El refranero, aunque de alma carca y a veces desfasado, ofrece también verdades incontestables. Como que la avaricia rompe el saco. Vivimos en un sistema económico basado en la avaricia. Tanto tienes, tanto eres; cuanto más tengas, mejor y más importante serás. Tu peso en dinero es lo que te define, seas individuo, país, empresa o corporación. Está prohibido poner límite al enriquecimiento. Todo lo contrario. La avaricia no está mal vista, como antaño; ahora es sinónimo de carácter y se asocia a los grandes triunfadores. Es una de las muchas perversiones del neoliberalismo que nos domina y nos destruye.
La cosa, claro, es esto último: que nos destruye. Y no solo a los de abajo, a los paganos de la multimillonaria orgía de los amos del mundo, del uno por ciento que se lo está llevando crudo. La destrucción, cuando se da, es completa y arrasa. En EE.UU hace tiempo que los ultrarricos, o algunos de ellos, son conscientes de que la avaricia sin fin van quebrarlo todo y piden, poco menos que por caridad, que les cobren impuestos. Es célebre la frase de Warren Buffet, de hace bastante, revelando que él pagaba menos impuestos que su secretaría, lo que le parecía vergonzoso. Bueno, pues no solo no se ha suavizado esa tendencia, tan injusta como suicida, sino justo lo contrario.
Ahora ha salido a la luz un informe con los impuesto que han pagado las mayores 25 fortunas de EE.UU en los últimos 15 años y ahí se ve que un 11% anual es lo más que pagó uno de ellos, y eso sin tener en cuanta otras datos de enriquecimiento que bajan ese índice hasta la insignificancia. Hablamos del propio Buffet, de Bezos, de Elon Musk, Bloomberg, Gates y toda esa tropa. Me gustaría que saliera algo similar en España y nos dijeran cuánto pagan de impuestos nuestros financieros, especuladores, grandes empresarios y ejecutivos piraña (esos que no han levantado ni poseen ninguna empresa, pero las presiden y ganan lo que les aprueban consejos de administración nombrados por ellos).
Pero no hacen falta más datos en realidad. Es evidente que el embudo económico se les ha ido de las manos y que el reparto de la riqueza es un sinsentido que perjudica a todos, incluidos ellos. O son listos y dejan que eso empiece a cambiar o pronto no habrá vallas suficientes para proteger sus propiedades, zonas y lugares de recreo. O los que más tienen empiezan a pagar impuestos en la proporción que les corresponde o el riesgo que corren es cada vez más evidente. En EE.UU. ya se han dado cuenta y hasta Biden parece un rojo por salirse del nefasto guión neoliberal. A ver si despiertan los de nuestro gobierno “progresista”. Si no lo haces por nosotros, Pedro Sánchez, hazlo por los ricos. Necesitan ayuda. Por su bien, hazles pagar.