Por F. García Algarra

Ahora, las mujeres tenemos en nuestras manos la oportunidad de cambiar la situación de desigualdad manifiesta y lacerante, con respecto al poder patriarcal, en la que sobrevivimos.

Más aún, con nuestro voto, podemos hacer un ejercicio de honestidad y amor, construyendo un suelo firme para nuevas generaciones.

Es irracional y necio que fomentemos con nuestro derecho a votar ( históricamente reciente), polìticas que maltratan y asesinan nuestros cuerpos, nuestras mentes; que elevemos a liderazgos a quienes legislan contra nosotras y nos descalifican alienándonos.

Sean hombres machistas o mujeres cómplices en su propia destrucción, debemos negarles el voto y, de esa manera, autoprotegernos, para dar paso a la igualdad de derechos y a la no segregación.

Solamente desde nuestra coherencia colectiva lograremos ese objetivo de justicia social, para no ser asesinadas impunemente, explotadas en nuestros trabajos y ninguneadas en nuestras opiniones.

Ni un minuto más podemos permitir la esclavitud y el castigo por ser mujeres, que nuestro pensamiento no se valore y se oculte bajo la historia como si no hubiese existido.Que nuestro enorme y rico mundo emocional se desprecie y se trate como debilidad, cuando es, bien gestionado, nuestra mayor fortaleza.

Los candidatos a estas elecciones hablan profusamente sobre nuestros derechos.

Es obvio que aquellas políticas que pretendan controlar nuestro cuerpo, por ejemplo, con la cuestiòn del aborto, son enemigas sin duda.

Nuestro cuerpo no es del PP ni de ninguna Iglesia o secta, cada mujer es la única capacitada para decidir sobre sí misma.
Las ideologías de derechas en Espańa, son derivados obsoletos del franquismo, aunque quieran aparentar modernidad, no pueden evitar perderse en esa casposa prepotencia de creerse invulnerables.

Algunas de sus acólitas, exhiben sin pudor peinetas y golpes de pecho, còmplices desde la estulticia del peor machismo.
Han gobernado mintiendo y con tan poca convicción interna con respecto a las violencias d género, porque las ven, en el fondo, exageradas.

Todo ello dentro del halo de un cinismo sin límites.
La seriedad no significa momificarse.

Por otra parte, Ciudadanos roza el colmo de la falta de compromiso en relación a la violencia machista, ya que ni siquiera acepta la ley de violencia de gènero.

Navegan con su líder en la ambigüedad connivente acerca de dicho tema.
Y en estas cuestiones sucede como en el amor: todo lo que no es un «sí», es un «no».
Hay que posicionarse con claridad y contundencia para resolver.
Únicamente en las políticas d izquierda, podemos las mujeres encontrar respuestas.

A Pedro Sánchez se le ve, aunque a veces artificialmente enfático, con buenas intenciones.
El programa socialista, en este aspecto, contempla la realidad con mayor objetividad y, por tanto, también las soluciones.
Podemos propone igualdades de género creíbles desde la propia figura de Pablo Iglesias.

El líder de Izquierda Unida es, con diferencia, el que más empatiza con los movimientos de liberación de la mujer, y el màs comprometido con nosotras.
No votar hoy es una irresponsabilidad.

Caer en la pasividad que tradicionalmente se nos atribuye, es seguir el juego a este funesto y caduco patriarcado, del que debemos librarnos ya de una vez por todas.
Compromiso o sumisión.

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