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No hay esperanza gilipollas

José Luis Ortiz
José Luis Ortiz
Escritor, poeta, guionista y columnista de diferentes publicaciones en España y en publicaciones internacionales.
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análisis

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Sé que muchos se extrañaran por el título, y quizás, extrañados por esa soez, de la que no hago muestra habitualmente, pero ahora me veo abocado a utilizarla, pues quizás sea la única manera que los que la lean comprendan, mi última esperanza. Espero que lo que escriba te sirva para algo, y de paso también para mí que no me salvo de estar en esa especie. Quizás ahora me he planteado dejar de serlo y demostrarlo.

Tengo claro que uno de los efectos directos de la estupidez humana es la capacidad de comprensión desde la masa, desde el rebaño a los que nos quieren someter ante cualquier persona que tenga un atisbo de lucidez. Nadie estamos a salvo de esa estupidez, ni ninguno somos inocentes de la misma. Realmente somos responsables y víctimas.

Lo más triste es que son los idiotas los que van a por nosotros, también hermanos mellizos de falta de inteligencia, frente a unos “listos” que se encuentran en el Olimpo de los presuntuosos. Otros idiotas con ínfulas de tiranos de tres al cuarto y que quieren dirigir nuestros destinos en tantas partes del mundo. Aunque eso no es un consuelo.

La excusa, tan manida, como es la ignorancia, me importa un carajo, pues la certeza es demasiado peligrosa para ser ignorada. En esta situación sólo nos pueden salvar la lealtad, el amor, la honestidad, la falta de temor y que demostremos que no somos gilipollas, simplemente nos era más cómodo manifestarlo y que nos lo den todo hecho, no sea que nos cansemos. Es hora de despertar de una bastarda vez.

Perdonad, repito nuevamente, pues me educaron en buenos colegios, gracias a la generosidad de mis padres, ante todo que emplee el termino referido en el título, pero seguro que te harás idea, a menos que seas un imbécil de verdad, y eso sí que sería preocupante de asumir que el mundo que nos están vendiendo es un engaño que favorece a algunos que nos dicen que nos representan y que a mí personalmente ninguno de ellos lo hace.

Tengo que aclarar que habló de gobiernos centrales, incapaces todos con ínfulas de monarcas de reinos kafkianos que se mantienen gracias la labor que realizan los representantes de comunidades autónomas, ayuntamientos y similares que los sustentan por su desvelo real y del cual se aprovechan., algo que era muy propio de la nobleza en el medievo, antes de la Revolución Francesa que instauro las libertades.

Es lamentable que todos los máximos representantes, de todos los colores, siglas y formaciones diversas nacionales y no nacionales  sean lamentablemente un jauría de aprovechados, oportunistas y otras especies similares, salvo honrosas y escasas excepciones que apenas conocemos o no nos quieren mostrar, esa es mi duda. Una subespecie que habla desde la demagogia verbal y que lo único que busquen es repartir pobreza y no bienestar ¿Por qué?

Está claro que muy visionarios no son, pues ya esto inventado, generosos estados que te dan un trozo de pan duro, mientras ellos disfrutan de las mejores delicatesen y delicias y encima lo peor del caso es que nosotros gilipollas, les aplaudimos y como corderos en masa vamos a votar, lo mismo que las ovejas van al matadero.

Sólo recuerdo un momento histórico como fue la Revolución Francesa que dijo “hasta aquí” como grito unánime de la Sociedad Civil y creo que ahora es uno de los mejores momentos de rememorarlo y desde el más duro activismo pacífico, volvamos a obrar este milagro por, para y desde la libertad. Las calles nos esperan, la sociedad la precisa y es quizás la única medicina ante tan pandemia global como es la estupidez humana.

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