Nike, el gigante que fabrica ropa deportiva, quizá no sea ese campeón que presume de practicar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en las canchas y estadios olímpicos. Según informa la prensa estadounidense, la multinacional recorta los contratos con sus atletas mujeres cuando estas se quedan embarazadas, una regla que tiene poco que ver con el juego limpio que propugna en sus anuncios difundidos por todo el mundo.

Sin embargo, las atletas no están dispuestas a callarse ni a darse por vencidas en su lucha por la igualdad. Un ramillete de estrellas del atletismo, todas ellas madres, ya ha plantado cara a la conocida marca deportiva. Entre ellas están Alysia Montaño (especialista en 800 metros) y Kara Goucher (maratón). “Nike me dijo que soñara a lo grande, hasta que quise un bebé”, escribió Montaño en New York Times. La sangrante denuncia ha causado estupor en el mundo del deporte.

A las denuncias de ambas atletas se ha sumado la de Allyson Felix, un auténtico estandarte con sus seis títulos olímpicos y once mundiales en pruebas de velocidad. También ha destapado los abusos laborales que sufre en el periódico norteamericano. “Durante buena parte de mi vida, estuve concentrada en lo mismo: ganar medallas. Y era buena en eso. A los 32, era una de las atletas más condecoradas de la historia (…) Pero el año pasado, mi punto de mira se amplió: quise ser una atleta profesional y también una madre. De alguna manera, ese sueño era una locura…”

Felix sabía que quedarse embarazada podía ser el final de su jugoso contrato con la firma Nike. “Era terrorífico para mí porque estaba negociando la renovación de mi contrato, que acababa en diciembre del 2017”. Tal como ocurrió con otras atletas antes que ella, Nike le ofreció una reducción de sueldo de un 70%.

Allyson Felix aceptó firmar un contrato que suponía no solo la asunción de una injusta desigualdad, sino una merma brutal en sus emolumentos. Con todo, propuso una cláusula para asegurarse que en el caso de que su embarazo repercutiera en sus resultados y marcas, pudiera tener un colchón de seguridad al que agarrarse. “Quería que Nike me garantizara por contrato que no me sancionaría si mi rendimiento decaía en los meses inmediatamente posteriores a mi maternidad. Si yo, una de las atletas más consideradas del circuito, no podía garantizarme esas protecciones, ¿quién iba a conseguirlo?”.

Al final, Nike rechazó la propuesta de Allyson. “Irónicamente para mí, uno de los factores que me habían decidido a firmar por Nike hace casi una década era el hecho de que creía en sus principios. Podía haber firmado por cualquier otra compañía por menos dinero”, se lamenta.

Las denuncias de las deportistas contra Nike pueden ser solo la punta del iceberg de una discriminación que podría ser una norma habitual en la mayoría de las marcas de ropa. La polémica está servida y firmas como Burton, Altra, Nuun o Brooks han cambiado su punto de vista y ahora ofrecen garantías contractuales a las mujeres deportistas que han tenido hijos. “Y desde hace unos días, Nike también se ha comprometido a cambiar su política de maternidad, anunciando que incorporaría cláusulas para proteger sus salarios durante el embarazo”.

Una vez más, las atletas han tenido que dar un paso adelante para denunciar una grave situación de desigualdad laboral, demostrando que no solo están preparadas para romper récords mundiales, sino para superar barreras sociológicas atávicas sustentadas en el poder patriarcal. El deporte se está librando de las ataduras machistas, como demostró la pasada final de la Copa de la Reina femenina de fútbol entre el Atlético de Madrid y la Real Sociedad. La equiparación de derechos está llegando tras décadas de discriminación. Ahora son las grandes empresas privadas que patrocinan el deporte las que tienen que ponerse al día y dar ejemplo de feminismo.

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