sorroval, había contado con periodos de lluvia lo suficientemente largos y abundantes como para volver a llenar los acuíferos agotados. Pero eso, no querían ni oírlo.

Ahora, con el subsuelo ardiendo, se había planteado otro problema. El primer hotel, construido junto al Chortal, había empezado a resquebrajarse. Tanto que los técnicos municipales tuvieron que desalojarlo. Y menos mal porque dos días más tarde se lo tragó la tierra. Los hundimientos comenzaban a ser habituales y consecutivos en una línea imaginaria que atravesaba el camping y el pueblo.

Los expertos, a espaldas de la corporación municipal, debido a la preocupación, habían informado a la Junta de la Comunidad quiénes decidieron que lo mejor era cerrar el camping y desalojar el pueblo entero. Pero estaban en plena campaña agrícola y turística y los hosteleros no querían cerrar. Decían que eso les llevaría a la ruina. Por su parte, los terratenientes de los invernaderos tampoco querían abandonar un negocio muy productivo. Si el pueblo quedaba deshabitado, no habría nadie para recoger las cosechas.

Los expertos fueron claros, si no desalojaban, en unos días el camping podría ser tragado por la tierra y también la mayor parte del pueblo. Les advertían que si eso sucedía, la economía de la zona se iría al garete, pero al menos no habría costado la vida de cientos de personas. Mejor desalojar y ver si, estudiando la situación del terreno se podía apagar el fuego subterráneo y con ello acabar con los desplomes de tierra.

Pero los empresarios de Sorroval, ciegos ante el futuro, no estaban dispuestos a dejar sus negocios por un tiempo. Los expertos no podían asegurar al 100 % que el camping y el pueblo iban a desaparecer engullidos por la tierra. Y estaban seguros de que, en todo caso, a ellos no les iba a pasar nada.

Eran las nueve y cuarto de la mañana. El sol ya despuntaba en la montaña. Las abejas trabajaban incansablemente de flor en flor. Los pájaros alegraban la mañana con sus trinos. Dos minutos más tarde, un silencio sepulcral se apoderó de los alrededores del camping. Poco después un tremendo ruido, seguido de una enorme polvareda se podía observar desde el cerro dónde milenios antes habían sucumbido los dinosaurios. Cuando el polvo se fue, un enorme socavón había sustituido a las tiendas de campaña, las caravanas y los coches. Inmediatamente después, hacia el sur, otra enorme polvareda surgía del pueblo.


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“Ayuso y Casado son dos avatares de José María Rebuznar”

@SapereLaude en Twitter.

Algunas de las personas que conozco y que no viven en Madrid, me preguntan cómo es posible que Díaz Ayuso haya llegado a la presidencia de esta Comunidad Autónoma. Hay quién dice que el PP esperaba tal varapalo en las autonómicas y municipales del año pasado que pusieron a dos personas de tercera fila con el fin de no “quemar” a uno de sus barones, o políticos relevantes en la capital del estado.

Sea cierto o no, lo que parece evidente es que ninguno de sus actuales dirigentes exhala la suficiente inteligencia como para convertirse en gestor de nada. Si a eso le sumamos los dimes y diretes, las dudas razonables sobre sus formaciones educativas conseguidas de forma poco ortodoxa, nos encontramos con el panorama actual dónde la señora presidenta de la Comunidad de Madrid balbucea ante la prensa, no responde a preguntas a las que no tenga la respuesta preparada con anterioridad y lo que es peor, a veces, en su ingenuidad o falta de inteligencia, hasta nos cuenta la verdad dejando ver toda su peligrosidad. Una verdad que asusta como que, una vez dimitida su directora general de Salud Pública, Yolanda Flores, reconociera ante los medios amigos de la trama manipuladora que, a pesar de que Madrid es una de las zonas mundiales dónde la pandemia del COVID ha causado más daño, no hablaba con su directora pública de salud porque esta, en sus informes, no le daba la razón en sus planteamientos políticos. Es como dejar la custodia de una pistola cargada y sin seguro a un mono de feria.

El problema para nosotros es el electorado pepero. Ayuso y Casado solo son figurines en manos de un tergiversador profesional como Miguel Angel Rodríguez. Un especialista en que miremos el dedo en lugar de la luna. Tras los resultados de mayo del 2019, se demuestra que a los que votan a la derecha, les da igual el candidato. Podrían haber presentado a Incitato, el caballo cónsul de Calígula o a un palo de escoba y habrían tenido los mismos resultados. Porque entre el electorado de la derecha extrema y el de la extrema derecha no hay crítica ni disensión. Pueden tener más de mil casos de corrupción en toda España. Nos pueden haber costado a los españoles más de 122.000 millones de euros (¡la de camas de UCI que se podrían haber construido con ese dinero robado a las arcas del estado!) que ese electorado cerril, que no ve más allá de la bandera y de la España que consideran suya (porque España solo son ellos), sigue siendo fiel. Ellos siempre verán el árbol de rama seca en lugar del bosque sano.

Cuando se hace oposición “destroyer”, cuando gobernar consiste NO en tomar medidas que protejan y defiendan a los ciudadanos sino en hacer propaganda contra el gobierno de la nación con el fin de arañarle votos a sus colegas de fascismo, pasan las cosas que estamos viendo aquí. Se envían informes para pasar a la fase 1 de la pandemia sin firmar y sin desarrollar, se alimenta a los chavales, que están en riesgo de exclusión social, durante más de 40 días seguidos a base de pizza y de sandwiches industriales y ante las protestas de los nutricionistas, se homologan los menús de esa comida basura por una entidad que recibe miles de euros de las empresas encargadas de hacer negocio con esos menús. Cuando se trata de fingir que eres mejor que el gobierno de la nación, se anuncia a bombo y platillo que se trae material sanitario en aviones que desaparecen y nunca llegan y se ocultan los contratos en los que se supone que se ha comprado en China ese material sanitario. Cuando se trata de ocultar la verdad sobre el inhumano negocio de los asilos en los que han convertido las residencias de ancianos, ante el desastre humano que ha supuesto el nulo control y la privatización cuyas inhumanas condiciones, han acabado con la vida de casi 6000 mayores, y queriendo hacer la gracieta para que de nuevo miremos la uña mal cortada y no la luna, la presidenta de la comunidad suelta aquello de que “También hay accidentes de coche y no vamos a prohibir los coches”, cita que ya había eructado unos días antes el demente de Trump.

Cuando se gobierna de forma ultra para no perder los votos que se han llevado los tuyos, ahora competidores y con nuevo logo de color moco verde, esos que andan a caballo con pistola, que no han trabajado en su puñetera vida (cero días cotizados en 38 años de vida) que firman proyectos arquitectónicos sin tener titulación, que construyen irregularmente y que venden obras que no tienen cédula de habitabilidad, no solo se pierde la perspectiva del interés de los ciudadanos (algo que nunca han tenido), sino que ni siquiera se disimula para quién trabajas. Madrid, en un informe desarrollado por la dimitida Yolanda Flores, no tiene equipos de protección ni sanitarios suficientes (ni en las unidades epidemiológicas, ni mucho menos en Atención Primaria dónde se eliminaron efectivos para llevarlos a luchar contra la pandemia).Tampoco ahora mismo hay camas de UCIs suficientes que siguen casi al máximo de su capacidad, ni mucho menos un sistema de información epidemiológica con los que poder hacer frente de nuevo a un más que posible rebrote (como ya ha sucedido en abril en Italia o Alemania). A pesar de eso, a los iluminados de la Comunidad les pareció bien solicitar el pase a la Fase 1. ¿Por el bien de sus ciudadanos? No. Primero porque sabiendo que no están en condiciones de proteger la vida de los madrileños, era lógico que el Ministerio de Sanidad negara el pase. Y eso les iba a dar un nuevo cartucho de dinamita que utilizar contra el gobierno de la nación. Y segundo, porque los miserables que anteponen sus cuentas corrientes, acostumbrados a meterse 4000 euros al mes ofreciendo copas y cañas, los grandes hosteleros y los que viven del turismo, no están conformes con los 745 euros que les paga el estado por tener sus negocios cerrados (en beneficio de la salud de todos) y quieren seguir llorando porque sus negocios no dan el rendimiento deseado mientras salen de su BMW aparcado en la puerta del bar. A ellos, que la apertura de sus negocios pueda suponer un repunte en los contagios, más muertos y una nueva situación de confinamiento que llevaría a la desaparición no solo de sus establecimientos, sino de casi todos los puestos de trabajo, les da igual porque están ciegos de pasado.

La indecencia total viene cuando estos individuos escasos de inteligencia y formación osmositada, en una estrategia diseñada de nuevo para que miremos el dedo y no la luna negra de muertes e ineptitud, proclaman un plan distinto al del gobierno para la situación actual. El plan no consiste en ninguna actuación sanitaria. Proponen impedir contagios y muertos poniendo la bandera de España a media asta, declarando luto nacional, vestir de negro de puertas para afuera (y con tangas en el interior) y rezar mucho a la virgen, porque como todo el mundo sabe no hay mejor medicina que un rosario, ni mejor desinfectante que el incienso de misa. De difundir esas medicinas no se encargan las farmacéuticas sino los medios de manipulación, concienciación y difusión del ideario fascista que sacan a IDA en portada como una piedad de carne y hueso, que se inventan listas de expertos para intentar mofarse de ellos y que insertan en vena, todos y cada uno de los días, el odio hacia lo que no sea el neofascismo entre sus lectores, televidentes y escuchantes.

Como decía el bueno de “Sapere” en su Twit, tanto Casado como Ayuso solo son avatares o testaferros de un ruin e insufrible ególatra miserable, tan mal gestor que acabó con casi la totalidad de los miembros de su gobierno en los tribunales por corrupción, que en su enfermedad megalómana quiso pagarse con el dinero de todos los españoles una medalla del Congreso americano y que es un cáncer para nuestra sociedad. Un malicioso personaje que solo nos trae crispación, odio y corruptelas.

Cuando se antepone la cuenta corriente de unos pocos a la salud de todos, hemos llegado a la metástasis total del cáncer social. Todos lo estamos pasando mal a causa de esta situación. Pero deberíamos ser menos picajosos y entender que el bien de todos está por encima de los euros particulares. Que no hay futuro, ni economía sin personas ni sociedad.

Para empezar a cambiar hay que apagar la televisión. Al menos los deformativos y sus sucedáneos. Solo generan inquietud, mala sangre y odio. Cuando toda esa bilis televisiva de Ana Rosas, Grissos, Azules vivos, noticiarios y telediarios sean irrelevantes por su nula audiencia, podremos empezar a pensar en plural y no en nuestro propio culo.

Salud, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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