José Lejarraga, nació en 1.928, aparejador de profesión, qué genes uno puede imaginarse cuando viene al mundo que será una persona singular, fuera de lo común, tanto en su localidad natal Algorta en Bizkaia como en Bilbao.
Alcanzando gran popularidad entre los habitantes de Getxo y Bilbao. Petiso ha cumplido 90 años de edad, el próximo octubre le caen los 91, ha recibido muchos homenajes todos ellos en vida afortunadamente. Sigue saboreando la miel de su cigarrillo, lo que –como dice- le asegurará llegar a los ciento cinco años de edad como se ha fijado en su objetivo personal. Ingenio de gigante. Además estilo y personalidad.
Su humor no tiene fin, siempre con una sonrisa a flor de piel, que regala en los hospitales donde fundamentalmente visita a niños enfermos, lo mismo utiliza como comediante unas disfraces esquizofrénicos, es decir de locura de buenos, como viste con el mayor estilo de los años 20 con su chaqueta cruzada color azul Bilbao con un profuso pañuelo blanco adornando la solapa o adquiere un tono típicamente euskaldún con su amplia “txapela” –boina negra- bien calada. Su figura desprende todavía un cierto atractivo, bastante humor inglés en sus expresiones, dispuesto a relativizar.
Próximo a celebrar las fiestas del pueblo que le vio nacer ocho años antes de iniciarse la guerra civil española y a mi pregunta que cual es su pueblo de verdad, si Bilbao, Berango donde vive desde hace 51 años o bien Algorta donde nació y vivió 49 años, me contesta que a pesar de haber vivido sus últimos años en Berango su Pueblo de verdad es Algorta en Getxo pues nació en el barrio de Alango. Si algún día le dedicaran una calle o plaza, le gustaría que fuera en ese barrio. Bilbao es su segundo pueblo, aquí ha cantado muchas veces en su Casco Viejo, también en Algorta, donde lo hizo de tenor 50 años en el Coro Biotz Alai, luego en el Bilbotarrak armonizando durante 40 años las fiestas de la capital vizcaína con las bilbainadas. De corazón se siente getxotarra.
Recuerda su niñez triste con las carencias que provocaba la guerra y la amargura de la gente. Tenía trece años cuando concluyó la guerra civil, eran tiempos de calamidades y de comer al día una onza de chocolate con un chusco de pan bastante obscuro. Eso le marcó para siempre y se hizo el propósito de hacer feliz a la gente el resto de sus días. También no puede olvidar el hambre que pasaron, pero vivían al lado de los ricos de Neguri, con lo que alguna sobra siempre había para tirar adelante.
Las caracterizaciones de José Lejarraga “Petiso” son múltiples, en cualquier festejo popular o prueba deportiva, como las celebradas por la Sociedad Ciclista “Punta Galea” de Algorta el día de la carrera ciclista de San Ignacio cada 31 de julio. También llevó su alegría a festivales como “La Caravana de la Alegría” de Radio Bilbao, las Galas en el Teatro Campos, el programa “ De Corazón a Corazón”, llegando a actuar con los Vieneses de Artur Caps. Tocando el HELICON en la fanfarria “Txopolis”.
En Argentina a los poneys (caballos de pequeña talla) les ponen el apodo de PETISO, como siempre pasa un tendero de su barrio le llamó de esa guisa –debido a su corta estatura- y a partir de dicho instante paso a denominarse de dicha manera. Resulta bastante justo pues José compone una figura bastante menudita físicamente pero grande como persona. Bastante joven inauguró su chocolatería PETISO en Algorta en la calle Urgull, como la montaña que preside Donostia con su Sagrado Corazón en la cúspide, establecimiento en el que ahora en Algorta está el Bar Laiñoa (Niebla en euskera).
Petiso pudo acceder a estudios de aparejador, lo cual fue una gran suerte pues en los años de 1.947 muy poca gente podía iniciar una carrera. Cuando la concluyó hizo muchas cosas variadas, anduvo en publicidad, metido igualmente en actividades comerciales que le atraían sobre manera, le atraía la relación con personas. Ingresó a trabajar en el ayuntamiento de Getxo a las órdenes del arquitecto y eso le dio una estabilidad en su vida profesional, esto fue durante sus últimos 15 años de vida laboral. Le tocaba hacer muchas veces de arquitecto en ausencia del titular. Ante mi pregunta si entonces con 20 años tenía novia, duda en el momento se lo piensa y carraspea, que bueno tuvo, no sabe, pero igual 17 en un tono chistoso. Siempre le gustaron las mujeres bonitas y con los 90 ahora le sigue gustando la belleza y eso le ha servido para apreciar el arte y la música durante toda su vida. Voy a decirlo pues a él no le importa en lo absoluto, Petiso tiene 1,56 de altura y nunca estuvo acomplejado por ello, cuando se le pregunta que es lo que mide contesta que unos dos metros y que alguien saque sus conclusiones. Dos metros en muchas cosas como humanidad, cariño por los demás y popularidad.
Fundador de la banda de cartón “Los Tangoreños” en 1.968 formada por chicos y chicas con la que participó en múltiples festejos, siempre a beneficio de alguien, como era en este caso para el Asilo de su Pueblo, ganaron diversos premios, llegaron a ser 60 personas. Txikitero de devoción y de vocación que queda reflejado en el monumento a los Txikiteros en el edificio de la Bolsa de Bilbao, del cual él es un buen representante que les fue otorgado en el 2000, premiando el cantor grupal tradicional y el religioso uso de la Txapela, Petisó apoyó como siempre a cualquiera entidad necesitada, labor social y caritativa.
Pero además a Petiso siempre le gustó el deporte. Tiempo atrás fue preparador de baloncesto, presidente de piragüismo, promotor del Club de Remo San Nicolás, de Soka-tira logrando el campeonato de España, voluntario del circo amateur del Club Deportivo.
Es miembro del grupo de bilbainadas “Bilbotarrak” desde 1.984 y sigue manteniendo la tradición por el canto coral y asegurando su perpetuidad entre los txikiteros del Casco Viejo de Bilbao. Coincidiendo con la festividad de Begoña ha sido coordinador de los coros del Txikitero Eguna.
Defensor de la Txapela, txikitero de honor otorgado por el Ayuntamiento de Bilbao, ciclista aficionado, excoralista en el Coro de voces graves Biotz Alai de Algorta donde cantó como solista por más de cuarenta años, Urretxindorra y Bilbotarrak, artista radiofónico, payaso, carnavalero y un sinfín de cosas más. Elegido con el personaje de FAROLIN en los carnavales bilbaínos del 2010, afirmaba que el citado personaje se parecía bastante a él, maestro del disfraz, humorista, machote y muy travieso.
Dice: “No merece hacer este viaje por la vida con tristeza, aunque a veces es inevitable, el humor y la simpatía te vacuna contra muchas enfermedades. Sacar la sonrisa a la gente es maravilloso, hacerle llegar un poquito de felicidad y alegría. Con su 1,54 de estatura es capaz de hacer esto. Se encuentra muy bien con sus 90 años, recalca que no piensa ceder en sus actividades, ya le han hecho una prueba en Antena 3 para cantar en Madrid en un concurso televisivo. Está preparando 10 canciones que necesita si va pasando de fase en fase, entre otras “Granada” y “Pannes Angelicus”. Le hicieron la prueba en Bilbao en el Hotel Avenida y está a la espera del resultado. Piensa que no habrá mucha gente que a los casi 91 años cante en televisión.
Activo todavía con su cuadrilla los martes y jueves en las “Siete Calles” del Casco Viejo Bilbaino. Su mujer “Hortensia” le conoció en el antiguo Café de la Concordia, actualmente devorado por la modernidad o la estupidez.
Petiso ha disfrutado de muchos homenajes por sus múltiples actividades, siempre con un aspecto humano de ayuda a los demás, en hospitales, también con la infancia de payaso vendiendo ilusiones, lo que me lleva a preguntarle si es una sociedad justa la que vivimos. Responde meditando la respuesta, que…”La sociedad no es justa por muchos homenajes que a uno le hagan, el mundo está lleno de desigualdades de todo tipo, hay mucha gente que lo está pasando mal y eso llena de tristeza mi sonrisa de payaso”
Petiso sigue fumando pues eso no le ha afectado nunca a su salud, pero reconoce que el tabaco produce la muerte de muchas personas. Él fuma desde los trece años y nunca ha dejado de hacerlo, ni tan siquiera lo ha intentado. Pero afirma “uno hace lo que quiere al respecto y eso supone un cierto sentido de la libertad, en un mundo lleno de ataduras”.
Son muchos su lazos con Algorta (getxo), pero él está enamorado de su Bilbao querido. Le da tristeza ver cómo se va perdiendo el txikiteo y las bilbainadas, pero él seguirá seguro hasta los ciento cinco años, si la Amatxu de Begoña así lo permite. Seguro habrá un hueco allí arriba para disfrazarse, cantar y seguir haciendo feliz a la gente. De momento seguirá visitando a la gente enferma e infundirles esa ilusión que necesitan. Se acuerda de algunos amigos que han fallecido y le vieron actuar en el hospital de Santa Marina, les provocó momentos de felicidad y con eso se queda.
Le espera algún busto suyo en el corazón del Casco Viejo de Bilbao o una calle en Berango o alguna plaza en su barrio de Alangos en Algorta (Getxo). Sería bonito que la lectura de este artículo despertara algunas conciencias para hacerle a Petiso el homenaje que en vida se merece. Yo sería el primero en firmar. Pequeño en su talla física, pero inmenso en el corazón que tiene. Ahí queda mi propuesta.
