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Otro ridículo del PP: están a favor del impuesto a las eléctricas de Bruselas pero rechazan el que propone el Gobierno español

Feijóo dice que una cosa es la tasa a los beneficios extraordinarios y otra meter la mano en la facturación de las empresas

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análisis

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El PP lo ha vuelto a hacer. Los populares han vuelto a mantener un discurso político en España radicalmente distinto al que defienden en las instituciones europeas. Esta vez ha sido a costa del impuesto a las eléctricas. La UE ha terminado por entender que en un contexto de crisis y guerra en Ucrania resulta poco menos que obsceno que las compañías energéticas se estén llenando los bolsillos con tarifas desorbitadas mientras a la población se le exige sacrificios, austeridad, ahorro. Los beneficios caídos del cielo son en realidad un formidable eufemismo para no llamar a las cosas por su nombre, para no decir claramente que las multinacionales se están forrando a nuestra costa. Hasta Bruselas, la ultraliberal Bruselas, ha entendido por fin que esta situación, injusta y sangrante en democracia, no puede continuar por más tiempo y ha decidido pasar a la acción, intervenir y poner coto a los desmanes del mercado eléctrico.

La presidenta de la Comisión Europea, la nada sospechosa de comunista Ursula Von der Leyen, habló ayer de “contribución solidaria” de las grandes multinacionales, que traducido al román paladino quiere decir que las compañías del sector, les guste o no les guste, van a tener que apoquinar con una tasa del 33 por ciento de sus beneficios extraordinarios. Mientras tanto, el presidente del PP europeo, Manfred Weber, calificaba el mercado energético de “especulador” y avalaba el tarifazo que prepara Von der Leyen. ¿Es también Weber un chavista peligroso por estar a favor del intervencionismo estatal en un sector que hace tiempo se convirtió en territorio sin ley y en campo abonado para los abusos de todo tipo contra los consumidores? No parece. La derecha europea acepta, por razones prácticas más que obvias, que o los respectivos gobiernos nacionales de la UE controlan la piratería energética o una revolución popular contra semejante latrocinio estallará, desde Varsovia hasta Algeciras, más pronto que tarde.

La estrategia de los partidos clásicos conservadores de la Europa civilizada parece clara y sin fisuras en este asunto. Hay que intervenir sí o sí. Sin embargo, el PP español sigue siendo la excepción europea e insiste una y otra vez en el discurso demagógico, hueco y trumpista. Mientras los líderes europeos trazan planes estatales para contener el butroneo de las corporaciones eléctricas, Alberto Núñez Feijóo, el moderado y educado Feijóo, votaba en contra de la propuesta de ley del Gobierno que permitirá aprobar una medida idéntica a la que se debate en Europa. Y no solo eso. Una vez que al líder del PP le han informado de que la postura del Partido Popular español va a contracorriente, a la contra del signo de los tiempos y de las políticas comunitarias, en Génova han tenido que cambiar de estrategia deprisa y corriendo, haciendo juegos malabares para no caer en otra sonrojante contradicción (más bien habría que decir en otro ridículo espantoso nacional e internacional). “El impuesto del Gobierno de España y la tasa de la UE son absolutamente distintas”, aseguró Feijóo, anoche, en El Objetivo de Ana Pastor. Como ese mago que va sacando conejos de la chistera, el jefe de la oposición tuvo que inventarse un nuevo discurso urgente para tapar las vergüenzas de su partido, o sea, lo que coloquialmente se conoce como “marear la perdiz”. Para Feijóo una cosa es que el Ejecutivo comunitario proponga gravar “beneficios extraordinarios” y otra muy distinta que el Gobierno de Pedro Sánchez pretenda meterle mano a la facturación de las compañías energéticas. “Es una diferencia sustancial entre lo que propone Europa y el Gobierno de España”, dijo. En realidad, la sutil diferencia solo la ve él. Da la mismo que el recorte o impuestazo se cobre sobre los beneficios extraordinarios o sobre la facturación general de la empresa. Al final, la compañía tendrá que arrimar el hombro y resignarse a perder unos cuantos cientos de millones que volarán a las arcas del Estado.

Por la mañana, la portavoz popular, Cuca Gamarra, siempre tan eficiente ella, había anticipado el discurso del jefe en el Parlamento insistiendo en la misma idea: que una cosa es el impuesto de Bruselas y otra el impuesto de Sánchez. Acabáramos. Vaya una explicación de Perogrullo que hace la señora. La única diferencia que hay entre el plan de Úrsula Von der Leyen y el del presidente del Gobierno español es que la medida europea al PP se la trae al pairo, mientras que la adoptada por el Ejecutivo español le viene como anillo al dedo a los populares para continuar con su campaña de propaganda, desprestigio, deslegitimación e insidias contra Moncloa. Es decir, a Génova le da exactamente igual qué plan tributario se aplique, el español, el de Bruselas o cualquier otro, sencillamente porque el partido está a otra cosa: a propalar la falsa idea trumpista de que este es un Gobierno bolivariano que va a terminar nacionalizando todas las empresas y volviendo a la cartilla de racionamiento. Demagogia, demagogia y más demagogia.

Lo que subyace detrás de esta absurda polémica (la enésima generada por el PP) es que seguimos teniendo una derecha trabucaire y echada al monte que nada tiene que ver con el conservadurismo cartesiano, racional y a la europea que se lleva más allá de los Pirineos. Al PP hace tiempo que dejamos de tomarlo en serio. Se han convertido en una máquina de fabricar enredos por intereses partidistas y un día se levantan defendiendo una estupidez supina y al siguiente organizando un montaje antológico para crispar, desestabilizar el país y arañar unos cuantos puntos en las encuestas. El bien de España les importa un bledo; del cambio climático se mofan a pata suelta; la factura energética ni la miran porque ellos son ricos y pueden pagarse eso y más (la mayoría se deja la luz encendida cuando salen a la calle para que el casoplón luzca bien bonito y por joder a Sánchez). Solo les interesa derribar el Gobierno, acabar con este rojerío que detestan, meter el socialismo en el baúl de la historia y devolver el país a tiempos pretéritos, cuando gobernaban ellos sin oposición alguna y no existía ese hatajo de rojos que va metiendo las narices en el dinero de caciques y oligarcas.

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1 COMENTARIO

  1. Es lo que hay tras el personaje que llevaba no se sabe cuántas mayorías absolutas en Galicia y que le servían para, presentarse como el leader irrebatible, moderado y capaz, que ya vemos en que realidad se sustenta: otra forma de la misma negación de todo lo que no sea que ellos ocupen el poder. Si la pandemia fue el terreno del oportunismo derrotista de Casado que, a pesar del sufrimiento ciudadano el PP uso como herramienta política para su propaganda; el conflicto de Ucrania y la inflación es el marco de propaganda oportuno de Feijóo, para transformar las dificultades de la gente en derrotismo político con que ocupar el poder sin mas programa que el… ¿de qué se trata yo me opongo?
    No hay más cera que la que arde, y el varapalo que se llevo en la sesión del senado evidenciando que no sabía de que hablaba, presentando “ningún proyecto” siquiera escrito después de tanta resistencia y negación a cualquier medida del gobierno, que casi daba apuro verlo dada la insolvencia demostrada, se confirma en esta negación de la negación: ellos no niegan lo que niegan sino que las cosas no son lo que parecen.

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