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“No se puede decir que todas las violencias sean iguales pero tampoco que una sea peor que otra”

Edurne Portela vuelve a indagar en los resortes de la violencia en su nueva novela, ‘Los ojos cerrados’, ambientada en un pueblo con muchas heridas que restañar

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análisis

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Desde que en 2017 se adentrara con éxito en el siempre complicado mundo de la literatura con Mejor la ausencia (Galaxia Gutenberg), esta profesora de Literatura en una universidad estadounidense hasta entonces prosigue su carrera de novelista con Los ojos cerrados, una absorbente indagación en el poder que un pueblo recóndito en plena sierra, con muchos secretos del pasado en su mochila, ejerce sobre Ariadna, recién llegada al lugar, y sobre Pedro, un anciano del pueblo que pone a prueba los resortes siempre complejos de ensamblar entre pasado y presente cuando la violencia se ha inmiscuido en un momento u otro de la historia.

Un indeterminado pueblo pequeño llamado Pueblo Chico, un anciano con secretos nunca contados y la llegada de Ariadna al lugar. Pasado y presente a debate en medio de un clima enrarecido y violento. ¿Los silencios hablan a veces por sí solos?

Los silencios siempre tienen un significado y en Los ojos cerrados hay varios tipos de silencio: el silencio del verdugo, el de los testigos de la violencia, el silencio de la víctima para proteger o protegerse. También el silencio está muy presente como estrategia narrativa para que el lector o la lectora pueda poner de su propio conocimiento e imaginación a la hora de interpretar la novela.

La violencia, sea del tipo que sea, están muy presente en su obra literaria. También en esta su tercera novela. ¿Qué misterio guarda para que se sienta atraída por ella y quiera reflejarla constantemente en sus novelas?

No sé si lo llamaría misterio. La violencia es un fenómeno esencial del comportamiento humano y me interesa entender sus mecanismos y sus consecuencias. La ficción es una herramienta más para explorar ese territorio, como lo hice antes también a través del ensayo o de la investigación académica.

“Si lo que me pregunta es por qué los crímenes de la represión franquista no han sido juzgados tendríamos que repasar la historia de la Transición”

¿Existe alguna violencia peor que otra, o por decirlo de otro modo: todas las violencias son iguales o existen escalas?

No se puede decir que todas las violencias sean iguales pero tampoco se puede decir que una sea peor que otra porque sería lo mismo que decir que una violencia es mejor que otra. Partiendo de la idea de que la violencia se diferencia del daño en que un acto de violencia es un acto de fuerza excesiva y brutal realizado con la intención de dañar, se puede decir que hay diferentes tipos de violencia.

Con Los ojos cerrados certifica una trayectoria literaria sólida y seria. ¿Cree haber encontrado ya el tono, el ritmo y el estilo –ese cóctel maravilloso para cualquier escritor– que marca su literatura de un modo u otro?

Pues no tengo ni idea. Cada novela es una oportunidad para experimentar y aprender, y cada novela necesita su propio tono, ritmo, estilo, como queramos llamarlo. Creo que encontré el adecuado para Los ojos cerrados, que es muy diferente al de Formas de estar lejos y también al de Mejor la ausencia. Pero sé cómo será la próxima novela, si es que hay próxima novela.

En cierto modo, tener los ojos cerrados es algo parecido al silencio, como ese niño que entorna los párpados para no querer ver lo malo de la vida pensando que así no existe, como no hablar de cosas hirientes pensando que así se sosiega el dolor. Este no es el camino, ¿no?

A veces el silencio es necesario porque protege y el cerrar los ojos también. Pero el hecho que sea necesario no significa que sea algo positivo. Si es el camino o no, creo que no soy quién para decirlo. En la novela intento no juzgar a los personajes, sino presentar sus acciones y que los lectores y lectoras interpreten y saquen sus propias conclusiones.

“A veces el silencio es necesario porque protege y el cerrar los ojos también”

El pasado existe y existirá siempre en nuestro presente y futuro, y aún más si nos empeñamos en querer enterrarlo sin más ni resolver dudas y daños. ¿Por qué tanta demagogia e hipocresía al respecto de los máximos responsables en restañar las heridas?

No sé el por qué de la demagogia e hipocresía. Si lo que me pregunta es por qué los crímenes de la represión franquista no han sido juzgados tendríamos que repasar la historia de la Transición.

El dúo formado por el anciano Pedro y Ariadna tiene mucho de metafórico de una durísima realidad que grita por cerrarse definitivamente. ¿Es así?

Pedro y Ariadna pueden representar la conversación pendiente entre pasado y presente y cómo esa conversación muchas veces llega demasiado tarde.

Usted ha pasado de ser profesora de literatura durante 20 años en una universidad de Pensilvania, Estados Unidos, a vivir en la sierra de Gredos. ¿Cómo se adaptan cuerpo y mente a ese cambio radical de hábitats?

En realidad, antes de vivir en la sierra he pasado varios años en Madrid. Me imagino que soy camaleónica y que me adapto bien cuando la vida me lo permite.

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